a editorial francesa Actes-Sud, casa fundada hace una treintena de años, parece haber alcanzado la edad de la madurez y puede congratularse en estas fechas. Apostó, al publicarlos, sobre dos escritores: Svetlana Alexievich y Ma-thias Enard.
De Alexievich, ahora premio Nobel 2015, editó la traducción al francés de varias de sus minuciosas obras, construidas sobre las voces de los otros, venidas sobre todo de las confidencias musitadas en las cocinas, las voces del silencio al cual habrían sido condenadas si esta autora no las hubiese salvado con su escritura.
De visita en París, Actes-Sud, asociado con France Culture, le rindió el pasado lunes un homenaje-presentación en la sala del teatro del Odéon con la lectura de extractos de La fin de l’homme rouge (uno de ellos leído por Alexievitch en ruso antes de que un actor lo leyese en francés) y con una plática-entrevista.
El acto, iniciado con aplausos por la presencia de la premiada con el Nobel, alcanzó la complejidad conmovedora de ese siglo XX durante el cual los hombres, y no sólo el homo sovieticus como lo llama Alexievich, sino también hombres y mujeres que creyeron en el futuro radiante
del comunismo y vieron desplomarse creencias e ilusiones con la caída del muro de Berlín y la implosión y desaparición de la Unión Soviética.
Al mismo tiempo que una decepción perceptible en el público ante la enumeración de los dolores vividos por un pueblo sometido a los dramas de la revolución, la guerra, la dictadura, una cierta melancolía nostálgica reinaba en la sala del Odéon mientras se escuchaban las palabras, escritas en sus libros u orales en respuesta a las preguntas del entrevistador. Muchos de los asistentes, de mediana o avanzada edad, creyeron en un mundo igualitario, mejor. Salir del sueño, cuando éste daba esperanzas, es doloroso. A pesar de la postura crítica de Svetlana hacia el comunismo, la autora no deja de reconocer la grandeza de la Unión Soviética, el triunfo, por ejemplo, de Stalin sobre Hitler.