Asegura alcalde electo de Etchojoa que este Municipio no debe quedarse más en la producción primaria, ni conformarse con asistencialismo
Gerardo Armenta (Segunda parte)
Preocuparse y ocuparse de promocionar a Etchojoa para que vengan empresas y se generen empleos, es una de las preocupaciones de Judas Tadeo Mendívil Valenzuela.
Y es que con 94 mil ó 98 mil hectáreas en el Valle del Mayo, de las cuales el 60 por ciento está en Etchojoa, se debe evitar que lo producido se lo lleven a granel, sino que más bien lo industrialicen para que la gente adquiera otro nivel de vida.
–¿Cómo entra en este
análisis el Valle del Mayo?
–Hay que procurar que nuestro valle sea realmente productivo.
–¿No lo es?
–Hay que hacer que lo se produzca aquí no se lo lleven a granel, sino que más bien lo industrialicen y que aquí mismo podamos tener empresas que, en vez de que se lleven el trigo a Guaymas en furgones, aquí mismo se haga pan, harina, pasta o algún otro producto.
–¿Puede ser eso posible?
–Sí. Tenemos la fortuna de que el Gobierno Federal sabe de la situación de Etchojoa, la conoce perfectamente y sabe también que la solución no está en darnos despensas.
–¿En eso consiste el asistencialismo que mencionaba anteriormente?
–Sí, consiste en la entrega de despensas.
–¿Y no soluciona nada?
–No, porque sólo estás manteniendo a quienes reciben las despensas, o mal manteniendo a la gente que está más marginada, porque le das una despensa de 300 pesos para que le dure 15 días.
–¿Y eso no resuelve prácticamente nada?
–No, no. Por eso hay que preocuparnos y ocuparnos de promocionar a nuestro Municipio para que vengan empresas y se generen empleos. Vivimos en un valle muy importante: es el Valle del Mayo, con 94 ó 98 mil hectáreas, de las cuales el 60 por ciento está en el Municipio de Etchojoa. La mayor parte de nuestra gente es indígena, todos somos mayos, realmente, pero la población indígena, que es muy importante, suma un 70 por ciento en todo el valle. A lo mejor por eso nos han dejado un poquito por un lado. Huatabampo, bien o mal, avanza con una que otra empresa; Navojoa tiene su Parque Industrial, y Etchojoa es el que nada más genera la mano de obra.
–¿Por qué históricamente se quedó como “patito feo” entre los municipios del sur?
–Yo creo que eso fue por lo que estamos diciendo: la gente no tiene el valor de exigir sus derechos, se conforma la población de Etchojoa con el apoyo del adulto mayor, el Prospera, la vivienda. Están emocionados porque vienen y te regalan mil pesos cada dos meses; entonces la gente está mal acostumbrada. No se preocuparon por desarrollar sus negocios, porque todos fueron alguna vez ejidatarios. Aquí se repartió tierra. El Ejido Buaysiacobe es uno de los mejor dotados: 20 hectáreas por persona. Desafortunadamente, la gente está acostumbrada a no tener y renta, no produce, vende y al rato ya no tiene nada.
–¿El rentismo de la tierra es
un problema serio?
–En nuestra región el rentismo es importante, no es malo. Si tienes 20 hectáreas, estás agarrando cerca de 200 mil pesos anuales. O sea, más de 10 mil pesos mensuales. Una cosecha, si tuvieras 12 hectáreas, como en los ejidos Etchojoa y Bacobampo, que tienen esa cantidad, agarrarías 10 mil pesos mensuales que sirven para vivir más o menos, pero desafortunadamente hay muchos vicios. La gente aquí hace mucha fiesta: quinceaños, la boda y así gastan parte de sus recursos y por ahí viene luego el empezar a vender una hectárea, después dos, luego tres y las familias van creciendo con una sola parcela y al rato ya no alcanza para todos. Y alguien quiere estudiar; y alguien más se enferma; y hay que operarlo y así tuvieron que deshacerse de sus terrenos. Este es un problema que demuestra que no supieron administrarse.
-¿Así es como se explica la evidencia de la pobreza en Etchojoa?
-Sí, desafortunadamente así es. Yo, como productor, puedo decirte que el negocio agrícola no es como antes. Hoy se batalla, y eso que tenemos tractores, que tenemos camiones, que tenemos cosechadoras
–¿La agricultura ya no es
como antes?
–No es como antes. Antes daba para pagar renta, el negocio era generoso. De 8 ó 10 años para acá las cosas se han complicado mucho. Si tú tienes una parcela y quieres trabajar como agricultor, quieres sembrar y no tienes la infraestructura necesaria para hacerlo para abaratar el costo, pues simple y sencillamente el negocio no da. Hoy es muy caro sembrar y los precios no están a la altura de los gastos.
–¿Hay una crisis en la
agricultura del sur?
–No es que haya una crisis, se batalla para sacar utilidades. Si no lo haces bien, si no te preocupas, estamos al hilo. Invertimos 23 ó 25 mil pesos por hectárea y le sacamos 27 ó 28 mil pesos. Una inversión de 25 mil pesos para ganar tres mil pesos por hectárea, pues no, ¿verdad? Y no falta quién pregunta qué andamos haciendo. Y no es que no sepamos hacer otra cosa, lo que pasa es que esto fue lo que nos tocó vivir en nuestra región. Y aquí vamos a seguir haciendo la lucha, pues hay años más buenos que otros. Dependemos del clima y del mercado internacional. Nuestro grano no representa una seguridad en cuanto a que lo que produzcamos a equis precio nos va a dar una utilidad. Estamos a expensas del mercado internacional y de la famosa Bolsa de Valores allá en Chicago, allá cotizamos. Y sí: el Gobierno nos echa la mano, aunque a veces con una bola de mentiras, pero bueno… ahí nos cargan.
–¿El presente y el futuro de un
lugar como Etchojoa dependen
de la agricultura?
–Ese es otro detalle. Vivimos netamente de la agricultura: No hay empresas; no hay fuentes de trabajo en lo general, pero aquí básicamente el 70 por ciento de la población vive del campo y este es un tema que preocupa. La agricultura empieza con nosotros en agosto o septiembre y llega hasta julio, agosto. Dos o tres meses en que no hay nada; no hay un tractor que ruede; no hay un riego; no hay ninguna cosecha; no hay nada que hacer y es cuando surgen los temas de delincuencia.
–¿Entonces usted llega al Gobierno de Etchojoa en este esquema general que describe?
–Es un panorama muy crítico. Yo estoy preocupado, además de que estoy contento porque ya vamos a llegar al Gobierno. Me siento muy preocupado. No quiero hacer más de lo mismo, no quiero ser un presidente más y esto me va a ocasionar problemas. Siento que hay mucha presión. Hay 300 ó 400 gentes exigiendo y te dicen: “Oye, te ayudé. Dame una oportunidad, quiero trabajar, me gustaría trabajar”. Y desafortunadamente no hay tantos espacios.