La pesca artesanal languidece – Debate
“Intento evitar una hecatombe. He nacido en familia de pescadores y me duele que la pesca se pierda”, dice Carmen Díaz Rodríguez, presidenta de la Federación Española de la Pesca Artesanal, Fenapa, a quien conocí en el congreso gastronómico ‘Encuentro de los Mares’. Es la cuarta generación de pescadores y su hijo, la quinta. Es armadora o empresaria del mar, como su madre y abuelas, y junto a toda la familia, tiene una treintena de embarcaciones, que en otros tiempos eran muchas más.
Ha tenido varias vidas, una muy vinculada al mundo del derecho que le ha dado las tablas para ejercer desde hace cuatro años como defensora de su gremio. Su discurso es pesimista, confiesa, pero cómo actuar ante el cambio climático, el alga asiática o la acuicultura y la pesca industrial que reciben muchas subvenciones.
“La pesca de bajura está condenada a desaparecer y en dos generaciones no habrá pescadores”, dice y repite por doquier. Espera que sus palabras lleguen a buen puerto y disipen la tormenta.
“Nos quieren sustituir y eso es aberrante. Podría haber terreno para todos si no hubiera tanta ambición. La mar la quieren ocupar para otros intereses: turismo, energía eólica. Es muy atractiva. Tengo la sensación de hablar con la pared, no sé si el político es sensible. Me dice sí y no pasa nada”.
Díaz nació en Caleta de Vélez, un puerto malagueño, donde se le encoge el corazón al ver el escaso relevo generacional y cómo las flotas, que algún día su mirada infantil veía poderosas y eternas, se van desmantelando a pasos agigantados. “Los pescadores según se jubilan venden el barco o lo dejan amarrado”.
Detalla que su flota está acotada por zonas establecidas como prohibidas y no tiene beneficios fiscales. Antaño, no había tanta legislación, se vivía dignamente y la actividad generaba riqueza.
Actualmente para obtener una subvención, primero hay que solicitar un crédito, poner el barco en marcha y posteriormente, se recibirá un veinte o treinta por ciento. Además, se deberá invertir en cursos de marinero, pescador, primeros auxilios, conceptos del barco, maquinaria. “No entra cualquiera”.
Por otro lado, si faltan recursos para mantener un barco, hay que atracarlo y, además, pagar. Y por cada venta, dar un dos a tres por ciento, dependiendo del puerto, a la empresa pública que lo maneja, más otro porcentaje a las cofradías, que supuestamente los defienden. “Son prácticamente el brazo ejecutor de la administración pública.
“Estamos atados de pies y manos. Es una lástima ver más puertos deportivos que de pesca”. Añade que, si se llega a fin de mes y sin pagar la seguridad social, aún sin vender nada, hay recargos o piden subastar tu vivienda o barco. Es un oficio de luchadores. El sector no está desmantelado, porque hay gente con vocación. En promedio, el pescador gana 800 euros mensuales, poco para el sacrificio que conlleva”. Propone reducir impuestos al emprendedor y el IVA del diez a cuatro por ciento, fomentar facilidades de pago, bonificar la seguridad social a los jóvenes.
Sobre el alga asiática, Rugulopterix okamurae, sin depredadores y que atenta contra el patrimonio marino, la lideresa comenta que se especula que, casualmente apareció hace seis años cuando el economista Gunter Pauli experimentó en Marruecos para crear biocombustibles.
Agrega que su sector está muy masculinizado y si la mujer no es visible, es porque no quiere. Más que embarcar, se dedica a actividades administrativas. “Eso de la igualdad es política. Me gusta decir las cosas como son. Ahora mismo, la pesca artesanal si no es atractiva para el hombre, ¿será para la mujer?