Detectan en la atmósfera un nuevo químico potencialmente dañino para la salud y el clima
Se ha descubierto por primera vez en la atmósfera la formación de hidrotrióxidos, una nueva clase de compuestos químicos cuya existencia se sospechaba —pero sin pruebas—, y cuyo efecto en la salud humana y en el clima global debe aún estudiarse.
Un equipo liderado por el Instituto Leibniz de Investigación Troposférica (Tropos), en Alemania, publica en Science un estudio en el que aporta por primera vez pruebas de que la formación de hidrotrióxidos (ROOOH) se produce también en condiciones atmosféricas y documentan este proceso.
Los hidrotrióxidos (ROOOH) son sustancias gaseosas con un grupo formado por tres átomos consecutivos de oxígeno (O) y un átomo de hidrógeno (H), que está unido a un resto orgánico (R). Son extremadamente reactivos; es decir, muy capaces de generar reacciones químicas cuando entran en contacto con otros elementos.
En experimentos de laboratorio, los especialistas demostraron que se generan durante la descomposición atmosférica de sustancias conocidas y ampliamente emitidas, como el isopreno y el sulfuro de dimetilo.
PUEDES VER: Fármaco experimental logra reducir tanto peso como las cirugías para la obesidad
Mediante cálculos químicos cuánticos y modelos se han estimado datos importantes sobre esta nueva clase de sustancias. Además, se calcula que su vida útil va de minutos a horas, lo que las hace lo suficientemente estables como para reaccionar con otros compuestos atmosféricos.
La capa inferior de la atmósfera terrestre es un gran reactor químico en el que se transforman cada año varios millones de toneladas métricas de hidrocarburos, emitidos por los bosques o por fuentes antropogénicas, lo que conduce finalmente a la formación de dióxido de carbono y agua.
“El tipo de compuestos que hemos descubierto son únicos en su estructura. Y, como son extremadamente oxidantes, lo más probable es que aporten una serie de efectos que aún no hemos descubierto”, indicó Henrik Frum Kjaergaard, uno de los firmantes de la Universidad de Copenhague.
Potenciales efectos en la salud
Es necesario, agregó Torsten Berndt del Instituto Tropos, “seguir investigando para determinar el papel de los hidrotrióxidos en la salud y el medioambiente”.
En todo caso, Kjaergaard hizo hincapié en que estos compuestos “siempre han existido, solo que no los conocíamos” y en que tener ahora pruebas de su formación significa que se puede estudiar su efecto de forma más específica a fin de responder a si “resultan ser peligrosos”.
El equipo sospecha que los hidrotrióxidos son capaces de penetrar en las diminutas partículas del aire, conocidas como aerosoles, donde crearían nuevos compuestos con diferentes efectos.
“Es fácil imaginar que se formen nuevas sustancias en los aerosoles que sean perjudiciales si se inhalan, pero es necesario seguir investigando para abordar estos posibles efectos sobre la salud”, afirmó.
PUEDES VER: Médicos realizan primer trasplante doble de manos en paciente con extraña enfermedad
Y en el clima
Si bien los aerosoles también tienen un impacto en el clima, son una de las cosas más difíciles de describir en los modelos climáticos. Y según los investigadores, existe una alta probabilidad de que los hidrotrióxidos afecten la cantidad que se produce.
“Como los aerosoles reflejan y absorben la luz solar, esto afecta el balance de calor de la Tierra; es decir, la proporción de luz solar que la Tierra absorbe y devuelve al espacio. Cuando absorben sustancias, crecen y contribuyen a la formación de nubes, lo que afecta al clima de la Tierra también”, dijo Eva R. Kjaergaard, coautora y estudiante de doctorado.
Los investigadores esperan que el descubrimiento nos ayude a aprender más sobre los efectos de las sustancias químicas que emitimos.
“La mayor parte de la actividad humana conduce a la emisión de sustancias químicas a la atmósfera. Por lo tanto, el conocimiento de las reacciones que determinan la química atmosférica es importante si queremos poder predecir cómo afectarán nuestras acciones a la atmósfera en el futuro”, finalizó el coautor Kristan H. Moller.
Con información de EFE y Europa Press.