Sharm el-Sheikh: la ciudad de piscinas en el desierto que acogerá la próxima cumbre del clima
La próxima cumbre del clima –un encuentro clave para discutir sobre el impacto de la crisis climática y diseñar las políticas para esquivar un futuro catastrófico—se celebrará en una ciudad repleta de piscinas en medio de un desierto. Entre el 7 y el 18 de noviembre, la localidad turística de Sharm el-Sheikh, en Egipto, se convertirá en el epicentro de un debate del que depende el futuro del planeta. El evento estará patrocinado por Coca-Cola (una de las empresas que más residuos plásticos genera en el mundo) y se alojará en el centro de convenciones Tonino Lamborghini (y sobre esto último no hace falta ni rellenar el paréntesis).
La cumbre del clima de Sharm el-Sheikh todavía no ha arrancado y ya está levantando críticas por la presencia de estas grandes empresas en la convención. Varias plataformas de activistas han impulsado una recogida de firmas para eliminar el patrocinio de la cumbre. La petición, a un mes del inicio del evento, suma unas 170.000 firmas. «Se supone que estas conferencias son reuniones de líderes nacionales, comprometidos en negociaciones urgentes para prevenir el cambio climático, no una juerga para multimillonarios y contaminadores corporativos», denuncia Georgia Elliott-Smith, la ingeniera ambiental que ha impulsado esta iniciativa.
Los activistas recogen más de 170.000 firmas para retirar los patrocinadores de la cumbre
El año pasado, los organizadores de la cumbre de Glasgow prohibieron explícitamente el patrocinio de la industria de los combustibles fósiles. Aun así, según desveló más tarde la plataforma Global Witness, el lobby del petróleo, el carbón y el gas envió más delegados que cualquier otro país al evento. La industria de los combustibles fósiles (principales responsables de las emisiones que han desencadenado la crisis climática) envió 503 representantes al encuentro, más incluso que los portavoces de Brasil (479) y Turquía (376). La enorme presencia de este lobby en la cumbre despertó críticas por la posible influencia en las negociaciones y el acuerdo de Glasgow (que se zanjó con grandes carencias). La misma crítica vuelve a brotar ahora en Sharm el-Sheikh.
La ciudad de la sequía extrema y las piscinas
Este año, la cumbre del clima se alojará en un lugar que, bajo muchos aspectos, resulta paradójico para albergar un debate sobre la crisis climática. Sharm el-Sheik se fundó como un humilde pueblo de pescadores situado entre el mar Rojo y el monte Sinaí. Ahora, esta localidad se ha convertido en una metrópolis de turismo de masas. Esta ciudad egipcia, situada en una zona de aridez extrema, suma centenares de piscinas. Según explica un análisis del Delft Institute for Water Education, estas infraestructuras se alimentan, en su mayoría, gracias a desalinizadoras. Algo que, a su vez, provoca un «alto consumo de energía» y un «enorme impacto ecológico».
Las oenegés alertan de que Egipto está negando la entrada a activistas especialmente críticos
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Más allá del emplazamiento en sí, la gran inquietud de la cita de Sharm el-Sheikh tiene que ver con el temor a las represiones contra los activistas que atiendan a la cumbre del clima. Ya son varias las organizaciones que han denunciado que la organización está negando la entrada al evento a oenegés y grupos especialmente críticos. También se han limitado el espacio para las manifestaciones. «Entre todos los países que había para albergar un evento así eligieron justamente el que prohíbe la protesta y envía a los manifestantes a prisión«, recrimina el activista egipcio Alaa Abd El Fattah, encarcelado por organizar una protesta política contra la represión, en una reciente carta enviada desde prisión.
La cumbre de Sharm el-Sheikh arranca así, bajo un velo de polémicas, con el objetivo de convertirse en una cumbre histórica. Este encuentro reunirá a miles de diplomáticos, organizaciones y expertos de todo el mundo para debatir sobre las políticas que marcarán el futuro del planeta.