La oposición arrasa en las elecciones locales en Taiwán y la presidenta dimite como líder del gobernante PDP
El principal partido de la oposición de Taiwán, el Kuomintang (KMT), ha sido el gran triunfador en las elecciones locales celebradas este sábado, un resultado que ha provocado que la presidenta del país, Tsai Ing-wen, anunciase su dimisión como líder del gobernante Partido Democrático Progresista (PDP).
Con la mayoría de los votos escrutados, el KMT se ha hecho con la alcaldía en cuatro de las seis grandes ciudades del país -entre ellas, la capital, Taipéi-, mientras que las otras dos han ido a parar a manos del PDP.
De las quince ciudades y condados de menor tamaño, el KMT se ha llevado nueve; el PDP, tres; el tercer partido en liza, el Partido Popular de Taiwán (TPP), una, y en las otras dos restantes han resultado elegidos candidatos independientes, aunque, según la agencia oficial de noticias CNA, la simpatía política de ambos tiende hacia el KMT.
A pesar de que Tsai, tras votar, había asegurado que la participación en el proceso electoral es «clave» para impulsar la democracia en la isla, la nota negativa de la jornada ha sido la prohibición de acudir a las urnas para los contagiados de COVID-19, lo que, según estimaciones oficiales, ha dejado sin derecho a voto a unas 65.000 personas, ya que Taiwán no permite hacerlo por correo.
Las autoridades ya advirtieron de que quienes incumplan la cuarentena obligatoria para ir a votar se enfrentarán a multas de hasta dos millones de dólares taiwaneses (64.600 dólares, 62.100 euros) o penas de hasta dos años de prisión.
Durante la semana anterior a los comicios, Tsai había centrado su discurso en la importancia de la votación en el marco de las tensiones con China y la posición de Taiwán en el plano internacional, pero, según CNA, los votantes han dado la espalda a este planteamiento, ya que ninguno de los cargos elegidos están relacionados con la gestión de los asuntos exteriores.
El referéndum para rebajar la edad para votar, rechazado
La prensa local indica que, al contrario que en las presidenciales, en las que la situación en el Estrecho de Formosa sí es un factor importante, los taiwaneses se han centrado en su descontento con la gestión local del PDP, afectado también por las polémicas con algunos de sus candidatos, entre los que figuraban políticos que contaban con el apoyo explícito de Tsai.
La presidenta, que no se podrá presentar a las presidenciales de 2024 al cumplir el límite de dos mandatos, tras anunciar su dimisión como líder del PDP ha indicado que no aceptará la renuncia del primer ministro, Su Tseng-chang, quien también había tomado una decisión similar.
En un discurso en la sede de la formación, Tsai ha asumido la responsabilidad de unos resultados que ha calificado de decepcionantes, aunque ha reconocido que la gestión de los cargos electos del PDP a nivel local no había cumplido con las expectativas de los ciudadanos.
También se ha celebrado un referéndum para rebajar de 20 a 18 años la edad legal para votar y presentar candidaturas a puestos políticos, pero no ha salido adelante, ya que necesitaba el voto favorable de más de la mitad de los 19,1 millones de votantes censados y solo ha logrado el apoyo de unos 5,6 millones.
Las tensiones se han incrementado tras la visita de Pelosi a la isla
Pekín ha seguido de cerca la jornada electoral, con especial interés en el citado referéndum, ya que un portavoz gubernamental chino aseguró que formaba parte de un supuesto plan del PDP para impulsar un proceso constituyente mediante el cual declarar la independencia de Taiwán.
La isla se gobierna de forma autónoma desde 1949, cuando los nacionalistas del KMT se replegaron allí tras perder la guerra civil china contra los comunistas, por lo que Pekín sigue considerándola una provincia rebelde y reclama su soberanía.
Las tensiones entre Taipéi y Pekín, constantes desde la llegada al poder de Tsai en 2016, se han recrudecido en los últimos meses a cuenta de la visita de la presidenta del Congreso estadounidense, Nancy Pelosi, fuertemente protestada por las autoridades chinas, quienes la calificaron de «farsa» y «traición deplorable».