Libra esterlina toca mínimos ante nueva rebaja fiscal
La libra esterlina cayó el lunes por la mañana a un mínimo histórico frente al dólar después de que el jefe del Tesoro, Kwasi Kwarteng, prometiera un gran paquete de rebajas de impuestos, lo que avivó las preocupaciones por la política económica británica mientras Gran Bretaña se dirige a una recesión.
La libra cayó a 1,0373 dólares, su nivel más bajo desde la decimalización de la moneda en 1971, antes de colocarse por encima de 1,06 dólares en las operaciones vespertinas de Londres.
El debilitamiento de la moneda aumenta la presión sobre el nuevo gobierno conservador del Reino Unido, que ha apostado a que la reducción de impuestos —y un aumento de préstamos para compensar— estimularán el crecimiento económico. Muchos economistas señalan que es más probable que avive una inflación de antemano elevada, cause una caída de la libra y aumente el costo de los préstamos del gobierno del Reino Unido, una potencial tormenta perfecta de vientos en contra económicos.
El lunes, el Banco de Inglaterra informó que está monitoreando la caída de la libra y que no dudará en aumentar las tasas de interés para controlar la inflación, después de haber hecho eso mismo la semana pasada. El banco central reiteró su intención de hacer una “evaluación completa” de los planes fiscales y de gasto del gobierno en su próxima reunión prevista para noviembre.
En un intento por tranquilizar a los mercados, el Tesoro anunció que establecerá un plan fiscal a mediano plazo el 23 de noviembre, junto con un pronóstico económico de la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria independiente. Pero la libra se hundió dos centavos después de la emisión de ambos comunicados.
La moneda británica ha perdido más del 5% de su valor frente al dólar desde el viernes, cuando Kwarteng anunció las mayores rebajas fiscales en 50 años.
El gobierno ha anunciado planes de reducir 45.000 millones de libras (49.000 millones de dólares) en impuestos y gastar miles de millones de libras para ayudar a negocios y consumidores a lidiar con los altos precios de la energía, que han impulsado una crisis de coste de la vida. La combinación desató las preocupaciones de los inversionistas sobre la creciente deuda soberana.
Kwarteng y la primera ministra Liz Truss, que asumió el cargo hace tres semanas, apuestan a que los impuestos bajos y una reducción de la burocracia fomentarán el crecimiento económico y generarán suficientes ingresos fiscales para cubrir el gasto del gobierno. Los economistas creen que es improbable que el plan dé resultado.
La vocera de economía del opositor Partido Laborista, Rachel Reeves acusó al gobierno de “un regreso a la economía de goteo, una idea que se ha intentado antes, se ha probado y ha fracasado”.
“No están apostando con su dinero, están apostando con el tuyo”, sostuvo el lunes a una audiencia en la conferencia anual del partido.
La recién llegada Truss, que reemplazó a Boris Johnson en el cargo de primer ministro el 6 de septiembre, también enfrenta la presión de un nervioso Partido Conservador, que encara elecciones dentro de dos años.