Armengol culpa al turismo y las piscinas de la falta de agua cuando tira al mar el 70 … – Okdiario
El Govern balear que preside la socialista Francina Armenol ha lanzado la voz de alarma por la escasez de recursos hídricos cuando tira directamente al mar el 70% del agua depurada en lugar de utilizarla para el riego de los campos de cultivo. El Govern echa las culpas de la falta de agua a la ausencia de lluvias pero también a la masificación turística, el desarrollo urbanístico y, entre otras cosas, a la proliferación de piscinas. Mientras, el Ejecutivo autonómico sigue sin invertir salvo excepciones en el aprovechamiento de aguas depuradas como reclaman desde hace años los agricultores.
El conseller de Medio Ambiente, Miquel Mir, del partido independentista Més per Mallorca, ha afirmado este domingo en una entrevista con Europa Press, que «la fragmentación territorial, la ausencia de agua dulce fluvial, la exclusividad de agua subterránea, la falta de lluvias y las puntas de presión antrópica convierten la gestión de los recursos hídricos en el principal reto ambiental, un cóctel molotov, de los próximos años en el contexto de la emergencia climática y la masificación turística».
Según Mir, «en determinados momentos de presión humana, masificación turística y puntas de demanda en momentos sin precipitaciones el recurso está seriamente comprometido». El responsable de Medio Ambiente recuerda que «el agua es uno de los recursos que más riesgo está acusando en el conjunto del planeta y especialmente en el Mediterráneo».
El conseller de Medio Ambiente alerta sobre la falta de agua cuando es el responsable de que Baleares sólo reutiliza el 30% de las aguas residuales. El 70% del agua que llega a la depuradora se vierte al mar, o bien por medio de torrentes o por emisarios en las zonas costeras.
Según figura en el Plan Hidrológico de Baleares, cada año llegan a las depuradora unos 110 hectómetros cúbicos de aguas residuales y de esta cantidad sólo 33 hectómetros cúbicos se reutilizan para el riego de campos de cultivo, campos de golf, jardines públicos o limpieza de calles.
Otro dato que aparece en el Plan Hidrológico es que de los 100 metros cúbicos de aguas residuales que llegan a las depuradoras, el 68% resultan aptos para su reutilización una vez depurados mientras que el 33% no sirven simplemente porque se trata de agua que no ha recibido el tratamiento específico (tratamiento terciario) para ser reutilizada: está contaminada o excesivamente salinizada.
El agua que podría utilizarse para el riego de campos de cultivo, jardines y limpieza de calles y parques está mal depurada debido al estado obsoleto de la mayoría de estaciones purificadoras, sobre todo las que gestiona el Govern de Francina Armengol que tiene al nacionalista Miquel Mir como conseller de Medio Ambiente. Estos vertidos provocan un aumento constantes de la contaminación marina como ya se ha detectado en muchas zonas del archipiélago.
El conseller Miquel Mir no se plantea inversiones en la reutilización del agua depurada y, por el contrario, destaca algunas de las medidas contenidas en el Plan Hidrológico, que está en fase final de aprobación y destaca como «medida importante» que el crecimiento urbanístico estará supeditado a la disponibilidad del recurso. «No puede ser que en las pocas bolsas de crecimiento, todavía a día de hoy se sigan construyendo casas sin tener en cuenta si hay o no agua disponible. Es inconcebible», apunta.
Al mismo tiempo, también resalta que el Plan emplaza a los ayuntamientos -las administraciones locales son quienes tienen más competencias sobre los recursos hídricos- a que en los planteamientos urbanísticos se actúe «contra la proliferación de piscinas».
En la misma línea, el conseller también lamenta la gran cantidad de agua que se desperdicia por las fugas e insta a «impulsar y priorizar» políticas en este sentido aunque, admite, «son actuaciones caras, complejas y que no suelen dar votos».
Miquel Mir también subraya que el Plan Hidrológico hace un llamamiento a incrementar la reutilización y el uso de aguas regeneradas siempre que sea posible. Sobre esto, añade que la prueba en Sant Lluís (Menorca) para infiltrar agua «extremadamente buena» en un acuífero está yendo muy bien.
El mal funcionamiento de las depuradora y la falta de inversiones para facilitar la reutilización motiva que la principal fuente de suministro de agua a la agricultura siga siendo con mucha diferencia los acuíferos subterráneos, una acuíferos que presentan elevados índices de sobreexplotación.
En cuanto a las balsas de riego necesarias para el aprovechamiento en la agricultura de las aguas residuales el problema es su inexistencia, como reconoce el Plan Hidrológico. Así, en las zonas de Mallorca con más actividad agrarias como son Sa Pobla y la comarca de Campos, no hay ninguna balsa. En toda la isla de Ibiza sólo hay una.
Un problema añadido es que el 35% del agua residual del alcantarillado en las Islas no cumple los requisitos de calidad, lo que dificulta la adecuada depuración.
Por islas, el porcentaje de caudal que no cumple los requisitos de calidad llega al 25,1% en Mallorca, al 21% en Menorca, al 63% en Ibiza y al 66,8% en Formentera. En total, el agua residual del alcantarillado de 30 municipios no cumple con los requisitos de calidad.
Las consecuencias de todos estos problemas en la depuración de aguas residuales se traduce en la contaminación del mar y de los acuíferos. También los acuíferos se ven afectados cuando se vierte agua mal depurada a los torrentes y se filtra a las caspas freáticas.
La contaminación del mar por aguas residuales es un tema que ya ha llegado a la Justicia en el caso de la Bahía de Palma. Un informe de la Fiscalía de Medio Ambiente y estudios científicos del Instituto Español de Oceanografía (IEO) y del Instituto Geológico y Minero de España (IGME) han constatado que estos vertidos están contaminando por encima de los límites legales el agua, los organismos vivos y el sustrato de la bahía.
Sólo en el periodo comprendido entre 2011 y 2020 la depuradora de Palma ha arrojado al mar 13 millones de litros de aguas fecales mal depuradas que han provocado la contaminación de una superficie de 8 kilómetros cuadrados.