El papa Francisco consolida su visión geopolítica en la Iglesia con el nombramiento de 20 cardenales
Con el papa Francisco las periferias se están convirtiendo lentamente en el centro de la Iglesia. Se trata de un enorme cambio de tendencia respecto al pasado que se percibe perfectamente en la creación de nuevos cardenales llamados a elegir al futuro pontífice en el próximo cónclave. Bergoglio ha dejado definitivamente atrás la tónica de los anteriores Papas, menos pendientes de los países periféricos y ha dado un vuelco geopolítico a la institución católica.
Es un hecho que su pontificado representa un punto de inflexión en la historia de la Iglesia. Francisco, de 85 años, ha nombrado este sábado, en un inédito consistorio en pleno agosto, a un grupo de nuevos cardenales que refleja a la perfección su pontificado y su intención de iniciar un proceso, que será largo y complejo, para descentralizar el gobierno de la Iglesia. El pontífice argentino ha creado 20 cardenales, de los que 16, por su edad ―menores de ochenta años― tendrán derecho a voto en el próximo cónclave de la Capilla Sixtina. De ellos, 6, es decir el 37%, proceden de países periféricos, pobres y donde el cristianismo representa una ínfima parte de la población.
El número total de cardenales aumenta a 226 y los electores pasan de 116 a 132. De este selecto grupo, 83, cerca del 63%, son criaturas de Francisco; 38 de Benedicto XVI y 11 de Juan Pablo II. Los no electores subirán de 90 a 94. La distribución del colegio cardenalicio y los equilibrios geográficos y políticos han cambiado por completo con Francisco. En 2013, cuando el argentino llegó al pontificado, Asia y Oceanía contaban con 11 cardenales electores. Después de este consistorio, el octavo para Bergoglio, han llegado a 24 e incluso algunos proceden de zonas que nunca antes habían tenido cardenales y donde el porcentaje de católicos es mínimo, como Timor Oriental, Singapur o Mongolia.
El mapa que configuran las birretas rojas de la Iglesia traza hoy el perímetro de una organización donde las periferias ganan peso, al tiempo que los tradicionales centros de poder del cristianismo, como Europa y en concreto Italia, van perdiendo influencia de manera progresiva. A nivel numérico, Europa, de 60 pasa a 54. También es notable el descenso de purpurados electores italianos, que en 2013 eran 28 y a finales del año próximo, cuando algunos cumplan 80 años, quedarán en 14.
Francisco ha pedido a los nuevos purpurados “mansedumbre, fidelidad, cercanía y ternura” y les ha llamado a “cuidar con valentía tanto las cosas grandes como las pequeñas”. También les ha propuesto el ejemplo del desaparecido cardenal Agostino Casaroli, arquitecto de la ostpolitik vaticana, bajo la que condujo, en plena Guerra Fría, el diálogo de la Santa Sede con los países comunistas de Europa del Este. “¡Y Dios no quiera que la miopía del ser humano cierre de nuevo aquellos horizontes que Él abrió!”, ha apuntado.
Francisco ha decidido también aprovechar la ocasión para celebrar una reunión este lunes y martes con todos los cardenales del mundo para hablar sobre la nueva Constitución apostólica, Praedicate Evangelium, que entró en vigor el pasado junio y que reforma la organización de la Curia, la administración de la Iglesia católica.
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Será la primera vez que los purpurados que elegirán al próximo pontífice se verán las caras, por lo que inevitablemente ya han comenzado a soplar aires de cónclave, avivados por los recientes rumores de una hipotética renuncia de Francisco por su estado de salud y por la visita que hará este domingo a L’Aquila para rendir homenaje a Celestino V, el primer Papa que renunció al pontificado. Francisco ha confirmado que la puerta de la renuncia está abierta para él, aunque recientemente ha señalado que todavía no ha llegado el momento de cruzarla.
El biógrafo de Francisco, Austen Ivereigh, autor de El gran reformador, cree que en este momento vital para la vida de la Iglesia y para el colegio cardenalicio, es importante que los cardenales se conozcan y hablen entre sí, “para discernir dónde está la Iglesia y dónde está el mundo, qué hace falta en este momento… que por otro lado, es lo que se hace en un cónclave”. “En la reunión se estudiará la nueva Constitución, muy importante para el pontificado. Francisco les dirá: ‘Me eligieron para esto, aquí está, quiero que la entiendan, que la asimilen, que vayan y hagan lo mismo’”, apunta el escritor a este diario.
