Somos una sociedad incoherente – Debate
Sigo dando vueltas a todo lo aprendido en las últimas semanas sobre el mar, que no sabía mucho para mi sorpresa, a pesar de vivir frente a él, fotografiarlo, admirar su belleza y comer sus productos. Tampoco estaba tan consciente del cambio climático, hasta que he asistido a dos congresos, de los que he salido con el alma encogida, sobre todo, por el futuro.
El primer simposio, el ‘Encuentro de los Mares´ fue muy singular porque además de gastronomía y probar las recetas de distintos cocineros en Andalucía, escuché las voces de distintos actores que lo analizan, investigan y viven de él. Todos concuerdan en que los signos de devastación son evidentes, urge hacer algo y, sobre todo, es necesario involucrar a los jóvenes para tomar el testigo y se responsabilicen por la salud del planeta.
Aseguran que el mar puede generar cambios transformadores mientras exista una labor conjunta entre científicos, conservacionistas, políticos y gestores, pero me pregunto qué pasará cuando se necesite de recursos marinos, también terrestres, para alimentar a diez mil millones de personas dentro de diez mil días cuando el mar suba, según proyecciones, un metro, la temperatura alcance los dos grados, los hielos eternos desaparezcan y las olas de calor sean constantes y con más de cincuenta grados.
Si ahora los microplásticos, el arsénico y el mercurio, muy complejo según expertos, están presentes y se están viendo los primeros efectos en la fauna oceánica, qué nuevas enfermedades o problemas nos acosarán. Michel Bank, científico del Instituto de Investigación Marina en Bergen, Noruega, expuso que se han detectado peces con branquias crecidas y cuerpo reducido debido a que el planeta tiene cada vez menos oxígeno, el mar se está acidificando, aumentan los microplásticos que también albergan productos químicos y para más inri, la pesca ilegal y los abusos a trabajadores parece una historia sin fin.
El recolector de anémona, José Pérez expuso que su región de pesca, el Golfo de Cádiz, presenta grandes zonas arrasadas por el alga asiática que tapiza las superficies y mata todo: erizos, caracolas que, a pesar de sembrarlas, el problema persiste. En la demarcación de Doñana, el Parque Nacional y comarca del famoso langostino de Sanlúcar también hay situaciones agravantes, al igual que en el Mar Menor, que tiene hipoxia y anoxia en toda su superficie debido a la degradación de materia orgánica por la actividad agrícola. Unos sugieren que la cría de mariscos filtradores como ostras o mejillones, sería ideal, mientras que otros apuntan a un fracaso porque necesita, al menos, diez años para regenerarse.
En Uhinak, el congreso transfronterizo sobre Cambio Climático y Litoral, meramente científico al que fui por curiosidad, escuché también cosas negativas al igual que gran cantidad de propuestas para atajar la problemática a nivel macro y regional en el llamado ‘Arco Atlántico, el oeste de Europa, entre Galicia e Irlanda, País Vasco, Galicia, un territorio sometido a tormentas del oeste y oleaje muy duro, cada vez más constantes y agresivos.
Últimamente he escuchado tantas cosas que me pregunto ¿qué pasa? El plástico sigue inundando el supermercado, el pescado y el marisco no me queda claro de dónde vienen; los aguacates, a pesar de ser de Chile o México continúan estando en nuestra mesa y muy caros; los alimentos ecológicos se envuelven en plástico y más plástico. Por qué si la situación es tan acuciante no se implementa una etiqueta con la huella de carbono en cada producto y así cada uno decide el costo de su antojo o necesidad ¿Qué estamos haciendo? ¿Somos una sociedad incoherente?
@irmaa.aguilar (Instagram)