sí se titula la muestra de Francisco Toledo en el Museo de Arte Moderno (MAM), donde accedió a presentar una retrospectiva hace 35 años, todavía bajo la gestión de Fernando Gamboa. A diferencia de aquélla, esta exposición, que reúne cerca de 100 piezas de cerámica de alta temperatura, es resultado de una etapa de trabajo frenético iniciado este mismo año, se intuye que como resultado de una necesidad compulsiva de expresión.
El visitante viene preparado, pues según palabras del artista, al manejar el barro él experimentó una sensación terrible, ya que el material es dúctil, vulnerable al tacto, a lo que uno haga con él. Se le recogieron las siguientes palabras: Imagino que lo que yo hago con el barro se lo hacen a los jóvenes o a los cientos de desaparecidos que hay por todas partes en México
. De lo que se deduce que su disparador
creativo, ya expresado mediante acciones al aire libre, lo retrotrajo a otras realidades anteriores, por ejemplo, y entre muchas otras, el secuestro y desaparición en 1978 de Víctor Yodo (Víctor Pineda Henestrosa), dirigente coceísta.
Las piezas exhibidas fueron realizadas en el taller Canela, capitaneado por Claudio Jerónimo López, anexo al Centro de las Artes de San Agustín (CaSa), ubicado, como se sabe, en Etla, a unos 20 kilómetros de la capital del estado.
Esta exposición nos entrega a un Toledo violento, fuego y azufre
, en palabras de un espectador.
Además de los integrantes del taller, colaboraron su esposa Trine Ellitsgaard, quien empezó a conocer las piezas desde que salían del horno; Sarita, la hija de ambos, con la imprescindible asesoría de Patricia Álvarez, quien tradujo las propias ideas del autor en cuanto a diseño museográfico, con la profesional colaboración del equipo del MAM. La iluminación es elemento básico en el efecto de conjunto.
La sensación que se genera en el visitante tiene su inicio desde el ingreso. La mampara con el título está flanqueada a la izquierda por un cañón cuya morfología es similar a la del llamado Cañón de Oaxaca
, pero en este caso la carga con ruedas es un enorme falo con la punta ensangrentada y además cinchado o amordazado; en el lado opuesto se generó una construcción análoga a lo que se entendía por columbario
. En tiempos de las catacumbras eran huecos practicados en una superficie erecta, para contener urnas o restos de los perseguidos y sacrificados a manera de nichos poco profundos. En unas lengüetas salientes de la mampara se colocaron algunas piezas que anticipan el contenido general de la exhibición.