También destaca los revolucionarios criterios que ha introducido para la elección de cardenales, que se alejan de la tradicional imagen de príncipes de la Iglesia. El pontífice argentino está trazando un perfil de cardenales ajenos al linaje de los grandes núcleos de poder y alejados del epicentro romano. “Antes era necesario ser arzobispo de una diócesis metropolitana con gran concentración de católicos o ser jefe de algún departamento vaticano; en cambio, Francisco elige a personas de países con muy pocos católicos, que no son arzobispos ―a veces ni obispos―, y excepcionales en la misión que tienen o que están en zonas de delicada situación (lugares de frontera, espacios interreligiosos, países donde hay persecución…)”, dice Ivereigh: “Francisco ha ido introduciendo paulatinamente este tipo de nombramientos y combinándolos con los tradicionales”.
Un ejemplo es el nombramiento en este consistorio de Jean-Marc Aveline, arzobispo metropolitano de Marsella (Francia), nacido en Argelia. Al igual que el de Anthony Poola, de Hyderabad (India) y perteneciente a la etnia de los dalit o intocables, los miembros más pobres y discriminados de la sociedad india, al que Francisco promovió en 2020 nombrándolo arzobispo de su diócesis. O el misionero Giorgio Marengo, prefecto apostólico de Ulán Bator, Mongolia, un país fronterizo con China con una muy escasa población católica; o el nigeriano Peter Ebere Okpaleke, obispo de Ekwulobia, que fue rechazado por los fieles en la diócesis de Ahiara por ser de etnia igbo en territorio de mbaises. “Con este nombramiento Francisco está diciendo muy claramente que en la Iglesia no puede haber tribalismos”, señala el escritor. Y agrega: “Francisco busca que en el colegio cardenalicio y en el futuro cónclave haya un discernimiento amplio, que exista una visión lo más completa posible del mundo y que se incorpore voz de los pobres, de los lugares de frontera, está incorporando la periferia al centro de la Iglesia católica”.
Este es uno de los consistorios más geopolíticos del papa Francisco con el que estampará su autoridad, impronta personal e identidad al Colegio Cardenalicio que elegirá al próximo pontífice. “El interés de Bergoglio es alinear la Iglesia con la globalización. Es un Papa fundamentalmente político. Una Iglesia universal significa que los misioneros van a todo el mundo, pero con un pensamiento romanocéntrico; en cambio, una Iglesia globalizada pasa por descentralizar la producción de ideas de los habituales centros de poder europeos. La clase dirigente de la Iglesia se está globalizando como nunca en la historia. El primer Papa no europeo ha trasladado el peso del próximo cónclave a los continentes emergentes”, señala Piero Schiavazzi, periodista y profesor de Geopolítica Vaticana en la Link Campus University.
El principal objetivo de Francisco es convertir a Asia en uno de los nuevos centros de la Iglesia, aunque en el continente los católicos representan tan solo cerca del 3% de la población. “Significa que actualmente la Iglesia es irrelevante en el continente del futuro”, explica Schiavazzi. Francisco ha iniciado un proceso para acabar con esta irrelevancia numérica. “Para él, Asia se ha convertido en una necesidad: sabe que o la Iglesia va a Asia o se queda fuera de la historia”, explica el experto.
En este camino hacia la Iglesia del futuro, países con elevadísimos porcentajes de población católica, por encima del 80%, como Irlanda o Austria, tienen tan solo un cardenal en el colegio cardenalicio, lo mismo que otros lugares como Myanmar o Bangladesh, donde los católicos representan menos del 1% del total de habitantes. “En Lituania, por ejemplo, prácticamente todos son católicos y con la composición actual del colegio cardenalicio se quedaría fuera del cónclave, porque no tiene ningún cardenal. Francisco ha cambiado totalmente la repartición geográfica del cónclave”, valora Schiavazzi.
Uno de los nuevos cardenales es el coreano Lazarus You Heung-sik, prefecto del dicasterio vaticano para el Clero, desde 2021. “Las vocaciones están cayendo en Europa y en América del Norte, en América del Sur se están estancando, solo crecen en África y en Asia, por eso Francisco ha colocado a un asiático al frente del departamento para el clero”, apunta Schiavazzi. El experto ve estos movimientos del pontífice argentino como “una apuesta de cara al futuro”.
