Muchos riesgos y aún más dudas ante el posible default de Rusia
Rusia no es un país con un historial de solvencia financiera particularmente malo (como, por ejemplo, España), pero cuando deja de pagar su deuda las consecuencias resuenan por todo el mundo. Lo ha hecho dos veces, con 80 años de diferencia: en 1918 cuando los bolcheviques repudiaron la deuda zarista, y en 1998, cuando el impago ruso (solo de su deuda en divisa fuerte, en rublos siguió pagando) provocó una crisis financiera a gran escala, al menos para los estándares de la época. Saber si estamos cerca de la tercera no es sencillo.
¿Cuánta deuda está afectada?
Según el BIS, empresas y administraciones rusas tienen emitidos 300.000 millones de dólares, 270.000 millones de euros, siendo deuda pública la quinta parte, unos 60.000 millones de dólares. Fitch ha asignado a la deuda soberana rusa el rating C, un escalón por encima del impago selectivo. Con todo, la complejidad de las sanciones, los controles de capitales y las condiciones de las emisiones de bonos hacen que declarar un impago sea más complicado de que cabría esperar.
¿Qué suponen los controles de capitales?
Para preservar sus reservas de divisas Moscú optó en primer lugar por prohibir el desembolso de dinero a los inversores extranjeros (incluidos intereses). Posteriormente el banco central ha indicado que atenderá los pagos, pero los inversores de países que considera hostiles (casi todo Occidente) recibirán rublos. Una vía para que Rusia no anuncie un default, pero que le permita en cambio mantener lo menos deteriorada posible su reserva de divisas fuertes.
¿Es eso un impago?
Probablemente sí, pero no de forma automática. En términos generales, si un país pudiera pedir dólares y devolver alegremente moneda local, ninguna economía emergente se desprendería de sus divisas. El impago, así, dependerá de la letra pequeña en cada folleto de emisión, de si los tenedores de bonos aceptan el cambio de divisa e, incluso, de si algunos de ellos exigen sus dólares aunque la mayoría acepten rublos (como sucedió con la deuda argentina tras la reestructuración)Tal y como indica Bloomberg, citando a JP Morgan, algunas emisiones de eurobonos (deuda emitida en la UE) contienen cláusulas que permiten el pago en otras divisas. Los analistas de Morgan Stanley ven el impago como “el escenario más probable”, según una nota de esta semana de Simon Waever, codirector global de estrategia de deuda soberana emergente. “En caso de default, es poco probable que sea como uno normal, siendo, en cambio, Venezuela [que entró en impago selectivo en 2017 al no abonar el interés de una emisión] la comparación más relevante”.
¿Quién dice si es impago?
Las propias agencias de rating. Algo que tardará en llegar: hay un mes de gracia para atender los pagos pendientes declarar default. La declaración de impago de la deuda soberana rusa podría llegar, según Morgan Stanley, el 15 de abril, cuando se cumple el periodo de gracia para los vencimientos de deuda en dólares de este mes. Asimismo, la ISDA, la asociación de intermediarios que decreta si se dan las condiciones para la activación de los seguros de impago.
¿Qué dice el mercado?
El mercado de deuda rusa no está operativo hoy por hoy. Los controles de capitales y las sanciones han desconectado Moscú de la arquitectura financiera mundial, por lo que no hay precios fiables. Según Bloomberg, la deuda rusa en divisas cotiza con descuentos desde el 30% hasta el 80%. Los CDS, o seguros de impago, cotizan a 3.150 puntos, 10 veces más que antes de la invasión y en un nivel similar al de Grecia durante la crisis del euro. El bono ucraniano cotiza al 31% del nominal y el CDS está por encima de los 5.000 puntos, habiendo superado los 15.000.
¿Qué ocurre con emisores corporativos?
Dependerá de si pueden hacer frente a los pagos, si el banco central se lo permite y de si los bonistas pueden aceptar rublos. De momento, Gazprom ha abonado su deuda en dólares con más dólares. Otras empresas han contratado bancos de inversión para renegociar.
¿Qué efecto tendría un default?
Es una incógnita. A priori, la desconexión rusa del mundo financiero ha hecho que los inversores extranjeros estén ya preparados para absorber el impacto de un default o para cobrar en un muy devaluado rublo. Stephen Roach, ex responsable de estrategia de Credit Suisse, ha apuntado por el contrario que el impago tendría impacto a gran escala en los mercados emergentes y aventura un contagio a China. En 1998 el sorpresivo default ruso sí provocó una crisis financiera en los mercados emergentes, desplomes de la Bolsa y la caída de fondo LTCM.