Elena Poniatowska: CDMX, capital de alto nivel intelectual: Carrión
Q
uizá fue por el temor a la guerra esa tarde del 24 de febrero de 2022 o por la inquietud que permeaba en la casa, pero todo me salió mal. El joven doctor en humanidades de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, Jorge Carrión, regresaba al día siguiente a Barcelona donde lo esperaban su mujer y sus dos hijos. La noticia de la guerra nos tenía muy inquietos. ¿Le ofrezco un café, un té, una copa?
No, no gracias
. Lo que el doctor Carrión quería era irse, estar con los suyos, esperar el futuro a su lado.
–Me llamo Jorge Carrión, soy de Barcelona, hijo de inmigrantes andaluces en Cataluña. Vivo en Barcelona desde hace tiempo, pero antes viajé por el mundo y pasé unos meses en México. En Barcelona, en 2001, conocí a Juan Villoro. Vine a México en 2004, y gracias a Juan descubrí la crónica latinoamericana; después viví en Chicago, volví a Barcelona e hice mi tesis doctoral sobre Juan Goytisolo y Winfried Sebald, el escritor alemán.
–¡Ah, qué padre! Quise mucho a Juan Goytisolo, primero lo vi casado con Monique Lange, quien trabajaba en Gallimard. El adoraba a Carlos Fuentes y en vez de Fuentes, Guillermo Haro y yo lo invitamos a conocer las pirámides de Teotihuacan. Vi de nuevo a Goytisolo en el Festival Horizonte 1982, en Berlín, y me topé con un hombre muy distinto. Sentado en posición de loto frente a una ventana abierta, me dijo: Siéntate como yo en el suelo
, y ya, frente a él, me explicó que era homosessual (a muchos españoles les cuesta pronunciar la equis), y que no volvería jamás a París. Respondí: ¡Lástima!
, porque amo a París…
–Lo entrevisté en su casa de Marruecos, Elena, y conocí a sus parejas. Cambió de vida, dejó Francia, dejó España; cambió de estilo literario.
–Goytisolo se hizo muy complejo. Tenía dos hermanos
–Sí, también ellos escribían: José Agustín, poeta, que se suicidó, y Luis, que aún vive. No se sabe por qué se suicidó José Agustín; la familia no lo dijo, pero tenía depresión. Los tres tienen su reconocimiento.
–Y usted, Jorge Carrión, ¿por qué vino a México?
–Vine invitado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) porque tengo un libro, Librerías, publicado por Anagrama. Es un viaje por las librerías del mundo. Tengo otro libro, Contra Amazon, que también es sobre librerías. Vine a hablar al Laboratorio Editorial de la UNAM sobre mis obras.
“Durante 20 años he ido a librerías de todo el mundo. Cada vez que viajo a una ciudad, lo primero que hago es entrar a sus librerías. Aquí me parece increíble que usted viva justo detrás de dos muy buenas librerías, la del Fondo de Cultura Económica y la Gandhi, pero la noticia de la guerra entre Rusia y Ucrania todo lo echa a perder. Ayer iba a cenar con amigos periodistas; no llegaron porque tuvieron que quedarse en la redacción por lo que está pasando.
Acabo de leer un artículo sobre Putin. Hubo sanciones de Estados Unidos y la Unión Europea en 2014, pero la reacción de Putin fue cambiar la economía rusa para prepararse para una sanción como la de ahora. En 2014 se cancelaron las tarjetas American Express y Visa en Rusia, y Putin creó un sistema de tarjetas estatal. En ese año también se cortó el envío de cereal y Putin cambió el sistema agrícola, y ahora es el mayor productor de trigo del mundo. Ha estado preparando esto durante años… Nadie lo puede parar. Es lo que pasó con Siria, que ahí se demostró que Estados Unidos no puede seguir interviniendo como lo hace porque tampoco soluciona conflictos. Creo que Putin está convencido de que nadie va a intervenir militarmente; además, es aliado de China y de India; no tiene nada que temer a ese nivel. Va a cambiar la geopolítica y la economía, porque subirá el precio del petróleo, el del gas. La Europa del Este es la que acaba sufriendo. Después de los refugiados sirios que hemos recibido, ahora van a llegar los ucranios.
–Cambiando de tema, doctor Carrión, ¿cómo ve a los jóvenes asistentes a sus conferencias?
–Fue fantástico. El nivel de los estudiantes de la UNAM me parece muy alto, más que el de los de España. Las preguntas y comentarios fueron muy buenos; me conocían, me habían leído. Estoy muy contento con México, la verdad. Nunca he ido al El Colegio de México, siempre he estado en la UNAM y en el Centro Cultural España una vez; en Monterrey, en la Universidad de Nuevo León, también de alto nivel.
– Me da mucho gusto lo que dice.
–Buenos Aires y Ciudad de México me parecen capitales de muy alto nivel intelectual. Yo soy más leído aquí y en Argentina quizá que en España. Mis artículos en The New York Times y el Washington Post son muy leídos en México. Ayer me entrevistó un periodista muy preparado, quien asistió a una de mis conferencias. Hay que tener esperanza en el futuro.
–¿Cómo lo ve ahora?
–Mal, porque estamos en la pandemia, una crisis climática y, encima, en guerra. Estamos fatal, pero esta plaza donde usted vive es maravillosa, como un oasis dentro de la ciudad, una burbuja.
(La invasión de Rusia a Ucrania me tiene tan totalmente confundida porque empiezo a hablarle como si yo fuera la entrevistada y le cuento de la Editorial Siglo XXI, “aquí, muy cerca, en una de las puertas de la universidad. Me sigo con don Arnaldo Orfila Reynal, a quien Díaz Ordaz corrió del Fondo de Cultura Económica a raíz de la publicación de Los hijos de Sánchez, y la fundación de Siglo XXI, apoyado por intelectuales mexicanos.) En uno de mis respiros, Jorge Carrión intenta explicar:
–Después de hacer la tesis doctoral sobre Juan Goytisolo, El viaje en su obra, y el escritor alemán W. Sebald, trabajé en la Universidad Pompeo Fabra de Barcelona, donde doy clases de crónica y de literatura. Me dedico a escribir.
“Nadie imaginó que podía haber una guerra en 2022 –suspira Jorge Carrión. ¿Cómo va su fundación, cómo funciona?”
–Bien, a pesar de la pandemia. Para los premios de novela y de cuento llegan cantidad de excelentes manuscritos. Es emocionante ver que la calidad es alta. Algunos llegan de Centroamérica y hasta de Argentina y de Chile.
–¿La biblioteca la tiene ordenada por orden alfabético, Elena?
–Quisiera dejar una biblioteca ordenada, pero lo de Ucrania nos tiene fritos a todos.