Tu viejo teléfono es una mina – La Vanguardia
Teléfonos móviles y otros equipos eléctricos y electrónicos fuera de uso son una mina. Una mina urbana desaprovechada. El volumen que han adquirido es tal que su reciclado permitiría atender la demanda de los metales necesarios para la transición energética y el despliegue de las renovables, altamente dependiente de estos materiales. Así lo indica el informe Reciclaje de metales, la alternativa a la minería, financiado por el Ministerio para la Transición Ecológica y elaborado por Ecologistas en Acción.
Este documento resalta el aumento creciente de la producción y consumo de metales acumulados en stock en estos aparatos. Y cómo el escaso nivel de reciclado hace que al final los metales acaben incinerados o enterrados en vertederos; o incluso que permanezcan dentro de los teléfonos u otros equipos y aparatos guardados en casa.
En los hogares españoles hay 45,4 millones de teléfonos móviles que han quedado obsoletos y que ni se usan ni se reciclan, con un valor en contenido metálico que supera los 135 millones de euros (oro, plata, platino, paladio, cobre…), según datos de 2020.
Sin embargo, todo estos metales en stock en superficie podrían dar respuesta a la necesidad de nuevos metales derivada de la transición energética, tanto para el despliegue de las renovables (fabricación de aerogeneradores y plantas fotovoltaicas) como para la movilidad eléctrica. Así lo indica el referido informe, en cuyo cálculo se tuvo en cuenta las previsiones de la planificación energética del Gobierno hasta el 2030 como los materiales disponibles en tres fuentes de consumo: stocks de baterías, vehículos fuera de uso y aparatos eléctricos y electrónicos.
Las actuales políticas de transición ecológica están centradas en la sustitución tecnológica, en la generación de electricidad y en la movilidad. Eso hace que la demanda prevista de los minerales requeridos para la fabricación de estas tecnologías se vaya a multiplicar los próximos años. El Banco Mundial (2021) prevé que la demanda de litio y cobalto aumente en un 500 % entre 2018 y 2050 y la de níquel en un 100 %. “En 7.000 años de la historia, el hombre ha extraído el 50% de las reservas de cobre fácilmente accesibles, y ahora en 30 años queremos extraer el resto. El impacto que se causa es tal, que obliga a repensar nuestro modelo de producción y consumo”, dice Joám Evans, uno de los autores del estudio.
El stock de cobre en los equipos cubriría 58 veces la demanda para renovables y la movilidad eléctrica
Sin embargo, el stock de cobre en los aparatos y equipos de consumo permitiría satisfacer 58 veces la demanda de este mineral para renovables y movilidad eléctrica. De la misma manera, con esa minería urbana se podría conseguir el 137% de oro, el 63% del níquel y el 7,2% de la plata demandado para estos fines. “El oro se encuentra en el teléfono móvil inteligente en concentraciones 100 veces superiores al que se halla en las minas de más alta calidad”, dice Joám Evans.
Los equipos en stock permitirían, asimismo, captar el 61% del neodimio (utilizado para fabricar imanes, vehículos eléctricos y turbinas eólicas), el 8,7% del indio, el 8,3% de cobalto, el 2,7% del litio.
El informe ve necesario lograr “un aumento sustancial de la recuperación de minerales a partir de la minería urbana y de otras fuentes”. Uno de los obstáculos que está bloqueando el despegue de la industria del reciclado es la competencia ilícita que supone la minería tradicional.
Las prácticas extractivistas provocan costes ambientales que no son incluidos en los precios del metal en el mercado; en cambio, el material reciclado (que evita perjuicios ambientales) lleva aparejados beneficios no valorados en sus precios. «Los bajos precios de la minería ocultan los impactos negativos de esta actividad sobre los territorios donde se desarrolla», se señala.
Muchos metales en stock se exportan y se reciclan en el exterior, sin que España acoja estas instalaciones. «Ha habido una batalla épica entre Barcelona y Extremadura por ubicar la fábrica de baterías de coches, pero nadie batalla por saber dónde estará la fábrica para recuperar el litio cuando acaba la vida útil de las baterías”, dice Joám Evans. “Nadie ve ese potencial para el futuro”.
