Tras tres semanas de bloqueos, las carreteras panameñas fueron liberadas y presentaban ya este martes 26 de julio un flujo vehicular constante, según confirmó el ministro de Seguridad panameño, Juan Manuel Pinto.
El presidente de Panamá, Laurentino Cortizo, había reiterado durante la jornada a los manifestantes que reabrieran las vías, durante un mensaje en el que apareció rodeado de ministros. “Las protestas, cierres de calles y carreteras nos afectan a todos, ponen en riesgo la salud y vida de los panameños, también encarecen el costo de los alimentos y atentan contra el empleo”, dijo.
El gobierno “respeta el derecho a manifestarse”, pero “sin alteraciones del orden público, violación de los derechos a terceros y mucho menos actos de vandalismo”, agregó.
Mientras tanto, continúan las negociaciones con las organizaciones que han convocado las protestas contra el costo de la vida y la corrupción, en la que es la peor crisis social que vive el país desde la invasión estadounidense de 1989.
El corte de las rutas, especialmente de la Panamericana, que conecta Panamá con Costa Rica, había provocado el desabastecimiento de alimentos y combustibles en varias ciudades del país.
En Santiago de Veraguas, a 250 kilómetros al suroeste de Ciudad de Panamá, epicentro de las protestas más radicales, la policía evitó el cierre de la Panamericana, según imágenes publicadas en redes sociales.
3,25 dólares el galón de gasolina
El martes, líderes de la comarca indígena Ngäbe-Buglé, al oeste del país, habían anunciado que dejarían de bloquear la Panamericana en la provincia de Chiriquí, de donde sale la mayoría de alimentos frescos que se consumen en el país.
Hasta la fecha el gobierno ha acordado reducir el precio de 72 artículos de la canasta básica y rebajar el combustible de 5,20 dólares por galón a 3,25.
El presidente Laurentino Cortizo ordenó incorporar a otros sectores productivos a la mesa de negociaciones. Pero los manifestantes exigen que se haga más, incluidas restricciones en el gasto público, mayor transparencia y más inversiones en salud y educación.
Imagen de portada: RFI/Reuters – Erick Marciscano
Tras tres semanas de bloqueos, las carreteras panameñas fueron liberadas y presentaban ya este martes 26 de julio un flujo vehicular constante, según confirmó el ministro de Seguridad panameño, Juan Manuel Pinto.
El presidente de Panamá, Laurentino Cortizo, había reiterado durante la jornada a los manifestantes que reabrieran las vías, durante un mensaje en el que apareció rodeado de ministros. “Las protestas, cierres de calles y carreteras nos afectan a todos, ponen en riesgo la salud y vida de los panameños, también encarecen el costo de los alimentos y atentan contra el empleo”, dijo.
El gobierno “respeta el derecho a manifestarse”, pero “sin alteraciones del orden público, violación de los derechos a terceros y mucho menos actos de vandalismo”, agregó.
Mientras tanto, continúan las negociaciones con las organizaciones que han convocado las protestas contra el costo de la vida y la corrupción, en la que es la peor crisis social que vive el país desde la invasión estadounidense de 1989.
El corte de las rutas, especialmente de la Panamericana, que conecta Panamá con Costa Rica, había provocado el desabastecimiento de alimentos y combustibles en varias ciudades del país.
En Santiago de Veraguas, a 250 kilómetros al suroeste de Ciudad de Panamá, epicentro de las protestas más radicales, la policía evitó el cierre de la Panamericana, según imágenes publicadas en redes sociales.
3,25 dólares el galón de gasolina
El martes, líderes de la comarca indígena Ngäbe-Buglé, al oeste del país, habían anunciado que dejarían de bloquear la Panamericana en la provincia de Chiriquí, de donde sale la mayoría de alimentos frescos que se consumen en el país.
Hasta la fecha el gobierno ha acordado reducir el precio de 72 artículos de la canasta básica y rebajar el combustible de 5,20 dólares por galón a 3,25.
El presidente Laurentino Cortizo ordenó incorporar a otros sectores productivos a la mesa de negociaciones. Pero los manifestantes exigen que se haga más, incluidas restricciones en el gasto público, mayor transparencia y más inversiones en salud y educación.
Imagen de portada: RFI/Reuters – Erick Marciscano
Tras tres semanas de bloqueos, las carreteras panameñas fueron liberadas y presentaban ya este martes 26 de julio un flujo vehicular constante, según confirmó el ministro de Seguridad panameño, Juan Manuel Pinto.
El presidente de Panamá, Laurentino Cortizo, había reiterado durante la jornada a los manifestantes que reabrieran las vías, durante un mensaje en el que apareció rodeado de ministros. “Las protestas, cierres de calles y carreteras nos afectan a todos, ponen en riesgo la salud y vida de los panameños, también encarecen el costo de los alimentos y atentan contra el empleo”, dijo.
El gobierno “respeta el derecho a manifestarse”, pero “sin alteraciones del orden público, violación de los derechos a terceros y mucho menos actos de vandalismo”, agregó.
Mientras tanto, continúan las negociaciones con las organizaciones que han convocado las protestas contra el costo de la vida y la corrupción, en la que es la peor crisis social que vive el país desde la invasión estadounidense de 1989.
El corte de las rutas, especialmente de la Panamericana, que conecta Panamá con Costa Rica, había provocado el desabastecimiento de alimentos y combustibles en varias ciudades del país.
En Santiago de Veraguas, a 250 kilómetros al suroeste de Ciudad de Panamá, epicentro de las protestas más radicales, la policía evitó el cierre de la Panamericana, según imágenes publicadas en redes sociales.
3,25 dólares el galón de gasolina
El martes, líderes de la comarca indígena Ngäbe-Buglé, al oeste del país, habían anunciado que dejarían de bloquear la Panamericana en la provincia de Chiriquí, de donde sale la mayoría de alimentos frescos que se consumen en el país.
Hasta la fecha el gobierno ha acordado reducir el precio de 72 artículos de la canasta básica y rebajar el combustible de 5,20 dólares por galón a 3,25.
El presidente Laurentino Cortizo ordenó incorporar a otros sectores productivos a la mesa de negociaciones. Pero los manifestantes exigen que se haga más, incluidas restricciones en el gasto público, mayor transparencia y más inversiones en salud y educación.
Imagen de portada: RFI/Reuters – Erick Marciscano