Toallitas húmedas, el monstruo que seguimos alimentando y no para de crecer
Todos sabemos, porque lo hemos visto, escuchado y leído en los medios de comunicación y en todas partes, que tirar las toallitas húmedas por el retrete está provocando uno de los principales problemas medioambientales vinculados a la gestión de residuos. Lo hemos comprobado al salir al campo o al ir a la playa. Hemos visto las fotos del ‘monstruo de las toallitas’ emergiendo por las cloacas en muchas ciudades. «Qué asco», decimos: «Cómo es posible que la gente las continúe tirando al váter». Sin embargo, así es, y aunque no les demos noticia de ello, lo cierto es que el monstruo sigue creciendo.
Los miles de voluntarios del Proyecto Libera que participaron hace unas semanas en la campaña de recogida de basura en la naturaleza, de basuraleza, volvieron a denunciar una vez más el problema: la acumulación de toallitas húmedas en el entorno sigue creciendo, en volumen y dispersión, y ya son, tras las colillas y los fragmentos de plástico, el tercer residuo más común de cuantos aparecen en nuestros espacios naturales, especialmente en los ecosistemas acuáticos y marinos.
El informe de esta organización de voluntarios, impulsada por SEO/Birdlife en colaboración con Ecoembes, en el que se analiza la problemática de este residuo, subraya que cada español consume al año más de 15 kilos de toallitas húmedas, lo que nos sitúa muy por encima de la media europea. Así mismo, España es el tercer productor de toallitas de Europa. Y las cifras no paran de crecer.
También señala que según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) en ciudades como Valencia, se llegan a recoger más de tres toneladas de toallitas húmedas cada año solo en la red de alcantarillado, lo que genera una factura millonaria a cargo de las arcas municipales, es decir de todos los ciudadanos. La situación es tan grave que el consistorio valenciano aprobó en 2015 una ordenanza municipal por la que se prohíbe a los ciudadanos arrojar toallitas húmedas al inodoro al ser «una práctica que atasca las tuberías porque no son eliminables por el sistema de depuración y suponen un grave gasto para las arcas públicas». Las multas pueden ir de los 750 a los 3000 euros dependiendo del daño causado.
Un gesto muy caro
En España, la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento (AEAS), alertaba hace dos años que los atascos provocados por las toallitas en las infraestructuras públicas de saneamiento, como redes de alcantarillado, equipos de bombeo y estaciones depuradoras de aguas residuales, generan un sobrecoste de más de 230 millones de euros al año. A nivel comunitario, un informe de la Federación Europea de Asociaciones Nacionales de Servicios de Agua, Eur Eau, eleva los daños causados por las toallitas húmedas a más de mil millones de euros.
Respecto a los daños en el medio natural, cuando las toallitas húmedas eliminadas por el váter superan las barreras de tratamiento y gestión de aguas residuales (donde las hay) y llegan a los ríos, acaban por enredarse con las ramas y los lodos reteniendo la corriente, alterando los hábitats y acelerando los procesos de eutrofización. Asimismo, al liberar los microplásticos que contienen, actúan como un poderoso contaminante que se transmite a lo largo de toda la cadena trófica.
La desesperación de los técnicos de los ayuntamientos es tal que está dando pie a todo tipo de actuaciones para intentar plantar cara a lo que ellos mismos denominan también como ‘el monstruo de las cloacas’: un enemigo al que resulta imposible doblegar sin la colaboración ciudadana.
El monstruo en el Jarama
El mes pasado en Coslada (Madrid), durante la jornada de participación ciudadana de restauración ambiental ‘Limpia ríos, salva océanos’ impulsada por Biotherm y Fundación Ecoalf en colaboración con Proyecto Libera y el ayuntamiento de la ciudad, se procedió a instalar unas redes de captación en los colectores que desaguan en el Jarama para retener las toallitas húmedas y evitar que lleguen a su cauce, donde acaba por tapizar literalmente las orillas, especialmente tras las tormentas otoñales. Este viernes SEO/Birdlife compartía en su perfil de Twitter las fotos de dichas redes un mes después de su instalación. Las imágenes hablan por si solas:
Hace poco más de un mes instalamos 10 redes de captación de residuos en el río Jarama. ¡Y así están ahora, después de las primeras lluvias!😱
Esto es lo que ocurre después de tirar toallitas húmedas al🚾. IMPRESIONANTE❗️🤦♀️
ℹ️ https://t.co/5JgLQHrVxk#ProyectoLibera pic.twitter.com/MU6lMP4UZu— SEO/BirdLife (@SEO_BirdLife) October 7, 2022
Pero el problema no solo se da en las ciudades españolas. En Nueva York, Sidney, París o Buenos Aires, el ‘monstruo de las toallitas’ también habita la red de alcantarillado, emergiendo de vez en cuando al asfalto o las aceras. Incluso adquiere nuevas formas. En Londres, el ‘Times’ ofrecía este verano un reportaje a sus lectores sobre la denominada ‘isla de toallitas húmedas‘ que se ha formado en el Támesis.
