Análisis | Guerra en Ucrania
La guerra en Ucrania cumple 203 días y tras un verano con escasos movimientos, en la última semana se han movido fichas importantes en el campo militar. Las Fuerzas Armadas de Kiev celebran la liberación de unos 3.000 kilómetros cuadrados en el óblast de Járkov, mientras difunden imágenes de una veintena de pueblos y aldeas donde las banderas ucranianas han vuelto a ondear. Una de estas localidades es Balakliya, donde los civiles relatan la ocupación y abrazan a los soldados ucranianos, según ha comprobado RTVE. Y es que en tan solo cinco días, en una «rápida contraofensiva», han conseguido expulsar a los rusos de la región de Járkov, cuya capital es la segunda ciudad más grande del país.
Lo que para Volodímir Zelenski es una clara victoria, para las fuerzas de su adversario, Vladímir Putin, es un «reagrupamiento» táctico para concentrar sus esfuerzos en Donetsk. El Ministerio de Defensa no lo atribuye a ninguna derrota, más bien a un «repliegue seguro» estratégico, argumentos que no convencen a expertos militares y a medios oficiales de propaganda que acusan a la cúpula militar de entregar posiciones estratégicas sin hacer ningún tipo de resistencia.
Las voces críticas rompen su silencio y el desánimo entre la población con la supuesta «operación especial» se hace cada vez más visible en las redes sociales. Por primera vez se manifiestan públicamente fisuras internas dentro del mismo Kremlin. Además, en las últimas horas, 84 diputados municipales (concejales) repartidos por todo el territorio han apoyado la petición de dimisión de Putin. Exigen a la Duma (el Parlamento ruso) que acuse al jefe de Estado de alta traición por iniciar la campaña militar en Ucrania.
Voces críticas en Rusia por primera vez
Expertos en política afirman que el ejército está fallando y reconocen abiertamente que el país está sumergido en problemas. «La gente que convenció al presidente Putin de que la operación especial sería rápida y efectiva, de que no bombardearíamos a civiles (…) esa gente nos tendió una trampa a todos«, asegura el exdiputado de la Duma Borís Nadezhdin. «El presidente no fue quien dijo ‘voy a comenzar una operación especial’, alguien le dijo que los ucranianos se rendirían y se unirían a Rusia», replica en esta tertulia que se ha hecho viral en redes.
“Life comes at you fast: pundits on Russian TV realize that their military is failing and their country is in trouble. They are starting to play the blame game. Some of them finally understand that their genocidal denial of the Ukrainian identity isn’t working in Russia’s favor. pic.twitter.com/jNNn5xifI5“
— Julia Davis (@JuliaDavisNews) September 11, 2022
Mientras, el ejército de Kiev ha conseguido adentrarse por la parte occidental del río Oskil y penetrar en dos ciudades claves para los dos ejércitos: Kupiansk e Izyum. La primera, un centro neurálgico ferroviario que ha sido decisivo para la estrategia rusa. La segunda ha sido su base logística, ya que es un punto caliente para la conquista del Donbás. Pero de momento hay que esperar, según insiste la profesora de Relaciones Internacionales de la Complutense María José Pérez del Pozo. «Todavía no sabemos el alcance que tiene lo ocurrido. Es importante que Ucrania consolide sus posiciones para decir que esto supone un giro real en el desarrollo de la guerra«, dice. Por tanto, las próximas semanas serán decisivas para el futuro inmediato de la guerra.
Sin embargo, en Rusia aumenta la perplejidad al ver cómo una operación que iba a ser «rápida» cumple casi siete meses con repliegues en varios frentes. «Incluso a pesar del gran control que hay sobre el aparato mediático, han aparecido estos últimos días (voces críticas), tanto en San Petersburgo como en Moscú, pidiendo el fin de la guerra e incluso una destitución del propio Putin«, explica Pérez del Pozo. Las detenciones de políticos opositores al régimen no han silenciado las críticas y las dudas sobre el plan de Putin desdibujan cualquier victoria en el horizonte.
Un ejército débil a las puertas del invierno
La retirada rápida, según Félix Arteaga investigador del Real Instituto de Elcano, se debe también a que Moscú no cuenta con reservas técnicas y humanas en sus filas. Las fuerzas rusas que mejor combaten son las unidades de élite, son las más preparadas y mejor entrenadas. «Faltan piezas de información todavía por encajar, pero lo que nos llega es que se trata de equipos abandonados, desorganizados y que muestran poca resistencia«, argumenta Arteaga. De ahí, los expertos deducen que no hay una línea del mando ni una dirección operativa que funcione.
Además, recuerdan que no cuentan con la misma motivación que sus adversarios ucranianos. «Los que luchan en una provincia se niegan a luchar en otra. No buscan el éxito de Rusia y no combaten con la misma determinación». La moral de las tropas es esencial para marcar victorias en una guerra, recuerda la profesora de la UCM. «Incluso la moral de los propios oficiales rusos no está demasiado estimulada, ahora llega el invierno y la autoestima de los soldados será clave para aguantar. Si lo afrontan desde una perspectiva de pérdidas tácticas, será todavía más desalentador«.
