"El medio ambiente siempre va por detrás de la economía" – El Confidencial
En el Parque Nacional de Doñana, una joya de la biodiversidad a preservar, existen opiniones contrapuestas sobre los derechos de agua, es decir, entre conservar la naturaleza y la explotación de la tierra, asegura Carmen Díaz Paniagua, de la Estación Biológica de Doñana (CSIC), quien lamenta que en España «el medio ambiente siempre va por detrás de la economía». Díaz, experta en humedales y con 40 años de trabajo a su espalda, hace hincapié en la existencia de «una lucha entre quien tiene derecho y quien no tienen los usos del agua», y subraya, la evidencia a día de hoy, de quien va ganando.
A su juicio, la clave para conservar este emblemático ecosistema radica en «limitar las extracciones de agua» y no sacar más de lo que se pueda: «Comprendo que la gente luche por su economía» -en clara referencia a las empresas de cultivo y de turismo de la zona-, pero nos estamos «cargando Doñana y habría que regularlo, la situación es bastante extrema». La investigadora explica que la extracción de agua no es algo actual, sino que se remonta a la década de los 80 con la expansión de invernaderos y de áreas turísticas, que desde entonces captan aguas del acuífero para sus riegos agrícolas y para el abastecimiento de la población, lo que perjudicó notablemente el Parque.
«Nos estamos cargando Doñana y habría que regularlo, la situación es bastante extrema»
Cabe destacar que, la superficie de los invernaderos se ha incrementado en un 487% entre 1995 y 2016, a pesar de las advertencias de expertos, que en las décadas de los 80 y 90 alertaban ya sobre el impacto negativo que los descensos de las aguas subterráneas podrían ocasionar sobre las lagunas de Doñana. Con los periodos de lluvias -otoño, invierno, primavera- , el acuífero se recarga y suben los niveles, y cuando los niveles freáticos alcanzan la superficie del terreno, se inicia el ciclo de inundación de las lagunas temporales.
En un año de escasez de lluvias, el acuífero apenas se recarga, y si, además, está sobreexplotado, las aguas subterráneas se alejan del fondo de las cubetas de las lagunas y estas necesitan mayor cantidad de lluvias para llenarse, e incluso muchas no se inundan o se acorta el periodo de inundación estacional, por lo que especies acuáticas que las habitan, algunas únicas y amenazadas, no completan su ciclo anual. La mayoría de las lagunas son «pequeñitas, pero muy valiosas y singulares» con una gran conectividad entre ellas, se secan en verano y albergan múltiples especies de fauna y flora muy particulares.
En este punto, la investigadora señala que los ciudadanos piensan que Doñana solo tiene marismas, pero también tiene este sistema de lagunas temporales único y peculiar -de ahí su grandeza- que representa un punto meridional muy conservado dentro de Europa para la distribución de muchas especies, y podría reducirse incrementando su vulnerabilidad.
Se necesita de un «esfuerzo muy grande y conservar lo que queda», añade la experta, para explicar que algunas especies, como los coleópteros acuáticos, se mueven de una a otra laguna según se van secando, pero si todo está seco, ¿donde van? «Probablemente muy lejos o incluso podrían extinguirse«. «Es urgente arreglar todo cuanto antes, si se tardara mucho más el agua se podría poner, pero las especies perdidas ya no estarán».
A día de hoy -aclara Díaz-, lagunas que hasta hace poco se inundaban y mantenían vegetación acuática, en la actualidad muestran toda su cubeta llena de vegetación terrestre: pinos, jaguarzos, aulagas, brezos y zarzas, evidencia de que ya no son lagunas.
El sistema de lagunas temporales con conectividad entre ellas se ha perdido sobre todo en la zona norte, que es la más afectada, señala la investigadora, quien precisa que «asusta» el avance de matorral colonizando las lagunas: aproximadamente un 60 % de las lagunas no se han inundado desde 2014 hasta la actualidad. A su juicio, en Doñana se percibe más «conciencia social» a nivel nacional e internacional que local, para solucionar el problema de conservación, porque asevera, «es aquí, donde hay más intereses».
Díaz manifiesta que era optimista respecto al futuro del Parque, «se estaban proponiendo acciones para mejorar la situación, pero los cambios recientes me hacen pensar que no tiene solución»:Cuando la balanza parecía inclinarse hacia la conservación de Doñana, surgen en 2022 cambios políticos, que vuelven a inclinarla hacia la agricultura.
«Estos cambios tan drásticos hacen perder la esperanza y generan un desequilibrio, en el que una vez más Doñana, una de las zonas más protegidas de España, pierde, y si no la protegemos, no protegeremos nada,» observa Díaz, para añadir que, el Ministerio para la Transición Ecológica (Miteco) hace lo que puede. «Si somos optimistas es porque todavía a nivel nacional y europeo se defiende Doñana y eso es lo que de verdad nos puede salvar», concluye la experta.