Jueves 1º de septiembre de 2016, p. a10
La meditación es un peregrinaje hacia nuestro centro, paso a paso, es decir, respiración tras respiración. La meditación es contemplación, estar dentro de nuestro templo, donde late lo que algunos denominan el espíritu, la energía, el ser. Meditar es, en síntesis, acercarse hacía el misterio de nuestra identidad profunda, y no hay modo más directo de recorrer ese camino hacia esa identidad que el silencio, explica el sacerdote católico, escritor y, por expresa designación del papa Francisco, miembro del Consejo Pontificio de Cultura del Vaticano Pablo d’Ors (Madrid, 1963), autor del ensayo-testimonio Biografía del silencio.
Para d’Ors, responder a la pregunta ¿quién soy?, tiene muchos caminos: el arte, la lectura, una conversación, pero el silencio la responde de manera muy enérgica, cruda y directa; por ello, más que hablar de silencio, habría que hablar de silenciamiento
.
Durante la meditación, abunda d’Ors, “lo que hay que silenciar, por supuesto, son los ruidos externos, pero lo más importante de acallar son los ruidos internos, lo que hoy se conoce, fundamentalmente, como el ego, y qué es el ego: ver la realidad sólo desde nuestro punto de vista o perspectiva personal.
La meditación entonces lo que busca es limpiarnos de ese ego para que nuestra visión se ajuste más a la realidad y pueda uno así apreciar muchas más cosas que la contienen.
Pablo d’Ors nació en el seno de una familia de creadores, intelectuales y científicos: es nieto del ensayista y crítico de arte Eugenio d’Ors, su madre es filóloga, su padre un médico dibujante y él fue discípulo del monje y teólogo Elmar Salmann; quizá por esa influencia ejerce con ahínco otra gran vocación: la escritura. Es considerado un cura atípico
, porque se le conoce también por difundir la meditación.
Publicada por la editorial Siruela, Biografía del silencio es una crónica-testimonio de la experiencia y la práctica de d’Ors en torno a la meditación en silencio.
Me senté a meditar en quietud por primera vez a los 14 años. Luego en el seminario, a los 26 o 27 años, hacíamos cierta meditación, pero en el sentido más riguroso y estricto como se deja testimonio en el libro, comencé hace unos 13 años
.
Los 49 títulos de los breves apartados permiten al lector darse una idea del contenido del libro. Los tres primeros, dice el autor, son fundamentales: Espíritu de principiante, Revolver el lodo y Las olas de las distracciones. Están también otros como: El arte de la espera, Matar los sueños, El iceberg es sólo agua, Enamorados del drama, El escenario vacío, La vía purgativa y Ética de la atención.