Ai Trani era el nombre de un espacio que podía verse como cantina, hostería o quizá café, uno de los más antiguos de Padua, Italia, donde está una de las instituciones universitarias más antiguas y prestigiosas del mundo. Ese lugar se convirtió, durante casi un siglo, en sitio de reunión de estudiantes y profesores para conversar y reflexionar acerca de la literatura.
Allí solía acudir Fabrizio Cossalter, quien en 2009 vino a la Ciudad de México por un semestre, quizá un año, pero ya se quedó sin que haya desaparecido de su memoria aquel lugar, al que rinde homenaje con la creación del sello editorial Ai Trani: evocación de un espacio casi fantasmal y reconocimiento al arte de la conversación.
“Ai Trani deriva de la idea de la cultura como conversación. Para mí es un concepto absolutamente fundamental, que hizo grande la primera etapa de la cultura moderna, a partir del siglo XVII, sobre todo en el XVIII y en el XIX: la conversación que tiene lugar en los grandes contextos de la sociabilidad cultural, como lo fueron los salones, los círculos, los cafés, los que se llamaban ‘mentideros’ y que, en el mundo atomizado actual, corre demasiado deprisa para todos”.
La editorial comenzó su recorrido a mediados del año pasado con los títulos Examen de conciencia de un literato, de Renato Serra, y No somos los últimos, de Massimo Rizzante, ejemplos de
la búsqueda de Cossalter, quien está convencido de que difundidas de la manera correcta, las obras pueden encontrar una recepción favorable entre los lectores mexicanos, porque aún se mantiene una afinidad muy profunda entre las culturas italiana y mexicana.
“El objetivo remite al mismo pasado que queremos rescatar a través de los libros que iremos rescatando mano a mano. Desde luego, ya el italiano no es una lengua de cultura como lo fue en el pasado, y solo hay que pensar en las reflexiones de Alfonso Reyes; es inevitable que la literatura italiana haya adquirido una dimensión periférica frente a la hegemonía de las literaturas de habla inglesa, pero desde luego hay una afinidad muy profunda con la cultura mexicana”.
La influencia de Calasso
En la creación de Ai Trani, Cossalter recuperó las enseñanzas de Roberto Calasso, incluso desde la parte financiera, cuando dice que hay algo de derroche, de disipación de un patrimonio en toda aventura editorial, porque nadie en su sano juicio “pensaría hacerse rico con eso, sino más bien crear como un modelo que permita que la editorial sobreviva, que no corra el destino de muchas editoriales independientes que publican unos cuantos libros y luego deben cerrar.
“La idea es lograr algo que pueda sostenerse. No se trata de construir un canon, sino una constelación de textos que puedan crear una serie de resonancias entre sí y que, por un lado, permitan presentarse como libros únicos, capaces de despertar algo en la conciencia de sus lectores, pero también libros que puedan ser vistos como eslabones de un mismo collar, donde cada libro representa una perla de ese mismo collar, siendo singular, individualizado, pero a la vez conectado con todos los demás”.
El proyecto editorial, impulsado junto con su esposa Larissa Pérez Moreno, pretende difundir una tradición literaria poco conocida en español: nombres como los de Umberto Saba, Gianni Celati, Mario Andrea Rigoni y Carlo Dossi están planeados para los próximos años, en especial en géneros como el ensayismo literario, las escrituras aforísticas, los poemas en prosa y toda la constelación de prosas breves, hasta autobiográficas, de dicha tradición literaria. Incluso se tiene contemplado un libro de Christopher Domínguez Michael sobre tres autores fundamentales de las letras italianas.
“Para mí no es un negocio sino una manera de presentar mi biografía como lector, con todas sus virtudes y sus defectos. Pero abrir un horizonte de debate, de discusión y de conversación alrededor de esas temáticas y de esos autores podría ser muy fecundo, un espíritu de servicio literalmente”, dice Cossalter.
Laguna olvidada
Cuando Fabrizio Cossalter comenzó a idear Ai Trani Editores llegó a su memoria el hecho de que la obra de los más grandes intelectuales italianos, sobre todo la ensayística, nunca hubiera sido traducida al español, cuando ya lo ha sido al inglés, al francés y al alemán.
“Hay espacio para las pequeñas editoriales de cultura, que naturalmente se orientan hacia una minoría, más que virtuosa, viciosa, que todavía no puede vivir sin la gran literatura, aunque hoy en día se hace más necesario ir a buscar a los lectores casi uno por uno. La mayoría se alcanza a partir de la construcción de minorías, es decir, de grupos que realmente estén interesados en todo eso”.
Ai Trani es, además, un proyecto que tiene su fuerza en la reivindicada marginalidad económica, “pero que se puede convertir en una editorial con una auténtica utilidad cultural”, según Cossalter, quien en la actualidad es catedrático en la UNAM y en la Universidad del Claustro de Sor Juana.