Luis Enrique Ramírez: Rosa Gloria Chagoyán: una luchadora social
▲ El periodista Luis Enrique Ramírez fue asesinado en Culiacán, Sinaloa, el 5 de mayo pasado. En la imagen, captado en 2000, año en que publicó el libro La ingobernable. Foto archivo
La nostalgia por el periodismo cultural acompañó siempre a Luis Enrique Ramírez (1963-2022), desde que decidió, a principios del nuevo milenio, dedicar su pluma a la columna política en su natal Culiacán. En 1994, apenas unos pocos años después de haber comenzado en la Ciudad de México una prolífica carrera como reportero de a pie, dedicado a entrevistar tanto a celebridades de la farándula como a los intelectuales del panorama nacional, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes publicó una selección de sus trabajos más relevantes, realizados para los diarios Noroeste de Sinaloa, El Financiero, El Nacional y La Jornada. El libro, titulado La muela del juicio, se convirtió de inmediato en un referente, utilizado hasta la fecha como material de enseñanza para las nuevas generaciones de periodistas que buscan aprender la nítida redacción y, sobre todo, la habilidad para llevar al entrevistado a ofrecer sabrosas y reveladoras charlas. Como un reconocimiento a la labor que en estas páginas realizó nuestro colega, asesinado hace unos días en Sinaloa, presentamos esta conversación que tuvo en 1991 con la actriz y cantante Rosa Gloria Chagoyán, quien recién dio a conocer su canción Todas las mujeres somos bien bonitas, como una manera de alzar la voz contra la violencia de género. Ella sigue siendo, como bien la definió Luis Enrique, una luchadora social; dio voz a las mujeres traileras en un programa de radio que tuvo hace unos años y ahora prepara una serie de televisión donde abordará las vicisitudes que sufren los migrantes para reafirmarse como la Rambo mexicana
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osa Gloria Chagoyán ve con ansiedad el plato de chicharrones que su esposo, Rolando Fernández, comienza a devorar. Ha llegado a la fonda Santa Anita con el hambre atrasada y atrasada media hora respecto de lo acordado, pero no se disculpa y está en su derecho: las divas no piden perdón.
La concurrencia entera del restaurante la contempla. Su metro 72 de exuberancia le impediría pasar desapercibida aun no siendo famosa. Viste completamente de negro. El pantalón sugiere sus formas, las botas se ciñen a las pantorrillas, la chamarra deja ver con discreción lo que con generosidad permitiría la blusa strapless sola. El cabello rubio, y ella sonríe todo el tiempo.
Su esposo, productor y guionista de todas sus películas desde Lola la trailera, es su principal promotor:
“La verdad de las cosas, Rosa Gloria es una mujer inmensamente bella. En su espectáculo lleva 12 o 14 bailarinas, y mi deber es buscar puras guapísimas, no podemos meter ni una fea. Pero cuando entra Rosa Gloria les parte… la progenitora de sus días. Es una mujer que tiene ese carisma, tiene el sexi que se proyecta a través de los ojos, del alma…”
–¿Y a usted no le dan celos?
–Noooo, hermano. Al principio sí, pero ahora, mira yo con ella soy guarura, cargador, ingeniero de sonido, ayudante, escritor, compañero de aventuras, productor, actor y de repente en los palenques algunos llegan y me dicen: Oye, qué buena está, ¿verdad?
¡Oye, qué cuerazo de vieja!
A mí me da risa. Pero es que, te digo, es una belleza… Una belleza inocente, una belleza… ¿Cómo se dice lo que sienten los hijos por las madres? ¡Ternura! Es una belleza con ternura, una sexi con ternura, una combinación muy especial la que tiene Rosa Gloria: sexi, pero tierna; agresiva, pero no violenta; no sé cómo te podría decir.
En lo que encuentra la frase justa, las preguntas se dirigen a Rosa Gloria Chagoyán. Con ella es la entrevista. Ha accedido luego de mil llamadas telefónicas. No tengo tiempo, mi amor.
Cuando no filma, presenta su show en rodeos, ferias, bailes, palenques y teatros de la República Mexicana y de Estados Unidos. Trabaja, dice, todos los días del año. Siempre he sido muy trabajadora
. Antes de Lola la trailera hizo 40 películas, fotonovelas, telenovelas, comerciales; fue animadora de radio y televisión. En 1983 vino el taquillazo.