Situada bajo el puente Hammersmith, con un tamaño equivalente al de dos pistas de tenis y una profundidad de más de un metro y medio, se trata de un impresionante amasijo de residuos, formado en un 90% por toallitas húmedas, que ha llegado incluso a cambiar el curso del gran río a su paso por Londres. Su aparición ha dado lugar a un debate en la Cámara de los Comunes, donde desde hace años se vienen aprobando normativas para prevenir este tipo de contaminación.
En nuestro país, el Senado aprobó en 2018 por unanimidad una moción para acabar con lo que sus señorías también denominaron ‘el monstruo de las toallitas’. Entre otras iniciativas, se solicitaba al gobierno que obligase a los fabricantes a evitar la ambigüedad en el etiquetado de estos productos y emprendiera campañas de divulgación ambiental para concienciar a la sociedad a fin de «que los consumidores dejen de tirar este tipo de productos por el retrete».
Bien, han pasado cuatro años desde entonces, y los voluntarios de Libera y todos los amantes de la naturaleza que salimos al campo seguimos recogiendo toallitas húmedas: con todo el asco del mundo, pero anteponiendo nuestro compromiso ambiental. La pena es que en este país siguen siendo más los que ensucian que los que limpiamos el campo de basuraleza.
No hay excusas
Ya pueden amenazar con multas los ayuntamientos, ya pueden legislar los parlamentos, ya pueden habilitar mecanismos de prevención las compañías de aguas y saneamiento. Si el ciudadano pasa de todo y sigue tirando las toallitas al váter, el ‘monstruo de las toallitas’ seguirá creciendo y creciendo, devorando presupuestos a dentelladas de miles de millones de euros y colapsando, no solo las cañerías y las depuradoras, sino ríos y mares.
Este problema sobrepasa el ámbito del medio ambiente para convertirse en una cuestión de civismo, moral y responsabilidad individual. Estamos ante un clarísimo ejemplo de degeneración social por el peligroso auge del ‘yoísmo’. Por los que ante cualquier llamamiento a la colaboración salen con el ‘y a mí que me importa’ o el ‘ande yo caliente’. De ciudadanos a los que las cuestiones que tienen que ver con el bien común y con la convivencia les importan muy poco.
Y, por supuesto, estamos ante un caso de fabricantes sin escrúpulos que siguen animando a los consumidores a usar sus toallitas como sustitutivo del papel higiénico: papel higiénico húmedo llegan a llamarlas. Fabricantes para los que, por mucho que las organizaciones como la OCU les haya dejado en evidencia en repetidas ocasiones, siguen a lo suyo. Porque para ellos el medio ambiente es un daño colateral, y no se interesan lo más mínimo por el impacto que genera su producto cuando, al final de su vida útil y una vez convertidas en residuo, en lugar de ser depositadas en una papelera, se tiran al váter por indicación del propio fabricante.
Todos sabemos, porque lo hemos visto, escuchado y leído en los medios de comunicación y en todas partes, que tirar las toallitas húmedas por el retrete está provocando uno de los principales problemas medioambientales vinculados a la gestión de residuos. Lo hemos comprobado al salir al campo o al ir a la playa. Hemos visto las fotos del ‘monstruo de las toallitas’ emergiendo por las cloacas en muchas ciudades. «Qué asco», decimos: «Cómo es posible que la gente las continúe tirando al váter». Sin embargo, así es, y aunque no les demos noticia de ello, lo cierto es que el monstruo sigue creciendo.