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Recién abandonaba el velorio, el gobernador Carlos Mendoza recibió el reclamo de familiares del ómbudsman asesinado, Silvestre de la Toba Camacho: “¿Qué va a hacer señor gobernador?, ¡eh!, ¿no le duele?, está dando la cara política nada más, ¡soluciones es lo que tiene que dar. Soluciones!”.
El mandatario llegó a las 10:00 horas y abrazó a familiares y compañeros del presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, cuyos restos y los de su hijo se encontraban en sus féretros.
Tras montar una guardia de honor, junto a varios colaboradores, el mandatario estatal salió y se disponía a responder preguntas de la prensa cuando dos primos de la víctima comenzaron a gritar que declarara en la calle.
Visiblemente consternados, lo increparon. Criticaron que respondiera a los medios.
“Está dando la cara política nada más. Entrevístenlo en la calle, ahí donde debe estar el gobernador”. El gobernador, nervioso, sólo atinaba a decir: “Lo siento. Entiendo”. Pero las demandas siguieron.
“Creí que tenía la forma de resolver este problema, pero no. Acaban de matar a una persona inocente y se llevaron a su hijo también. Silvestre era mi primo y era una persona intachable. Al pueblo le está doliendo”, siguió el familiar, mientras el gobernador reviró y con voz entrecortada expresó: “Me está doliendo. Era mi amigo”.