Miércoles 24 de febrero de 2016, p. 5
Milán.
Ayer se realizaron las exequias laicas del escritor y semiólogo Umberto Eco, quien falleció el pasado viernes a consecuencia de cáncer en páncreas diagnosticado hace dos años.
Al funeral, realizado a unos pasos de su domicilio, en el castillo Sforzesco de Milán, y transmitidas en vivo en cobertura nacional, asistieron miles de personas en su mayoría adultos de más de 50 años, que se dispuso en largas filas para poder despedirlo, además, de la crema de la cultura nacional como los ministros de Cultura, Dario Franceschini y de Educación, Stefania Giannini, así como amigos, familiares, editores, académicos, escritores y músicos, que dedicaron con breves intervenciones y recuerdos memorables transcurridos con el gran escritor.
Junto al ataúd, rústico, escueto, que en el cortejo fúnebre trajo a la mente el ambiente de la novela El nombre de la rosa, cubierto de sencillas flores blancas y amarillas que evocaban el prado de un campo, lució su toga del alma máter de Bolonia, donde fue profesor 40 años, mientras una orquesta abrió y cerró con La Follia, de Corelli, pieza que lo acompañó en las reuniones con amigos y familiares a lo largo de su vida
, según afirmó su esposa Renate Ramge.
Umberto Eco dejó instrucciones precisas: la ceremonia debía ser estrictamente laica y breve.
Gracias por elegir a Milán
El alcalde Giuliano Pisapia rememoró cómo Eco eligió Milán como su urbe adoptiva, donde se asentó desde los años 50 del siglo pasado: La suya no fue una elección casual, porque es la ciudad del medio editorial, de la cultura y de la memoria. Gracias por haber escogido vivir en Milán, por haber dado con tu presencia un alma noble a nuestra sociedad. Gracias por haber mostrado al mundo nuestra grandeza, la grandeza de un país abierto, de un país solidario, inclusivo, de una ciudad internacional
.