El 18 de febrero de 2014, hace más de dos años, Leopoldo López (1971, Caracas), fundador de Voluntad Popular (VP) y ex alcalde de Chacao, comenzó a escribir un diario desde su celda de la deteriorada cárcel militar de Ramo Verde en el sur de Caracas, en Venezuela. Allí cumple una condena de 14 años de prisión acusado de instigar las revueltas populares contra el presidente Nicolás Maduro, que se saldaron con 43 muertos. Y allí cada día escribía “para dejar un registro de mi experiencia en esta prisión”, como él mismo relata en el libro que acaba de publicar, pero también “para proyectar mis notas en la consecución de un futuro mejor para el pueblo venezolano”.
En sus textos que hoy, justo cuando se acaban de cumplir dos años de su encarcelación y salen a la venta en España y en México bajo el título de Preso pero libre (Península), relata las torturas que ha sufrido él y sigue padeciendo, como requisarle sus libros y diarios: “Entraron tres hombres armados en la celda, me golpearon y se los llevaron”.
Además, le han aventado excrementos humanos en una bolsa por la ventana de su celda. También narra lo que ha sufrido su familia, como obligar a su madre y a su esposa, Lilian Tintori, a desnudarse delante de sus hijos cuando van a visitarle.
Relata su detención ilegal, su juicio lleno de irregularidades, la oferta que le hizo el gobierno de Maduro para que se exiliara, sus conversaciones con otros presos y la alegría que siente cuando alguno de ellos recobra la libertad; las visitas de su mujer y de sus dos hijos Leopoldo y Martina, de 7 y 4 años, la huelga de hambre que llevó a cabo, las largas jornadas de soledad y sus reflexiones.
Todo está en un libro que el 3 de marzo será presentado en Madrid en un acto que contará con la presencia de Felipe González, ex presidente, y Mario Vargas Llosa, premio Nobel.
López se entregó a la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) el 18 de febrero en Chacao, cuya alcaldía había ocupado años atrás, al final de una concentración a la que acudieron miles de personas en su apoyo. Se subió a la estatua de José Martí para explicar “que me sometía a las autoridades del régimen porque no había cometido ningún delito y porque para mí no era una opción irme del país, ni esconderme ni jugar a la clandestinidad como seguramente quería el gobierno”, recuerda en el documento. Se entregaba y pedía paz.
Al día siguiente fue la audiencia. Tenía que haberse celebrado en el Palacio de Justicia de Caracas pero se llevó a cabo en un “tribunal móvil”. Es decir, en un autobús que estacionaron en la puerta de la prisión y durante la cual “los fiscales no me miraron a la ojos y en el que uno de ellos: Franklin Nieves [quien huyó a Estados Unidos donde pidió asilo tras reconocer las presiones que sufrió por parte del régimen durante el juicio] me dijo al final que lo lamentaba sabiendo que está haciendo algo mal”.
De sus primeros días en prisión recuerda que pasó tres días sin salir de la celda, luego siete meses encerrado en una cámara en aislamiento con sólo una hora de patio al día —como establece la ley de régimen penitenciario para los presos políticos— y comiendo la misma comida tres veces al día. Que sólo podía ver a su familia dentro de la celda y que cuando entraban, la puerta se cerraba tras ellos. Mientras el resto de los presos “salen de la celda a las 7 de la mañana y pueden volver a las 8 de la noche, y tienen acceso todo el día a las áreas comunes, a la cancha, al casino [una cafetería precaria] y a la biblioteca”.
Además, a ellos les graban todo lo que hablan incluso con sus abogados, pese a que no es legal.
Del sistema penitenciario dice que está “corrompido a todos los niveles” y de estar en la cárcel durante meses sólo con uno mismo asegura que pone a prueba “la estabilidad mental y emocional de cualquier persona”, por lo que su prioridad es “mantenerme fuerte en todos los sentidos”. Asegura que en prisión se desarrolla la capacidad “ de estar en paz contigo mismo” y también “a observar y escuchar a los demás y a asumir la adversidad”. Reconoce que la palabra de Dios “me ha dado mucha fuerza”, por eso la Biblia, que lee cada mañana, es uno de los dos libros que ha elegido tener (le requisaron 300) y que siempre ha mantenido. De los innumerables castigos que recibe cita cuando le lanzaron a su ventana bolsas con excremento humano tras llevar a cabo una protesta con barrotazos, o cuando estuvo aislado 15 días acusado de haber hecho una llamada de contenido político.
Sobre el régimen de Maduro lo califica de “ineficiente, represivo, corrupto y antidemocrático”, reitera su convicción de luchar contra él, pero de forma pacífica y recuerda que “los más importantes referentes de la política de la no violencia, Gandhi, Mandela y Luther King han sido figuras irreverentes y desafiantes del estatus e incluso han sido promotores de un desafío a algunas de las convicciones y liderazgos dentro de sus propios movimientos”. “La no violencia es irreverente y desafiante, es una forma de lucha que también está llena de riesgos por su naturaleza rebelde”, asegura.