La vida del mural oculto del pintor Aníbal Gil – El Colombiano
La obra del artista, que justo hoy celebra su cumpleaños 90, necesita restauración. Esta es la historia.
En marzo de 2021, un cortocircuito causó un incendio en la maquila textil que quedaba en el segundo piso del Edificio Central, la antigua Caja Agraria, sobre la Avenida La Playa, en el Centro de Medellín.
Con el 30% del inventario y la maquinaria perdida, el arrendatario entregó el local que ocupaba desde hacía varios años, y desarmó la estructura que había montado para el funcionamiento de su empresa. Al desprender los módulos de una pared falsa emergió el mural Ganadería, agricultura y minería, del maestro Aníbal Gil.
La pintura está ahí desde 1963, cuando la Caja Agraria abrió un concurso para que artistas locales compitieran por hacer una obra relacionada con sus actividades en la nueva sede. Gil, quien venía de estudiar pintura al fresco y al temple en la Escuela de Bellas Artes de San Marcos en Florencia, Italia, ganó la competencia y durante unas seis semanas emprendió las tareas que terminaron en una pieza de 2,5 x 7 metros.
El banco eventualmente dejó el edificio, que pasó a albergar pequeñas manufacturas, oficinas financieras, de abogados y un parqueadero de motos, que ocultaron el mural. Algo similar a lo que le sucedió a Escena con Jinete (1960), el mural de Fernando Botero que se trasladó el año pasado al Museo de Antioquia.
Por fortuna, el Edificio Central, donde está Ganadería, agricultura y minería, se encuentra en buenas condiciones, porque hace parte del patrimonio de la ciudad, a diferencia del antiguo Banco Central Hipotecario, donde estaba el de Botero.
Una obra oculta
El maestro Gil, mientras le fue posible, estuvo pendiente de su obra. “Pasaba varias veces porque iba mucho al centro, parte de mi descanso era ir a caminar por sus calles, ver la gente y demás; pero no se podía entrar, eran almacenes. En un tiempo sí había un aviso que indicaba timbrar si uno quería ver la obra, y pensé que era bueno que la respetaran, pero pasaron años y el timbre dejó de existir”, cuenta el artista que hoy está cumpliendo 90 años.
Al mural se le hicieron perforaciones y le pegaron directamente algunos módulos de la pared falsa que lo cubrió. Además, se oscureció por estar tapado tanto tiempo. “Si yo tuviera 20 años, ya estaba subido en el andamio, pero no es prudente que a mis 90 esté encaramado por allá”, dice Gil entre risas. De todas maneras está dispuesto a guiar cualquier proceso de restauración que se ponga en marcha.
Los propietarios del edificio ya están gestionando las diferentes posibilidades de restauración con el gobierno nacional y la administración local.
Sin embargo, el local del mural se encuentra disponible para alquiler, y es probable que vuelva a dedicarse a una actividad relacionada con la manufactura, por la zona en la que se encuentra y sus características espaciales.
Beatriz Bettin Anaya, administradora del edificio, asegura que el mural se seguirá exhibiendo, que no volverá a cubrirse, pero que es posible que esté en un espacio privado, no abierto al público.
Homenaje pendiente
Para el coleccionista de arte Francisco Javier Escobar es de crucial importancia que se apueste por la conservación de esta obra y se haga con celeridad, antes que continúe poniéndose en riesgo o encerrada, pues hace parte de la modernidad del arte colombiano.
“Las instituciones y los curadores tienen la obligación moral e intelectual de poner a las nuevas generaciones en los planos contemporáneos. Desde los grandes museos se deben hacer ciclos expositivos que roten las colecciones, también grandes investigaciones y retrospectivas. Te tiene que impresionar un artista que tiene un cuerpo de obra de más de 50 años”.
Recientemente, el maestro donó 347 piezas al Museo de Antioquia y planea legar otro tanto al Museo Universitario de la Universidad de Antioquia, institución en la que trabajó gran parte de su vida, en la que fundó y sacó adelante el taller de grabado y, además, en la que tuvo la oportunidad de formar varias generaciones de artistas, entre los que se encuentran Marta Elena Vélez, Samuel Vásquez, Aníbal Vallejo, Hugo Zapata, Ángela Restrepo, Miriam Londoño, Álvaro Marín y Beatriz Jaramillo
“Su obra es fundamental para entender la inserción de los lenguajes modernos en los artistas colombianos. Es un iluminado de su tiempo, que trascendió estas montañas y a su abnegado maestro Rafael Sáenz, para estudiar y viajar por Europa, conociendo el arte desde los renacentistas hasta el cubismo y la abstracción. Conoció todas las técnicas, es un excelso dibujante, acuarelista, pintor al fresco, pintor de caballete y grabador”, explica el curador jefe del Museo de Antioquia, Carlos Uribe.
Argumentos suficientes para apoyar la restauración y difusión de una obra que también hace parte de la historia del arte en Medellín.