Aves y mamíferos están perdiendo su capacidad para esparcir semillas – SPORT
Las aves y mamíferos de todo el mundo han perdido la capacidad de esparcir las semillas a largas distancias. Los animales de hoy realizan esta función biológica, que se equipara en importancia a la polinización, con menor intensidad que antaño, concretamente un 60% menos. Las razones son diversas y van desde la desaparición de ecosistemas, hasta su fragmentación o incluso los impactos derivados del cambio climático. Y detrás de ello solo hay un responsable: el ser humano.
Un artículo publicado en la revista ‘Science’, que ha servido para ilustrar la portada del mes de enero, pone de relieve la delicada situación que atraviesa la flora mundial debido al deterioro de sus relaciones con el resto de animales. Cerca de la mitad de las especies vegetales del mundo dependen de que haya unos animales concretos que puedan dispersar sus semillas. En esta relación mutualista, conocida como zoocoria, ganan ambos, pues los animales reciben una recompensa nutritiva en forma de fruto y las semillas de la planta son trasladadas hasta otro lugar, de tal manera que puedan seguir vivas y ser competitivas.
“Es la única forma de que las semillas se expandan más allá de su sombra natural”, resalta el biólogo y director del Instituto de Productos Naturales y Agrobiología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Manuel Nogales.
Los autores del trabajo original, entre los que se encuentra el investigador de la Universidad de Rice (EEUU) Evan C. Fricke, reunieron datos en la literatura científica de más de 400 redes de dispersión de semillas en todo el mundo y desarrollaron modelos de aprendizaje automático para predecir los cambios en la dispersión de semillas debido a la disminución de los animales que las propagan.
Causas derivadas del hombre
Sin embargo, la desconexión de los hábitats, inducida principalmente por la antropización del medio o los cambios en los ciclos migratorios de algunas aves como consecuencia del cambio climático, está provocando que esta esencial tarea dentro de los ecosistemas esté cada vez más mermada. “Ya no se puede volar de un sitio a otro como se hacía antaño”, recalca el ecólogo del Instituto de Productos Naturales y Agrobiología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Alfredo Valido.
Esto genera que el “servicio ecosistémico” se frene en seco. Según el estudio -que se ha centrado solo en las especies de planta de fruto carnoso y los animales frugívoros que la diseminan- la pérdida de biodiversidad de aves y mamíferos ha provocado una disminución del 60% en la propagación de semillas a escala mundial.
“Esto tiene connotaciones muy preocupantes, porque los ecosistemas están cerca del colapso”, destaca Manuel Nogales. En este análisis coincide Valido, quien insiste en que todo el proceso que han descrito los investigadores internacionales “es lo que ocurre antes de que la especie se extinga”.
Desde hace ya varias décadas, los investigadores que trabajan en conservación han estado fijándose en las relaciones mutualistas de los ecosistemas, llegando a la conclusión de que son mucho más importantes de lo que se pensaba. “En los años 90 se abrió un gran debate sobre esto y se desestimó. Desde entonces no han parado de crecer las evidencias que indican que los servicios ecosistémicos son una pieza fundamental para la conservación de las especies”, resalta Valido.
De hecho, hay varios estudios recientes que han ahondado en este tipo de relaciones ecosistémicas y su importancia. Uno de ellos es el realizado por un equipo de investigación de la Estación Biológica de Doñana, que ha hallado una reducción significativa de las aves frugívoras en el área de Doñana en los últimos 40 años, lo que ha conllevado a una “disrupción de la dispersión de semillas”, como explican sus investigadores.
La importancia de las relaciones mutuas
No en vano, muchas de las políticas de conservación, especialmente con especies vegetales, fallan estrepitosamente por no tener en cuenta este vínculo. “Hay cientos de ejemplos en los que se procede a replantar especies en varios lugares, pero luego no perduran o no desarrollan frutos, pese a que se extreman sus cuidados y protecciones”, explica Valido. Esto sucede, a ojos de estos científicos, “porque son incapaces de reproducirse al no contar con el respaldo de sus dispersores de semillas”.
Por esta razón, según los investigadores este estudio es tan importante. Pues no solo viene a dar cuenta de cómo esas relaciones se están deteriorando, sino también de su importancia en la conservación. “Siempre hemos estado preocupados por la extinción de las especies, pero tendríamos que habernos dado cuenta que antes de ello ocurre la extinción de los servicios” .
El cambio climático no hace más que agravar esta situación. Si estas especies vegetales no pueden sobrellevar los cambios de temperatura en el lugar en el que se encuentran, la biodiversidad de las plantas también disminuirá. Esta pérdida de flora afectará a la humanidad de muchas maneras. Por un lado, incrementará el deterioro del suelo, lo que conlleva a que se acelere el cambio climático y a la aparición de nuevas enfermedades emergentes. Por otro, la pérdida de especies puede derivar en que se pierdan recursos tan importantes para la humanidad como los ingredientes primarios de algunos fármacos.
El estudio publicado en ‘Science’ pone de relieve, por su parte, la necesidad de restaurar las faunas para garantizar una difusión eficaz ante el rápido avance del cambio climático. Para los investigadores aún hay tiempo de frenar este daño que están sufriendo los ecosistemas. A escala mundial la solución es única: que los países se pongan de acuerdo en frenar las emisiones de CO2. A nivel local, los gobiernos deben apostar por modernizar las acciones de conservación, para así proteger también esas interacciones y el servicio ecosistémico.
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