e había topado con algunas pinturas de José García Narezo en las galerías López Morton. Hoy 45 cuadros suyos están colgado en las casas estudio Diego Rivera-Frida Kahlo y en el inmueble adjunto, la ya famosa Casa O’Gorman. El responsable de la muestra es el reconocido curador y crítico Juan Rafael Coronel Rivera, persona que emotivamente tiene mucho que ver con ese sitio en el que habitaron sus padres: el pintor Rafael Coronel y la arquitecta Ruth Rivera Marín, hija de Diego Rivera.
A las casas estudio que fueron restauradas (incluyendo la transportación de los cactos que las rodean) durante la gestión de Sari Bermúdez al frente del entonces Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, ahora se adhiere, como es sabido la no menos significativa y ya famosa Casa O’Gorman, que fue la primera en ser construida en ese lote de Palmas y Altavista, en lo que supuestamente eran canchas de tenis (no podemos saberlo a ciencia cierta, pero ese dato proviene de Juan O’Gorman) del entonces hotel San Ángel Inn, antes antigua hacienda de Goicocheda y hoy restaurante San Ángel Inn.
No puedo decir que observé a fondo la exposición que me propuse ir a ver, es más ni siquiera puedo decir que tengo un vislumbre nítido de la misma, sólo poseo una impresión fantasmática de ella, fuertemente influida por lo que puedo describir como la presencia corporal de mi propio ser en los ámbitos que otrora ocuparon Diego Rivera y con mucho menos frecuencia de lo que se cree, Frida Kahlo. No sé a ciencia cierta si O’Gorman vivió en la Casa O’Gorman o sólo la construyó, pues aunque llegue a visitarlo más de una vez, no fue allí sino en otro inmueble de San Ángel Inn. Para decir lo que digo me baso en una entrevista que Víctor Jiménez hizo a O’Gorman a propósito de las casas estudio.
No pueden mostrarse adecuadamente cuadros en estos inmuebles porque son monumentos arquitectónicos destinados hasta ahora, se supone que por mociones de conservación y de historia arquitectónica, a mantenerse tal como fueron concebidos en la medida de lo posible, según relata Víctor Jiménez, quien fue encargado del restauro en 2000, se reabrieron en 2001. Lo que es el estudio Diego Rivera se mantiene intacto, tiene luz natural y allí no se colgó cuadro alguno de José García Narezo. Los exhibidos en oros espacios están iluminados (cual debe ser en cuanto a ortodoxia de elementos funcionalistas
) por los focos pelones cableados visiblemente en el techo, mismos que no esclarecen las pinturas, pero prestan una iluminación difusa a los ámbitos, igual que en el espacio de la Casa-Estudio Frida Kahlo, donde hay cortinas negras que pueden correrse (no ahora), algo que permitió tiempo ha, poder ver una muestra de obras de Lola Álvarez Bravo. El espacio que fue destinado a la cocina tiene luz natural y allí pueden observarse perfectamente dos cuadros de García Narezo.