La imagen es potente, duradera, emblemática, inolvidable. Unos cuantos antropoides con cara de muy despistados, de muy intrigados y quizá muy asustados, dan vueltas sin ton ni son alrededor de un extraño monolito que ha aparecido misteriosamente en medio de un paisaje agreste y rocoso. Mientras miran asombrados el artefacto, los antropoides hacen toda clase de gestos, producen una rica variedad de ruidos guturales y no de-jan de señalar el objeto. Algunos de los antropoides, los más osados, se acercan al monolito y se atreven a tocarlo; no ocurre nada al menos no de inmediato.
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