En el caso de España, una parte importante de la extracción de cobre (procedente de las minas de Riotinto) se exporta a China y vuelve formando parte de equipos y aparatos importados.
“El estudio confirma que con el reciclaje de metales se pueden cubrir sobradamente las necesidades para llevar a cabo la transición ecológica; por lo tanto, no está justificada la apertura de nuevas explotaciones mineras en nuestro país, especialmente de cobre, oro y plata”, dice Santiago Martín Barajas, que ha colaborado en el informe.
Ha habido una batalla épica entre Barcelona y Extremadura por ubicar la fábrica de baterías de coches, pero nadie batalla por saber dónde estará la fábrica para recuperar el litio cuando acaba la vida útil de las baterías”
En España se han presentado numerosas solicitudes para continuar desarrollando la minería de cobre: reapertura de Aznalcóllar (Sevilla), en Extremadura (Alconchel) o Galicia (Touro); o proyectos de minería de oro en Salave (Asturias) o Corcoesto (Galicia). Los recelos de esta expansión crecen sobre todo por los riesgos asociados a las balsas de residuos tóxicos.
El informe propone un diseño de los productos orientado a favorecer la reparación y la recuperación de materiales. También reclama contenidos mínimos de metal reciclado en nuevos productos. Otra idea es crear una empresa pública para los metales críticos, usados en menor cantidad, y cuyo reciclado no es rentable.
Lo que suele recuperarse en España es un material preconcentrado, pero este tipo de tratamiento comporta un infrarreciclado, lo que supone obviar una tecnología más precisa para separar los materiales valiosos pero presentes en pequeñas cantidades. “Si el proceso de reciclaje lleva a cabo una trituración del conjunto, la separación y recuperación de estos elementos se hace tan costoso que es cas imposible”, añade el informe.
El impacto ambiental de las minas
En España se han presentado numerosas solicitudes para continuar desarrollando la minería extractiva.
La explotación del cobre es, en este sentido, una de las actividades mineras que causa más impactos ambientales. El problema se agrava porque se están explotando minas con menos concentración de metal, por lo que las balsas con residuos también son cada vez mayores.
Especialmente temido es el riesgo de la rotura de estas balsas, como la que se produjo en 1998 en Aznalcóllar.
El colapso de las balsas de Riotinto, en la cuenca del Odiel (Huelva), conllevaría un río de lodos tóxicos con un caudal máximo de 34.716 metros cúbicos por segundo, según un estudio de la compañía Ayesa de 2014, si bien la multinacional minera Atalaya Mining, propietaria, ha desmentido este riesgo.
Las vetas de cobre con mayor concentración de mineral ya fueron extraídas por romanos y, hace un siglo, por los ingleses, de manera hoy quedan concentraciones residuales aunque rentables.
En la UE, los residuos mineros ya son la segunda principal fuente de residuos. Generan entre el 25 % y el 30 % del total. En las explotaciones de metales como el oro o la plata, más del 99,9 % de lo que se extrae acaba convirtiéndose en residuos. Para el caso del cobre, la producción de una tonelada de metal genera 110 toneladas de lodos y 200 toneladas de estériles de escombrera. Cada año se extraen unos 150.000 millones de toneladas de rocas que generan, entre otros residuos, 13.000 millones de toneladas de lodos.
Los efectos positivos del reciclaje de metales
Los efectos positivos de la obtención de metales a partir del reciclaje (frente a su obtención a partir de minerales procedentes de la extracción) incluyen, en primer lugar, la reducción de la presión minera, con los problemas ambientales que esta implica. Por ejemplo, reciclando una tonelada de acero se evita la extracción de 1,4 toneladas de mineral de hierro y una cantidad similar de “estériles” sin valor económico, que se descartan como residuo en escombreras. El acero reciclado supone reducciones en la contaminación de las aguas del 76 % y de consumo de agua en un 40 %. Otra ventaja del reciclado es que frena o impide la incineración, el depósito en vertedero o abandono de metales, potenciales causantes de daños ambientales