“La moral de los propios oficiales rusos no está demasiado estimulada, ahora llega el invierno y la autoestima de los soldados será clave para aguantar“
«El desgaste humano es muy difícil de suplir, la gente de las unidades que llegan no tiene experiencia de combate, necesitan un tiempo, por eso hay estos parones», asegura el especialista del Real Instituto del Elcano. Además, los dos bandos tienen un problema de medios técnicos que deben reponer las 24 horas los siete días de la semana. Las fábricas de munición tienen problemas para abastecerse de medios más sofisticados.
«La motivación es un elemento fundamental y nadie tiene más motivación que la que tienen los ucranianos», explica Pérez del Pozo. Son personas que están luchando por su tierra frente a los rusos que no entienden la guerra. «Durante el verano, el Kremlin ha jugado con la baza energética y no ha sabido aprovechar el buen tiempo, pero lo que está claro es que el ejército ruso no ha dado muestras hasta ahora de estar demasiado sobrado de recursos«, concluye.
Putin se niega a declarar una movilización general
Pero ante esta situación, el presidente ruso se niega a dar el paso para exigir una movilización general para profesionalizar sus filas. «Por ahora han recurrido a batallones de voluntarios que se han creado en todas las regiones del país, batallones que no pueden ser considerados unidades de asalto. Pueden servir en la retaguardia, pero no para la vanguardia», analiza Félix Ortega, corresponsal de la agencia EFE en Moscú.
Una realidad que le impide desarrollar una estrategia militar fuerte y además, a estas alturas del conflicto sería una forma de reconocer a su población que Ucrania está ganando. Ortega asegura que aperentemente el país no parece vivir un conflicto. Según encuestas oficiales, el 70% de la población en mayor o menor grado apoyaría la operación militar que podrían respladar mientras no les afecte.
«El Kremlin no va a convocar ninguna movilización general. Putin está muy atento a la opinión pública. No le importa lo que le pasa a la gente, pero sí lo que opina», argumenta el corresponsal. Una movilización general podría evocar a los tiempos de la guerra de Chechenia, en la que murieron muchos jóvenes rusos y esto hace que la población hoy en día «no esté dispuesta a mandar a sus hijos al matadero». El plan ideal de Putin era repetir la operación de anexión a Crimea. Una operación especial que ha sido «un éxito que ha provocado un gran júbilo nacional y un movimiento tremendo de patriotismo durante meses», añade Ortega. Un escenario que nada tiene que ver con lo que está ocurriendo en el conflicto de Ucrania.
La población está desanimada
Es importante recordar, según Ortega, que la población no sabe si su ejército está ganando o perdiendo en la invasión de Ucrania. No se puede hablar de guerra y la gente no está informada. Sin embargo, desde que comenzó el conflicto los rusos han ido sufriendo las consecuencias de las sanciones. Los salarios bajan, mientras los productos básicos se disparan o viajar a otros países se limita. Ortega observa que hay un desánimo generalizado. «Se preguntan ¿a dónde vamos? No tanto ganar o perder, sino en el sentido de incertidumbre de no saber lo que va a pasar«, zanja.
«No hay que olvidar que el mantenimiento de Putin dentro de Rusia está vinculado a este éxito en la guerra. Para él esta guerra es una cuestión existencial. Está dispuesto a poner toda la carne en el asador para obtener una victoria casi a cualquier precio», recuerda Pérez del Pozo. Putin, pese a este panorama, jamás admitirá un fracaso ni se irá con las manos vacías. «Desgraciadamente, si no funciona nada, hay que pensar en armas nucleares también. No olvidar que tiene bazas que todavía no ha utilizado y que esos pueden provocar aún más problemas, contando con que en ningún caso cabe imaginar que Putin vaya a decir ‘vale, esto ha salido mal y nos volvemos para casa'», asegura Jesús Núñez, director del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH).
La distracción estratégica de Kiev
El inicio de la invasión rusa a Ucrania ha abierto un escenario a ambos lados de la frontera. Además, ha demostrado a analistas que los movimientos tácticos y los siguientes pasos son impredecibles. De hecho, Pérez del Pozo aclara que con respecto al repliegue ruso del frente de Járkov evidencia no solo la debilidad del ejército ruso, sino también «sus tácticas de guerra y su potencia de combate».
Sin embargo, «a día de hoy Ucrania no tiene medios suficientes para conseguir la victoria, si por victoria entendemos expulsar a todos los rusos del territorio ucraniano. Por otro lado, Rusia, con los medios que ha desplegado hasta el momento, tampoco está en condiciones de conseguir una victoria definitiva», argumenta Núñez.
Coincide en que ha sido clave el anuncio del ejército ucraniano del inicio de una ofensiva en el sur para recuperar Jersón. Al principio parecía un contrasentido, pero ha sido inteligente para distraer al ejército adversario. «Puede que este anuncio haya sido indispensable para el triunfo», dice Núñez. El experto recuerda que 6.000 kilómetros no son realmente tantos, si tenemos en cuenta que la superficie del territorio es unos 600.000 kilómetros cuadrados y el 20% estaba bajo las fuerzas del Kremlin.
«Ahora Zelenski ha mejorado la posibilidad de que Occidente siga apostando por él, que le siga dando armas, que le siga ayudando económicamente y mantenga las sanciones contra Rusia. Esta victoria es una forma de decirles que con esto que acaban de hacer sus tropas ha demostrado que poner armas en las manos de los ucranianos vale la pena porque saben usarlas muy bien y consiguen éxitos en el campo de batalla», concluye Núñez.