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Uno de los principales retos en lo que resta de la actual administración será mantener bajo control el nivel general de precios ante el riesgo de que la depreciación del peso frente al dólar contamine de manera más contundente las expectativas inflacionarias en el país.
Entre los riesgos al alza para la inflación destaca que derivado de la incertidumbre asociada al resultado del proceso electoral de Estados Unidos, la posibilidad de precios del petróleo más débiles, un deterioro del déficit de la cuenta corriente, y el reinicio de la normalización de la postura monetaria de la Reserva Federal, el peso experimente depreciaciones adicionales, lo que podría afectar las expectativas de inflación, advirtió Banco de México en su informe trimestral presentado ayer.
Cuando empezó el actual gobierno, en diciembre de 2012, la variación anual del Índice Nacional de Precios al Consumidor se ubicó en 3.57% para llegar a un máximo de 4.65% en abril de 2013, con lo que inicio una tendencia descendente y que al concluir 2015 se ubicó en 2.13%, su nivel más bajo del que se tenga registro desde 1970
Este favorable comportamiento fue resultado de los efectos directos e indirectos que sobre la inflación han tenido reducciones en los precios de los insumos de uso generalizado, tales como materias primas, energéticos y servicios de telecomunicación, estos dos últimos resultado de reformas estructurales.
El hecho de que la inflación se ubicará abajo del 3%, meta objetivo de Banxico, ocurrió a pesar de la depreciación de la moneda nacional, misma que hasta inicios de este año sólo se había reflejado en los precios de ciertas mercancías.