Cuando Pedro Linares tuvo las pesadillas que transformó en alebrijes, seguramente no imaginó cuánto iban a cambiar esas figuras tanto su vida como una manifestación cultural que, gracias a ellas, ha vuelto a ser apreciada: la cartonería.
Ahora, esas piezas con cabeza de serpiente, picos y alas de águila, cuerpo de dinosaurio y cola de elefante se han convertido en uno de los principales referentes del arte mexicano, pero también en uno de los mejores ejemplos de la evolución de los procesos creativos en busca de nuevos públicos y maneras de expresarse.
“Para mí”, cuenta Walther Boelsterly, director del Museo de Arte Popular (MAP), “se trata de mantener un oficio a través de una tradición, con temáticas que se presentan en diferentes momentos: las manifestaciones populares siempre nos dan un mensaje, no quiere decir de revolución o de guerra, pero sí hay que estar atentos a las propuestas de los artesanos, que toman a los alebrijes para hacerlos monumentales, ahora iluminados y, probablemente, en algunos años, computarizados”.
Ya el año pasado, durante el Concurso y Desfile de Alebrijes Monumentales, se habían preparado una decena de piezas con iluminación en su interior y hasta con movimiento. Es una propuesta que ha adquirido mayor presencia entre los artesanos populares, si bien gran parte de ese esfuerzo proviene de la Escuela de Artesanías del INBA.
Ahora se han preparado 30 de esas figuras, que tienen las mismas características en imagen, la combinación de animales y seres monstruosos, pero su peso es menor. Se le coloca iluminación led en su interior y hasta se le da movimiento, con lo cual se proponen alternativas en la creación de los alebrijes, donde está presente un discurso, según la artesana Erika Godínez.
“Son alebrijes articulados que tienen iluminación y adquieren movimiento. Su elaboración parte de una idea, de algo ya pensado, con estructura metálica, en algunas partes con iluminación para manejarlo bien, aunque los colores son fundamentales: le dan la magia a estos seres”.
Fiesta cívica
Si bien los alebrijes iluminados no forman parte del Concurso y Desfile de Alebrijes Monumentales, sí reflejan el desarrollo que han tenido las piezas, en especial el interés de un mayor número de personas por acercarse a esta propuesta. Se trabaja en su diseño y hasta en sus características tecnológicas, siempre sin hacer a un lado que ya forman parte de la identidad de los pueblos mexicanos.
“La idea es sacar en las noches los alebrijes iluminados; como se debe esperar hasta la noche, no participan en el desfile, que se hace a plena luz del día, además de que están dentro del esquema de talleres que se hacen en la Escuela Nacional de Artesanías del INBA, en el que el museo participa con una aportación económica importante tanto para sostener a los instructores y a los materiales de los talleres”, según Boelsterly.
Desde su perspectiva, es el mejor ejemplo de la evolución que rodea al arte popular, ya sea conforme a la técnica, a la temática o a lo que demanda la misma sociedad, lo que de alguna manera se verá reflejado en las alrededor de 300 piezas que a partir del mediodía tomarán las calles del Centro Histórico de la Ciudad de México.
Consolidado como un desfile cívico y festivo, el de alebrijes monumentales se llevará a cabo hoy, a partir del mediodía. El recorrido se iniciará en el Zócalo capitalino, para luego recorrer 5 de Mayo, Juárez y Paseo de la Reforma, hasta la Glorieta del Ángel de la Independencia. Permanecerán en exhibición hasta el 1 de noviembre, en las aceras norte y sur de Paseo de la Reforma, entre las glorietas del Ángel de la Independencia y la Diana Cazadora.
Una forma de vida
Hace ocho años, Graciela Rodríguez se acercó a unos talleres de cartonería impartidos en una Fábrica de Artes y Oficios ubicada en Cuautepec, donde estuvo solo dos años y fue reubicada en Indios Verdes. Ahí empezó toda una aventura con dos de sus hermanas, quienes son maestras en el lugar, mientras a ella le tocaba impulsar la creación de un colectivo dedicado a la cartonería.
“Esto de los alebrijes es muy apasionante; quisiera dedicarle ciento por ciento de mi tiempo, pero también la familia es muy importante. Esto tiene mucha demanda y ahora nos llegamos a quedar hasta las dos de la mañana, todos los días. Entonces ya requerimos del apoyo de todos los integrantes”.
Es un ejemplo de que el arte popular puede convertirse en una forma de vida para sus hacedores, sin perder la esencia del trabajo creativo, al grado de que una de sus piezas se encuentra en Europa y seguramente por allá se quedará, luego de su participación en un Desfile de Alebrijes Monumentales en la Ciudad de México.