Tras los ‘espeluznantes’ Pilares de la Creación, lo último del Webb que “no es una foto pero es real”
“Este no es un paisaje etéreo de tumbas olvidadas en el tiempo. Tampoco de dedos teñidos de hollín”. Así arranca la presentación que la NASA ha hecho –coincidiendo con Halloween– de la última instantánea de la estructura cósmica Los Pilares de la Creación captada por el telescopio James Webb.
Estos pilares, llenos de gas hidrógeno y polvo, envuelven estrellas que se están formando durante milenios. El telescopio espacial James Webb “ha tomado esta vista espeluznante y extremadamente polvorienta” de los Pilares de la Creación en luz infrarroja media. Y al elegir este tipo de radiación, que el ojo humano no puede ver, han conseguido una imagen tétrica a propósito. Porque “lo que nos ofrece el James Webb no son fotos hechas con luz visible”, apostilla desde Torrejón de Ardoz alguien que trabaja con este telescopio, el astrónomo del CAB-INTA-CSIC Pablo Pérez González.
¿Hay trampa es estas imágenes que, en realidad, coloreamos en la tierra? ¿Hay truco para poder ver distintas tonalidades? No. Más que truco, hay trato, “porque todo es real”. Y existen unas reglas para poder visualizar cada tonalidad según la vibración de las ondas del infrarrojo que nos llegan desde los Pilares de la Creación y capta con resolución sin precedentes el James Webb.
Esta escena fue fotografiada por primera vez por el Hubble en 1995 y revisitada en 2014, pero muchos otros observatorios también han seguido profundamente esta región. Cada instrumento avanzado ofrece a los investigadores nuevos detalles sobre esta región, que está prácticamente repleta de estrellas. Y ahora se han revelado, tras esas masas enormes de polvo y gas, gracias a la luz infrarroja cercana que utiliza el James Webb y que ha llenado de matices de colores a los Pilares de la Creación. La estampa fue presentada la semana pasada.
Estrellas dentro de los Pilares de la Creación
La primera de las imágenes mostradas por el James Webb llena de estrellas los Pilares de la Creación. En la primera instantánea jamás capturada de esta estructura –lo hizo el telescopio Hubble en 1995– no se podían ver. El Hubble trabajó ahí con luz visible, “y los pilares eran oscuros, el polvo impedía observarlas”, aclara Pérez González.
La radiación infrarroja cercana y media “sí puede atraversalo”. Y ahí aparecen estrellas “y protoestrellas, porque algunas se están formando (rápidamente, en términos cósmicos) en ese momento o son muy jóvenes”. Y es en este punto donde surgen los diferentes colores y texturas que el ojo humano no puede ver pero que sí que podemos ‘teñir’ en la Tierra para visualizar la imagen conforme a ciertos principios.
Los pilares son esencialmente hidrógeno y polvo que emite en infrarrojo junto a las estrellas jóvenes de su interior
En general, lo anaranjado responde a zonas donde hay estrellas dentro de una nube de polvo “igual que ocurre en la España cuando hay polvo en suspensión (calima) y se ven atardeceres muy rojos”. La luz azul se dispersa con más facilidad, llegándonos a través de esa cortina solo la radiación más larga: la naranja y roja. Si trasladamos esas frecuencias de luz invisible del espectro a la luz visible, sería la roja la que se oculta tras el polvo, dejando a la azul fuera de él.
De ahí que hayan teñido los Pilares de la Creación del James Webb de naranja, rojo y marrón, sobre un tapiz azulado. «Además, el propio polvo y gas de los pilares emite algo de ese infrarrojo que ahora podemos ‘ver’», aclara el astrónomo.
Aunque puede parecer que la luz del infrarrojo cercano ha permitido a Webb perforar las nubes para revelar grandes distancias más allá de los pilares, casi no hay galaxias en esta vista. En cambio, una mezcla de gas translúcido y polvo (conocido como el medio interestelar) en la parte más densa del disco de nuestra galaxia, la Vía Láctea, bloquea nuestra vista de gran parte del universo más profundo.
Esta imagen muy recortada se encuentra dentro de la gran Nebulosa del Águila (M-16), que se encuentra a 6.500 años luz de distancia. Es decir, vemos cómo era aproximadamente hace esos años. En la actualidad su forma debe de ser distinta. Incluso un equipo llegó a plantear que los Pilares de la Creación ya no existen, barridos por una supernova hace milenios. Esta teoría es arriesgada y discutida.
Los detalles de la imagen de los Pilares por el James Webb
Estrellas naciendo
Las concentraciones con aspecto incandescente responden a zonas de muchas estrellas jóvenes o protoestrellas. Son eyecciones dentro del gas y el polvo. Lanzan periódicamente chorros supersónicos que chocan con nubes de material que a veces rebotan como la proa de un barco rasgando el mar.
Estrellas maduras fuera
Los puntos azules muy brillantes son de estrellas ya plenamente formadas. Sus vientos barren lo que hay alrededor y comprimen, calientan y moldean las nubes de materia más cercanas. Estas estrellas más masivas pueden iluminar zonas de gas tenue que se ven azules alrededor de los pilares.
Nebulosa primigenia
Hay zonas que presentan una especie de neblina azulada clara, fuera de los pilares y que recorta a los pilares. Es un remanente de nebulosa primigenia que ya ha sido barrida. Las estrellas más masivas limpian la zona y dejan un gas tenue que refleja la luz de esas estrellas.
Bordes resplandecientes
La luz de las estrellas que están fuera de los Pilares de la Creación se refleja en sus bordes, permitiendo siluetearlas. Es lo que da la sensación de volumen en estas estructuras. Cuanto más oscuro es el marrón, mayor densidad hay. Los borden pueden tener menos concentración de materia.
Y son enormes
Los Pilares de la Creación, en el centro de la nebulosa del Águila, tienen una altura de entre 4 y 5 años luz. Más o menos, toda la distancia del que hay entre nuestro Sol y la segunda estrella más cercana: Alfa Centauri.
¿Por qué la NASA muestra una versión ‘espeluznante’ de los Pilares?
Si en la imagen colorida el James Webb tira de su cámara de infrarrojo cercano (NIRCam), en la imagen ‘espeluznante’ usa el instrumento de infrarrojo medio (MIRI). El polvo interestelar cubre la escena. Y mientras que la luz del infrarrojo medio se especializa en detallar dónde está el polvo, las estrellas no son lo suficientemente brillantes en estas longitudes de onda para aparecer. En cambio, estos imponentes pilares de gas y polvo de color plomizo brillan en sus bordes, insinuando la actividad interna.
Miles y miles de estrellas se han formado en esta región. Esto quedó claro al examinar la imagen de colores del Webb. En cambio, MIRI observa estrellas jóvenes que aún no se han despojado de sus capas polvorientas, explican desde la NASA. Estos son los orbes carmesí hacia los límites de los pilares. Por el contrario, las estrellas azules que salpican la escena están envejeciendo, lo que significa que se han desprendido de la mayor parte de sus capas de gas y polvo.
Al final, los pilares son como la crisálida de una larva de estrella. Cuando crecen, se desprenden de esas capas y vuelan libres, grandes y azules, batiendo sus alas y barriendo todo lo que hay a su alrededor.