Estos nueve alimentos podrían desaparecer por el cambio climático – Directo al Paladar México
¿Te imaginas vivir en un mundo sin chocolate, vinos o cerveza? Sabemos que sí, suena como el argumento de una película post-apocalíptica, pero no es tan distante de la realidad. Especialistas explican que uno de los mayores retos que desencadenan los efectos del cambio climático recae en la seguridad alimentaria. Y esto no sólo restringe la producción de ciertos alimentos, sino que también podría promover que muchos de los alimentos y productos favoritos que asumimos como parte de nuestra dieta y vida cotidiana podrían desaparecer o volverse muy, muy caros.
Las inundaciones, sequías, olas de calor y tormentas son fenómenos que se han intensificado en los últimos años como consecuencia del aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero que surgen del sistema de producción y la actividad humana que han provocado este fenómeno que conocemos como cambio climático.
Según el informe Climate Change: 2021: the Physical Science Basis, los expertos del The Intergovernmental Palen on Climate Change (IPCC) han explicado que el cambio climático apunta para un aumento de dos grados más en la temperatura global para el año 2050 (aunque el planeta ya se ha calentado 1,1°C) con lo que tendrá consecuencias en todo el mundo -que ya estamos percibiendo-, entre las que destacan el aumento de olas de calor, una disminución en las reservas de agua dulce y una subida del nivel del mar, por ejemplo.
Esto, inevitablemente, está teniendo consecuencias sobre los cultivos, la pesca y la ganadería y, por ende, sobre los alimentos que llegan a nuestros hogares. Aunque algunos alimentos como el cacao, el café o algunos cereales que consumimos no vayan a desaparecer inmediatamente, sí podremos ir percibiendo que comienzan a escasear y se volverán más caros.
“Todo indica que en un futuro no tan lejano las personas con poder adquisitivo seguirán teniendo acceso a los alimentos y no así las personas con rentas más bajas: es una consecuencia directa del modelo de agricultura industrial globalizada”, explica la periodista Esther Vivas en su libro El negocio de la comida
Esto, como consecuencia, ampliará las desigualdades en el mundo y conducirá a posteriores crisis económicas, políticas y sociales. Pero mientras esto no ocurra, diversos productos de consumo cotidiano, algunos de lujo y otros de primera necesidad, continuarán de manera lenta pero implacable su camino hacia la desaparición si no se toman medidas para revertir la situación.
Estos son algunos de los alimentos e ingredientes que podrían desaparecer como efecto del cambio climático.
Chocolate
El cacao es un producto muy difícil de cultivar. Solo puede crecer en zonas que rondan los 20° al norte y al sur del ecuador, con humedad alta y suelo rico. Aunque el cacao es originario de América, en la actualidad el 50% del chocolate del mundo proviene de Costa de Marfil y Ghana. Estos países se encuentran amenazados por el aumento de las temperaturas que alteran las condiciones climáticas de la zona, lo que alterará las condiciones climáticas para cultivar el cacao.
Un estudio del Centro Internacional para la Agricultura Tropical (CIAT) indica que los agricultores tendrán una reducción “inmensa” en la producción de cacao para 2030 debido a que la mayoría de las plantaciones de cacao están en regiones donde la temperatura se ha vuelto más volátil.
Café
¿Cómo le haremos para aguantar las somníferas mañanas en lunes sin café? El cambio climático también está amenazando a las abejas: de acuerdo con este estudio publicado en Proceedings of the Royal Society B, las abejas y abejorros no están logrando adaptarse con suficiente velocidad a las altas temperaturas, por lo que se estima que un tercio de la población de estos seres alados desaparezca antes de que termine la década.
Por lo tanto, esto representa una amenaza para las regiones cafeticultoras que dependen de que las abejas polinicen las plantas de café. Esto, aunado a las altas temperaturas y sequías comenzarán a erosionar las tierras de cultivo. Se estima que para el 2100, el 50% de la tierra donde se cultiva el café no será fértil, lo que irá disminuyendo progresivamente la calidad del café y en consecuencia, aumentarán los precios.
