Los llamados huevos de rancho producidos en condiciones ajenas al estrés que viven las gallinas hacinadas en las grandes granjas, están recobrando su atractivo como un alimento sano y de buen sabor; además del olor peculiar que suele ser muy distinto al producto de las concentraciones masivas de aves.
Un criador de gallinas en una minigranja familiar del Municipio de Amatitán, Luis Hernández Alvarado, propone la crianza de pequeñas unidades productivas que pueden generar el abasto en la dieta familiar y facilitar también la comercialización.
Puntualizó que una parvada de diez gallinas y su gallo pueden generar un volumen diario de cinco huevos y con ello el desayuno cotidiano de una familia.
En su caso, comunicó que su unidad productiva es de 300 gallinas, contra las grandes granjas que sus poblaciones son de miles de aves. Él las alimenta con granos y yerbas silvestres, quelites y aceitillas, entre otras plantas muy demandadas por las aves de corral.
Cuando no hay lluvia, manifestó que les da un alimento balanceado, además de los residuos de productos animales y vegetales en buen estado, como la fibra de la zanahoria y las hortalizas que se consumen en la misma casa.
Luis Hernández detalla otras aves que se prestan para su crianza en minigranjas como son las codornices, especie muy productiva de huevos, dado que a los 45 días de nacida ya inicia su postura.