Viernes 12 de febrero de 2016, p. 3
A 20 años de la firma de los Acuerdos de San Andrés Larráinzar, que se cumplen el 16 de febrero, los principios y postulados que los sustentan, relacionados con derechos y cultura indígenas, todavía están lejos de consolidarse en el Estado mexicano.
La opinión es del abogado mixteco Francisco López Bárcenas, especialista en temas indígenas, quien precisamente ese día, el martes 16, presentará la sexta redición de su libro Autonomía y derechos indígenas en México, en el Museo de la Ciudad de México (Pino Suárez 30, Centro Histórico), a las 18 horas.
Desgraciadamente, todavía nos falta bastante para que eso (dicha consolidación) ocurra. Todavía permea mucho el discurso de la asimilación cultural que por décadas impulsó el Estado mexicano
, sostiene en entrevista el historiador y colaborador de La Jornada.
También pienso que (lo estipulado en los Acuerdos de San Andrés) se ha ido afianzando de manera relevante en sectores importantes de la sociedad mexicana, como la academia, los investigadores y parte de las clases medias, aunque no con la fuerza que uno quisiera. Sólo espero que no haya regreso, que no volvamos a pensar al Estado como si solamente hubiera una sola cultura.
Proceso lento, pero firme
Por el lado de los pueblos indígenas de acuerdo con López Bárcenas los efectos de los Acuerdos de San Andrés son muy palpables y se han extendido a toda la República.
En 1998, el Congreso Nacional Indígena era un espacio muy grande y fuerte, formado por autoridades de distintos pueblos y, tras el desconocimiento del gobierno de los Acuerdos de San Andrés, declaró que éstos eran la Constitución
, explica.
Finalmente, pasó que muchos movimientos se articularon a partir de sus postulados, como, por ejemplo, la policía comunitaria de Guerrero, integrada en 1995, a la par de la formación del Congreso Nacional Indígena.
Menciona los casos de los purépechas de San Francisco Cherán y Nurio, en Michoacán, que tienen gobiernos autónomos; los yaquis, en Sonora, en su lucha por la defensa del agua; los zapotecas de Juchitán, que pelean contra las empresas eólicas, y las comunidades mixtecas y mixes que impulsan sus propias escuelas y un desarrollo acorde con su realidad geográfica.