Te contamos qué otros siete alimentos mexicanos podrían desaparecer si nos quedamos sin abejas.
Plátano
Tal como el caso del cacao, los plátanos requieren de un clima moderado para madurar y de una cantidad de agua constante para prosperar. Se espera que el aumento de temperaturas y los fenómenos climáticos afectarán la producción de plátano, llegando a desaparecer su producción en al menos 10 países para el 2050. Aunque actualmente los agricultores ya han tenido que invertir en costosos sistemas de riego para asegurar que sus frutas maduren.
Frutas con hueso
Algunas frutas con hueso, como los duraznos, cerezas, nectarinas y ciruelas desaparecerán porque requieren de algunas horas de temperaturas frías para polinizarse de forma adecuada, además el calor hace que tarden más en crecer y que lo hagan en menor cantidad.
Vino
La uva es una de las frutas más afectadas por el cambio climático, por lo tanto, esto hace que nuestro querido y adorado vino peligre. Un estudio reciente de Nature Climate Change prevé una caída potencial en la producción de vino de alrededor del 85% en los próximos 50 años.
Pero no todo está perdido, la organización también explicó que si los productores de vino comienzan a explorar la diversidad de uvas (es decir, las que no se utilizan actualmente para producir vinos), la industria podrá sobrevivir.
Aceite de oliva
Otra de las consecuencias del aumento de la temperatura en el mundo repercute en la aparición de nuevas plagas y epidemias, que afectan a los cultivos. Esta situación, junto con el aumento de la aridez del suelo a causa de las sequías, amenaza la producción de los olivos de los que se extrae este preciado aceite, base de la dieta mediterránea.
Cereales: arroz, maíz y trigo
Los cereales en particular son un alimento de primera necesidad, al igual que otros cultivos, se encuentran en riesgo por la disminución de la capacidad de la Tierra para producirlos. Por lo tanto, con escasez de cereales, no tendríamos alimentos como el pan o la pasta. Y lamento ser quién de esta mala noticia, pero aquí también se incluye a las cervezas.
Aguacate
Este es un fenómeno que ya se podía ver venir: es un ejemplo de lo que sucede cuando un alimento se pone de moda. No solo son deliciosamente caros: ¿sabías que esta fruta tan codiciada deja una enorme huella de carbono, ya que requiere una gran cantidad de agua para hacerlos crecer. Según información publicada en The Guardian, se utiliza un total de 230 litros de agua para solo un árbol.
Si a esto le sumamos la erosión de los grandes territorios de cultivo por la sobreproducción de aguacate (y de sus problemas territoriales ni hablamos) el futuro del aguacate es un poco incierto. Por eso, te compartimos algunas técnicas para sustituir de vez en cuando el aguacate, en este sabroso y bastante creíble guacamole-sin-aguacate.
Carne roja
Según la FAO, La industria ganadera es la responsable de la emisión de aproximadamente 15% de los gases de efecto invernadero que el ser humano emite a la atmósfera. Según Vivas, el modelo ganadero supone “desde el uso intensivo del suelo para producir herrajes a la deforestación, las necesidades hídricas y la producción para dar de comer a los animales” además de los gases metano que emiten los propios animales. A final de cuentas, la industria ganadera es la menos sustentable de todas, y muchas empresas como la sueca Oumph! tratan de persuadir a las personas para transicionar a una alimentación plant-based con productos «cárnicos» creados a partir de vegetales que pueden replicar el sabor de la carne.
Muchos expertos han explicado que la solución para evitar esto antes de que sea demasiado tarde reside en modificar el sistema consumo y de producción actual. Así que tenemos dos noticias: una buena y una mala. La buena es que todavía estamos a tiempo para que se tomen medidas para disminuir el impacto del cambio climático. Según la FAO, la adaptación es posible, al menos en los cultivos más importantes. La mala es, en palabras de Esther Vivas, que «se siguen anteponiendo las finalidades económicas a lo que son necesidades humanas».
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