–Yo buscaba un cambio dentro de mi trabajo –recuerda. Era un momento de una búsqueda por algo más, y dije: Bueno, he trabajado en muchas películas para otras personas, ahora quiero trabajar en una película para mí
. Así hicimos el plan de Lola la trailera, lo diseñamos entre Rolando Fernández y yo; gracias a Dios gustó muchísimo al público.
–Se convirtió usted en un ídolo popular.
–Sí, a mí me gusta mucho tener ese contacto y estar tan…
Esta tarde las palabras parecen escasear. Rosa Gloria, sin más, apaga la grabadora. Levanta la cara, se lleva los dedos al mentón, vuelve a encender la grabadora y completa:
–Tan identificada con mi gente.
No le interesa ser una actriz de élites, afirma. En otro tiempo, tras concluir la carrera de actuación, “pues sí hubo un momento en que decía: ‘quiero ser la mejor actriz de teatro clásico que hay’, pero conforme la vida te va llevando y conforme vas conociendo realmente lo que es el trabajo, me di cuenta de que no, que lo que yo quiero es trabajar para mi gente. En diferentes épocas de mi vida he trabajado haciendo labor social y siempre he estado muy cerca del pueblo.”
–¿Surge usted de las clases populares?
–Pues vengo más bien de una clase media.
–¿Qué le da el contacto con el pueblo?
–Mucho. Es gente tan linda de verdad, es gente que tiene un gran amor por la vida, por la familia, por el amor también, entonces esa gente hace que uno aprenda a valorar muchas cosas. Ellos, por ejemplo, se quitan el pan de la boca para dártelo, se quitan el suéter para dártelo.
Rolando vuelve a intervenir, dejando a un lado el chicharrón:
–Yo quiero, agradeciendo tu generosidad, aclararte una cosa: que Rosa Gloria es de extracción de pueblo. No clase media. Ella nace de pueblo. Orgullosamente, pueblo, digo, y orgullosamente seguimos siendo pueblo. Por eso creo que nos entiende el gran público, la gran masa, porque somos parte de esa presencia, de esa raíz. A Rosa Gloria le dieron con la puerta en la cara cuando empezaba con sus películas, con sus discos; luchó contra la corriente sin tener una disquera, sin tener una compañía productora, sin tener nada…
–¿Hasta que encontró a Rolando Fernández, Rosa Gloria?
–Uy, desde luego, claro. Hicimos una mancuerna de trabajo maravillosa. Nos entendemos muy bien, y logramos… ¿Qué logramos, mi amor? –se dirige a él, que responde:
–Bueno, pues hemos logrado, aparte de luchar, encontrar formas de financiamiento que no existían para el cine. Hemos logrado llegar con nuestro cine a Corea, Japón, India, África, Alemania. En América Latina no se diga, en Estados Unidos es un éxito arrollador. Es más, se puede decir que el éxito viene de Estados Unidos para acá; allá empezó el éxito de las películas de Rosa Gloria Chagoyán, es ídolo de más de 7 u 8 millones de latinos, por eso le acaba de dar un reconocimiento el Congreso de la Unión de Estados Unidos por sus películas, por su mensaje, su lucha contra la drogadicción, contra el mal. Subliminalmente, siempre proyectan eso las películas de Rosa Gloria Chagoyán, y allá se le considera un ídolo, una heroína, un patrón a seguir por las juventudes latinas.
La actriz aprovecha para llegarle al chicharrón. Toma una tortilla y se hace un taco mientras su esposo continúa:
–Rosa Gloria es una mujer de acción que sabe montar perfectamente a pelo, andar en motocicleta, manejar helicóptero, planeador; sabe box y karate; tiene la carrera de danza clásica, de arte dramático; es de las únicas mexicanas que ha obtenido un lugar internacional de belleza –fue Miss Caribe Internacional en Maracaibo, Venezuela–. Pero aparte de esa belleza, que es ya un don que Dios le dio, la dureza de su cuerpo, ella es una apasionada del deporte; hace dos horas diarias de gimnasio, levanta 100 kilos de peso con las piernas, por decirte algo, y luego baila dos horas diarias. Todo eso la hace mantenerse en una forma tan sensacional. Por eso su éxito. Es la única mujer de acción que ha existido en la historia del cine mexicano. Ella es la única que nace, y nace un cuerazo de mujer. Por eso no podemos utilizar doble
para las escenas de peligro. ¿Cómo le rellenas al doble
esas formas? ¡Es la Mujer Maravilla, es la Supermana de México, la Rambo mexicana!
