Simon Rattle honró a la cultura rusa con un repaso de la biografía sonora de Stravinsky – La Jornada
El director británico Sir Simon Rattle retornó ayer al podio de la Filarmónica de Berlín, orquesta con la que emprendió una de las revoluciones musicales más importantes de nuestra era hace dos décadas, y con una sonrisa dirigió un homenaje a la cultura rusa, en un mensaje de paz de gran finura, sin aspavientos, cuando el mundo del arte prohíbe todo lo ruso de sus salas de conciertos, museos y teatros.
Nuevamente hizo magia Sir Simon Rattle: sin decir una sola palabra acerca del conflicto en Ucrania, se limitó a explicar, durante el intermedio del concierto que se transmitió en la Digital Concert Hall, que él creó en 2008, y gracias a la cual miles y miles disfrutamos de sus conciertos en vivo en el mundo, que luego de dirigir la Sinfonía 102 de Haydn, pensó en Stravinsky como otro autor de gran nitidez y claridad en su lenguaje.
Armó Rattle una partitura de una hora de duración hilvanada con 12 miniaturas que tituló: Stravinsky Journey: una biografía del músico a través de las obras que compuso, desde muy joven, hasta su opus póstumo.
El resultado fue una fascinante sucesión de imágenes sonoras, que inició con un fragmento del ballet Agon y terminó con otro fragmento de la misma obra; es decir, terminó como comenzó, en un símbolo de lo infinito, lo inmortal, lo indestructible.
Explicó frente a la cámara: “Quisimos juntar un conjunto de joyas y gemas y dejar de lado las obras conocidas de Stravinsky, las de su trilogía, para concentrarnos en obras breves, para pequeña orquesta y mostrar así a un compositor ruso, profundamente ruso”.
Inició el concierto con la Sinfonía 102 de Haydn, que dirigió Rattle de memoria, ojos cerrados, sonrisa permanente en el rostro, cejas de algodón, como toda su larga cabellera rizada.
A esa sinfonía de la alegría siguió el homenaje a la música rusa: luego de Agon, sonaron partituras prácticamente desconocidas de Stravinsky, como El fauno y la pastora (con la participación de la mezzosoprano rusa Anna Lapkovskaja), y rarezas como el ciclo de canciones Pribaokti, en ruso, y delicias, como los Fuegos de artificio, la Polca de circo para 50 elefantes y 50 bailarinas (que montó el genial Diaguilev hace 50 años), fragmentos de las Suites 1 y 2 para pequeña orquesta.
Más rarezas: Four Norwegian Moods, Cuatro canciones de cuna para un gato (Dodo, el gato de Stravinsky), fragmentos de los Réquiem Canticles (la última obra que escribió y que sonó en su funeral), Apollon Musagete y un final fantástico: Scherzo a la Russe, con Sir Simon Rattle bailando en el podio, sonriendo, disfrutando de esta gran oda a la paz que fue su concierto de este sábado, en su retorno al podio de su orquesta, la Filarmónica de Berlín, que dirigió durante 18 años y nunca dejará de dirigir.
Ya, otorguen el Premio Nobel de la Paz a Sir Simon Rattle. Su concierto de este sábado fue una de las acciones más amorosas que han sucedido en la vida musical del mundo.