Francisco ha nombrado en este consistorio cardenal a Robert Walter McElroy, arzobispo de San Diego, en California, Estados Unidos, que sigue una línea progresista, minoritaria en el episcopado del país y más alineada con Francisco. Incluso se ha posicionado en contra de la “política de sanciones” que propone negar la comunión a políticos que defiendan el aborto, como el presidente Joe Biden. “Este es un ejemplo de nombramiento político. Nunca había pasado que Los Ángeles no tuviera cardenal; Francisco no ha hecho cardenal al arzobispo de Los Ángeles [José Horacio Gómez], aunque el episcopado estadounidense lo nombró en 2019 presidente de la Conferencia Episcopal, porque es conservador”.
El poder en la Iglesia se sostiene en un frágil equilibrio entre geografía, política e ideología. “La prioridad de Bergoglio es extender la iglesia y al mismo tiempo mantenerla cohesionada. Tiene que ser capaz de pilotar todo el rebaño junto. Está llevando a cabo un intento reformador de manera prudente”, dice Schiavazzi.
Por ejemplo, en este consistorio Francisco ha nombrado cardenal a Richard Kuuia Baawobr, obispo de Wa, en Ghana, que ha pedido a las autoridades del país que recrudezcan las penas contra la homosexualidad, considerada delito allí. Sin embargo, en el último consistorio de 2019 hizo cardenal a Jean-Claude Hollerich, acutal presidente de la Comisión de las Conferencias Episcopales de la Comunidad Europea (COMECE), que considera que la Iglesia católica debe dejar de considerar pecado a la homosexualidad. “El Papa debe dosificar los nombramientos. Tiene que evitar que cada continente vaya por su cuenta, dando representación a todos, pero después moderadamente da prevalencia al ala progresista”, opina Schiavazzi. Y agrega: “Es un momento de transición en la Iglesia lleno de contradicciones, Francisco está tratando de implantar una línea progresista, pero moderada, prudente; digamos que gobierna la Iglesia desde el centro-izquierda”.
El experto define el magisterio de Francisco como una “mezcla de utopía y realpolitik”, porque está creando “pastores en lugares donde todavía no hay rebaño, con una esperanza en el futuro” y al mismo tiempo está mostrando un “pragmatismo imponente”, también con claras señales a Rusia y China, con quien trata de evitar cualquier colisión. “No ha dado ningún cardenal a Taiwán, un país con mayor presencia de católicos respecto a otros de Asia que sí tienen cardenales y tampoco ha dado cardenales a Ucrania, que ahora mismo quedaría fuera del cónclave, para evitar un choque con el patriarca ortodoxo, algo impensable con otros pontífices anteriores, ahí se ve perfectamente la disrupción entre pontificados”, estima Piero Schiavazzi.
El arzobispo salmantino Fernando Vérgez Alzaga, religioso de los Legionarios de Cristo, se ha convertido en uno de los nueve cardenales españoles con derecho a voto. Este gesto ilustra la confianza del Papa, que ya le nombró gobernador civil del Estado de la Ciudad del Vaticano. La presencia de españoles se ha mantenido excepcionalmente en todos los consistorios de Francisco.
La “rehabilitación” del cardenal Becciu
El cardenal Angelo Becciu, suspendido de su cargo por Francisco y sin derechos cardenalicios desde 2020, por su presunta implicación en irregularidades financieras en el Vaticano, ha participado en la celebración del consistorio. Según el purpurado, que fue sustituto de la Secretaría de Estado para los Asuntos Generales (2011-2018), donde se gestiona la administración vaticana y posteriormente prefecto de la congregación para la Causas de Los Santos, el pontífice “le ha reintegrado”.
Aunque según han apuntado los medios de comunicación vaticanos, los derechos de un cardenal no se refieren a la participación en la vida de la Iglesia, algo accesible a cualquier cristiano bautizado. Por ello, el hecho de que haya recibido una invitación para la celebración no significa necesariamente que haya recuperado sus facultades cardenalicias.
El cardenal italiano está afrontando un juicio desde hace meses en el que está imputado con otras nueve personas por regularidades financieras en la gestión de los fondos de la Secretaria de Estado vaticano y durante el que ha siempre defendido su inocencia.
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