“En enero comenzamos el rodaje de una nueva película, Juana la cubana, e inmediatamente después iniciamos Lola la trailera IV. En la primera parte luchó por su padre, luego contra la mafia y ahora lucha por su raza, por la gente que están matando en la frontera estadunidense. Es una película de denuncia, de un contenido sensacional, social, pero comercial, con la espectacularidad que rodea los filmes de Rosa Gloria Chagoyán. Vamos a plasmar en esta película todo el dramatismo de la gente que va a Estados Unidos a buscar un pedazo de pan…”
***
–¿Es una luchadora social, Rosa Gloria?
La pregunta llega justo en el momento en que la actriz da una mordida a su taco. Apura el bocado, sin masticarlo, y el reportero no puede evitar sentirse responsable de lo que ocurrirá con la digestión de la entrevistada.
–Sí, mi amor… Mmm… Siempre he sido luchadora, mi amor, toda mi vida he luchado… Mmm… Y además todo me ha costado mucho trabajo, ¿eh?.. Pero sí soy luchadora social, sí he trabajado por muchas causas y he tratado, con lo que está en mis manos, siempre ayudar al que lo necesita.
–¿Y se siente usted la Rambo mexicana
?
–Bueno, es lo que dicen, la gente lo dice así, me dicen: Tú eres como la Rambo mexicana
, y yo digo bueno… Pero yo soy la mujer de la acción y la aventura, y eso sí me encanta, me fascinan las películas de aventuras y de acción. Desde niña fui muy atrabancada, me gustaba nadar hasta los más hondo, subir a los árboles, andar en la azotea… Por eso decidí hacer películas de acción, y cada una, gracias a Dios, la hemos podido hacer mejor que la anterior. Nuestra nueva película, La guerrera vengadora II, considero que es la mejor que hemos hecho, la más difícil, la que más trabajo nos ha costado, la que más dinero ha costado, y pues donde más nos hemos arriesgado físicamente también.
La guerrera vengadora II, aventuras de una mujer que lucha contra el pandillerismo montada en motocicleta, anuncia en el reparto, además de Chagoyán y Fernández, a Jorge Vargas, Tun Tun, El Borras, El Polivoz, El Pelón Solares, Carlos East, Edna Bolkan, Silvia Manríquez, Condorito y Carlos Monsiváis.
–¿Carlos Monsiváis?
–Tuvimos el honor y la gran alegría de que nos apoyara en esta película –dice Rosa Gloria. Le agradezco mucho de verdad, porque esto demuestra que una película comercial también puede ser buena. Antes, la crítica decía que sólo las películas intelectuales eran buenas, y que las comerciales, todas, eran malas. Pero no es así, nosotros no lo consideramos así, y aquí pues el señor Carlos Monsiváis nos está apoyando para demostrar que una película comercial puede tener mucha calidad.
–¿Usted ya lo conocía?
–Lo conozco. No llevo una relación muy íntima con él, pero lo reconozco y admiro.
–¿Qué papel hace él?
Contesta Rolando Fernández:
–¡Un capo de la mafia!
Ríe, y el chicharrón se le atora. Sufre un ataque de tos. Rosa Gloria le replica: ¡Ay, no, no digas eso!
Sin recuperarse del todo, el productor añade:
–No. Es un intelectual que está de invitado en una fiesta donde hay muchos magnates. Llevan a unas muchachas muy guapas, entre ella a Rosa Gloria, y entonces don Carlos Monsiváis, con su estilo peculiar, hace unas exclamaciones en cuanto a la belleza de la mujer mexicana. Lo hace de forma muy simpática, pero con gran profundidad literaria.
–¿Usted escribió el parlamento?
–No, son cosas que a él se le ocurrieron; sus diálogos son cosecha de él y a la gente que ha visto la película le han parecido sensacionales.
Suena el teléfono celular; Fernández contesta mientras la pregunta se dirige a su esposa.
–Y usted, Rosa Gloria, ¿ha leído a Monsiváis?
La actriz abre los ojos con desmesura, mueve la cabeza negativamente y se lleva el índice a los labios al tiempo que cubre el micrófono de la grabadora.
***
Rosa Gloria contiene un suspiro de alivio cuando el reportero da por terminada la entrevista. Toma el menú, lista, por fin, para ordenar. La preocupación de Rolando Fernández es otra:
–Hermano, te suplico, acuérdate: Que ella es pueblo. Recálcalo, por favor…
Noviembre de 1991