La cápsula de vida regresa del pozo sin rastro de los mineros de Coahuila | EL PAÍS México
Los rescatistas que tratan de sacar del pozo minero a los 10 hombres que quedaron atrapados en Sabinas, Coahuila, han recibido un nuevo golpe a la moral. Según las autoridades, un buzo del Ejército —dos, de acuerdo con los familiares de los jornaleros— ha descendido sobre las cinco y cuarto de la tarde de este miércoles a las galerías de carbón donde los obreros quedaron incomunicados tras una inundación que causó el derrumbe de un túnel hace ya una semana. Los militares han descendido en lo que han llamado “cápsula de vida”, una especie de jaula metálica de color amarillo que se utiliza en esta clase de rescates. Cuando los submarinistas han llegado a la plancha -el fondo del pozo- se han visto obligados a abortar la misión de salvamento, que ha durado algo menos de tres horas, al encontrarse pilares de madera que obstaculizaban el paso. Sigue sin haber ni rastro de los mineros. Troncos y palos es todo lo que han podido sacar hasta ahora.
La llegada de la noche trae consigo un poco más de pesimismo cada jornada que pasa. Es un recordatorio sangrante de que los mineros permanecerán sepultados otra madrugada: no habrá más expediciones a los túneles este miércoles. Después del último intento de descenso fallido, en el campamento improvisado en el que algunos familiares aguardan, el ambiente es de falsa serenidad. Nadie dice nada. Solo hay caras cansadas que miran en dirección a los pozos.
Cualquier pequeño hallazgo se vive con intensidad ante la falta de avances palpables. En esta ocasión, algunas fuentes no oficiales aseguran que los buzos han encontrado un casco hundido en el lodo, quizá en el anhelo de buscar una prueba de que el rescate progresa. Los familiares de los mineros, emocionalmente exhaustos ante la falta de resultados, han increpado a los rescatistas profesionales. Más de 192 horas han pasado y todavía no se sabe si siguen vivos o muertos.
Durante toda la mañana, el operativo desplegado para rescatar a los mineros ha extraído de los túneles listones de madera que obstruían las bocaminas y dificultaban la inmersión de los submarinistas. Nada más. Cunde el pesimismo.
Durante la semana, en la que se han intentado ya varias incursiones de salvamento, la principal tarea ha sido drenar el agua que inunda los pozos e imposibilita el rescate. Los avances han sido lentos debido al enorme volumen de líquido en los túneles. Según datos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), el martes el nivel se encontraba a 10,4 metros de altura en el pozo uno, 11,3 metros en el dos y 16,4 metros en el tres. El gobernador de Coahuila, Miguel Riquelme, ha declarado: “Todavía se encuentran obstáculos para poder entrar a las galerías de la mina, pero seguirán los trabajos de bombeo para que puedan volver a ingresar y continuar con la búsqueda y rescate”.
Los tres pozos en los que trabajaban los 10 mineros atrapados se encuentran a solo unos metros de la mina de Las Conchas, una explotación abandonada hace casi 40 años y llena de agua por su cercanía con el río Sabinas. El miércoles, el líquido se abrió camino entre las grietas de los túneles y ocasionó el derrumbe. Las galerías no contaban con las condiciones de seguridad más mínimas: no existe ni un registro oficial de quien entraba y salía, y los obreros bajaban en botes con un rudimentario sistema de cuerdas y poleas.
Drenar la inundación se convirtió en el mayor obstáculo. El volumen acumulado durante las cuatro décadas de abandono de Las Conchas era tan masivo que las máquinas extraían el agua, pero esta seguía filtrándose desde la mina en desuso. El lunes, un dron submarino con una cámara se internó en los pozos y permitió observar una “gran cantidad de elementos sólidos y turbulencia”. Los expertos concluyeron que, por el momento, no existían “condiciones para el ingreso de cuerpos de búsqueda”, según la Sedena.
El lunes también se produjo el primer intento de descenso de un rescatista del Ejército a los pozos, aunque se saldó a los pocos minutos. El soldado solo pudo extraer listones de madera para desesperación de los familiares de los mineros atrapados, que a medida que pasan los días cada vez ven más difícil poder salvar con vida a los 10 hombres.
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