Viernes 26 de febrero de 2016, p. 3
Equilibrar las condiciones entre licenciaturas y posgrados, generar mayor vinculación con otras instituciones de investigación y difundir con más amplitud el conocimiento antropológico son los desafíos inmediatos de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), afirma su directora, Julieta Valle Esquivel.
Considerada la más importante en América Latina, esa institución también debe reivindicar la imagen que se tiene en torno al trabajo del antropólogo y lo que éste puede aportar a la sociedad mexicana, explica a La Jornada.
De acuerdo con la investigadora y licenciada en etnohistoria –quien el 2 de febrero fue nombrada directora de la ENAH–, con el tiempo la antropología ha diversificado sus intereses y hoy se presentan preocupaciones de múltiple naturaleza, vinculadas a sectores también urbanos, los cuales tienen que ver con la pérdida de la lengua materna o fenómenos migratorios, de violencia o sexualidad. Realidades que siempre estuvieron ahí, pero que no eran materia de estudio de la antropología hace varias décadas
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Esa diversificación ha propiciado revisiones periódicas de los programas de estudio, indica Valle Esquivel. En el caso de la ENAH no se debe generalizar. Algunas carreras tienen un plan de estudios con 30 años que sigue vigente, como la de etnohistoria. Sin embargo, la de antropología forense, debido a la violencia que se vive en el país, habrá la necesidad de robustecerlo. En lingüística se deben atender cuestiones relacionadas con el uso del español y el lenguaje no verbal, por ejemplo
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Una pequeña universidad
En la ENAH, además del personal administrativo, laboran unos 94 profesores investigadores de base, más casi 400 maestros contratados por horas para impartir distintas materias y 2 mil 500 estudiantes inscritos en las siete licenciaturas, una especialidad (antropología forense) y cinco posgrados que para 2016 serán seis, con el de ciencias antropológicas
. Todo ello, dice Julieta Valle, corresponde a una pequeña universidad
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Entre las preocupaciones que enfrenta la ENAH, una es recuperar la centralidad de la vida académica, pues nos hemos enfrascado por décadas en discusiones que no son de tipo académico
, apunta. Necesitamos demostrar que somos una escuela productora de profesionales que pueden incidir de manera provechosa y práctica en la sociedad
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