Brasil elige presidente: «No quiero aceptar que me quiten la libertad de expresión política»
Algunos ciudadanos siguen el consejo de vestir de gris y negro, en lugar de los colores propios de cada candidato, para no incitar a la violencia
El silencio inmenso del cementerio era testigo de una impensada sntesis poltica. «Lula, ladro, roubou meu corao!». Lula, ladrn, robaste mi corazn. El cntico de un grupo de jvenes sonaba a las dos de la madrugada del domingo en la zona que rodea el Cementerio de Sao Paulo, paso obligado para aquellos que vuelven de una noche de juerga en las enrevesadas y empinadas calles de Vila Madalena.
Que Lula es un ladrn es lo que sostienen los votantes de Jair Bolsonaro, un derechista duro que gobern el pas en los ltimos cuatro aos y buscaba este domingo la reeleccin. Que les rob el corazn es lo que sienten aquellos que ansan su regreso al Palacio del Planalto para poner punto final al «Manicomio Brasil», tal como lo defini la revista Carta Capital en uno de sus ltimos nmeros.
Decisin en manos de los 156 millones de brasileos convocados a las urnas, las cuales han cerrado a las 22:00 horas espaolas y ya ha comenzado el recuento de los votos.
«Esta noche habr mucha gente que no dormir en Brasil», dijo a EL MUNDO, ya camino a las primeras horas del domingo. Ricardo Guimaraes, un mdico de 44 aos que ve con espanto el posible regreso del izquierdista Lula al poder, pero siente que Bolsonaro va con frecuencia demasiado lejos cuando abre la boca. Conclusin: votar a Simone Tebet, la candidata del centro derecha moderado del tradicional Movimiento Democrtico Brasileo (MDB).
Guimaraes muestra un papel amarillo en el que anot una serie de cifras. Antes de acercarse a la urna posar uno de sus dedos sobre una mquina. Uno de los integrantes de la mesa dir su nombre, l confirmar ser esa persona e ingresar a votar en soledad, marcando la sucesin de cifras. Si el primer dedo falla, hay registros de otros cinco para certificar que es l quin vota. Brasil, as, tiene archivadas 936 millones de huellas dactilares para identificar a sus votantes.
Guimaraes est vestido de negro y gris, y no es el nico. Las calles de Pinheiros, un barrio de clase media alta de Sao Paulo, son un aluvin de negros, grises y marrones. Estn siguiendo el consejo de los ltimos das en todo Brasil: «No vistas de rojo ni de verde-amarillo!».
El rojo identifica a los seguidores del Partido de los Trabajadores (PT), de Lula, y el verde-amarillo, colores de la bandera brasilea, a los de Bolsonaro. Exhibir esos colores, advierten los ms prudentes, es incitar a la violencia del adversario en un pas que es hoy una olla a presin poltica y social.
Erika, una artista plstica de 30 aos, est en un centro de votacin de Pinheiros vistiendo jersey y aretes furiosamente rojos. Su hijo de un ao tambin lleva ropas rojas. No tiene miedo?
«Me visto de rojo porque no quiero aceptar que me quiten la libertad de expresin poltica. Eso no puede ser. Como tampoco me parece bien que se lo impida a la gente bolsonarista vestirse de verde y amarillo, aunque me parezca fascista que usen los colores patrios», explica a EL MUNDO.
«Yo soy una mujer blanca, privilegiada, con seguridad econmica. Voto a tres cuadras de mi casa. Lo mo es relativamente fcil, no le recomendara vestir de rojo a alguien que vive en los barrios dominados por la milicia. Pero creo que la derecha debe existir, aunque no en este Brasil distpico, este disparate».
El domingo de elecciones lleg con un dato positivo, el buen tiempo en la mayor parte de Brasil, tras dos semanas de persistentes lluvias en el quinto pas ms grande del mundo. En las profundidades de la Amazona, un candidato a alcalde reparti gasolina entre 1.200 indgenas del remoto valle de Javar para que pudieran realizar el viaje de varios das por el ro hasta el centro ms cercano de votacin. Ni blancos, ni privilegiados, dira Erika.
La Avenida Paulista est muy lejos del Amazonas, en todos los sentidos. All, en la principal arteria de Sao Paulo, la ciudad ms grande de Occidente, un joven se hizo un festn con las elecciones: en Brasil es habitual vender bufandas, como las de los equipos de ftbol, con el rostro de los candidatos en las elecciones. Los brasileos las llaman ‘toalhas’, toallas.
Fue as que naci en las redes sociales la cuenta @DataToalhaSP, en referencia a DataFolha, uno de los institutos de encuestas ms reconocidos del pas y objeto de descalificacin constante por parte de Bolsonaro: en el recuento de las «toallas» que vende gana con claridad Lula.
«DataToalha es informacin descentralizada», argumenta Saulo Hunter, el vendedor. As y todo, DataToalha parece una verdad cientfica cuando se lo compara con lo publicado durante el fin de semana por Folha de Sao Paulo, uno de los diarios ms reconocidos del pas, en su espacio dedicado a la astrologa: «Los condiciones astrolgicas de Lula son superiores a las de Bolsonaro, los planetas indican su victoria».
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