Costas mexicanas, en manos del cambio climático – Eje Central
Los huracanes, las sequías y las inundaciones son, si no las principales manifestaciones del cambio climático, al menos sí las más notables. Sin embargo hay algunos fenómenos, mucho menos extremos, que poco a poco pero de manera constante están afectando a la naturaleza y, por lo tanto, a nuestros modos de vida.
Uno de los más importantes es la elevación de la temperatura del mar, en particular de las capas superficiales, que son las que están en contacto con la atmósfera y, en consecuencia, las que más rápido cambian, y esto es grave, además de porque los huracanes se hacen más fuertes a medida que la superficie del agua está más caliente, para la vida marina.
A los organismos marinos, el calentamiento del mar les afecta por el aumento de la temperatura en sí, pero además porque mientras más se calienta el agua, menos oxígeno retiene y más ácida se vuelve.
Según el estudio Cambio climático en México: Recomendaciones de política pública para la adaptación y resiliencia del sector pesquero y acuícola, recientemente publicado, no sólo se espera que los pescadores y acuicultores mexicanos tengan grandes pérdidas por el cambio climático en los próximos años y décadas, sino que ya se padece esta situación, sobre todo en costas del noroeste del territorio mexicano.
Pronósticos de malos tiempos
En entrevista con ejecentral, el biólogo y doctor en manejo de recursos naturales Luis Fueyo MacDonald, quien fue uno de los coordinadores del estudio, explica que el análisis se hizo para las cinco regiones oceanográficas del país con los modelos que ha hecho públicos el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC): el más favorable, que asume que el mundo se ajusta al acuerdo de París y para 2050 se alcanza un aumento de la temperatura global promedio que se estabiliza en los 1.5 °C; uno intermedio, que resultaría en un aumento de 2.5 °C, y otro en que el mundo sigue tal como va ahora y que para 2100 llega a 4.5 °C.
Así, el informe, hecho por iniciativa del Environmental Defense Fund de México (EDF), detalla que para 2050, bajo el escenario más favorable, podría ocurrir un ligero aumento de la productividad primaria pesquera en todas las regiones del Atlántico y un decremento en las mayoría de las del Pacífico, mientras que el oxígeno disuelto disminuiría en todas las regiones marinas.
Bajo el escenario menos favorable, las regiones del Atlántico tendrían una pérdida de entre 11 y 15% de su productividad primaria en 2050, y para 2010 la temperatura seguirá incrementando en las cinco regiones y las disminuciones de productividad primaria podrán ser de entre 50 y hasta 80% en el Pacífico Central Americano y el Golfo de California, así como en las regiones del Atlántico.
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En cambio, en el escenario más favorable, para el año 2100 los cambios en la temperatura y producción primaria son ligeramente inferiores respecto al 2050, debido a que este escenario prevé la posibilidad de alcanzar mejores condiciones de sustentabilidad a finales de siglo.
Las perspectivas para la acuacultura marina son peores, pues en el escenario menos favorable, la mayoría de los sitios donde se realiza, tendrán una disminución en la productividad primaria, y entre 20 y 50% de ellos verán disminuciones en sus niveles de oxígeno disuelto y un aumento en la temperatura de hasta 2 grados.
Para el año 2100, la mayoría de los sitios de maricultura tendrán bajos niveles de productividad primaria en el escenario más favorable y bajo el menos favorable, todos los sitios tendrán hasta 80% de pérdida en los niveles de producción primaria y un incremento en la temperatura de hasta 4.5 °C para el año 2100.
Esto se puede explicar porque los organismos que se pueden cultivar en el mar son los que no se mueven o tienen un rango limitado de movimiento; pues, además de que suelen ser sensibles a los cambios en las condiciones de acidificación, temperatura y disponibilidad de oxígeno, no se pueden desplazar. Muy distinta es la situación para los peces y los mamíferos marinos que se pueden desplazar hacia zonas donde hay condiciones favorables.
La inequidad junto y en el mar
Fueyo MacDonald explica que las especies de gran movilidad tienden a irse hacia el norte, donde el agua es más fría. Las que habitan en el Pacífico, y en el caso del Golfo de México, que es un ecosistema bastante cerrado, con varias corrientes, además tienden a salirse del Golfo y a desplazarse hacia las aguas atlánticas más al norte.
En ese sentido, la pesca industrial muestra una enorme ventaja, pues tiene embarcaciones con una gran capacidad de desplazamiento que mientras tengan combustible pueden navegar por días, incluso algunas embarcaciones hasta un par de meses, como el caso de las atuneras.
En cambio en la pesca artesanal, que se suele hacer en pangas con motor fuera de borda, se limita a un radio cercano a la comunidad de origen de los pescadores. “Si las especies que estás acostumbrado a pescar se desplazan ya no van a estar accesibles. Se van a presentar otras, claro, pero ¿cuáles? Ese es el gran tema”, dice Fueyo MacDonald.
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Por ejemplo, el pulpo maya (Octopus maya), cuya pesca artesanal es relevante en Yucatán, únicamente puede vivir de 22 °C a 26 °C, un rango de tolerancia muy cerrado incluso si se le compara con el rango de 12 °C de otras especies de pulpo. Ante fenómenos como este, para adaptarse las comunidades pesqueras requieren de información y la posibilidad de cambiar de prácticas y de especies que pescar.
“Pero si te vas, cosa que también hicimos, a las comunidades, de las que existen 13 mil a lo largo de todo el territorio, a ver qué tan preparadas están para enfrentar esto, o sea, cuáles son las condiciones sociales y económicas para poder responder a este reto”, dice Fueyo MacDonald, el panorama no es alentador.
Los investigadores hicieron modelos para ver qué tan preparadas cada una de estas 13 mil comunidades, con información del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) y del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) y con parámetros como los índices de escolaridad, pobreza, de acceso a instituciones de salud. En muchas regiones costeras no existe ni siquiera una clínica pequeña. Pero ese no es el principal problema.
Escenario político y legal
“Este es un tema que tiene mucho que ver con la descentralización del poder”, afirma Fueyo MacDonald.
El estudio encontró que la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente y la de Cambio Climático son adecuadas para enfrentar estas situaciones, y no solo marcan las responsabilidades que deben asumir las entidades del Gobierno federal, también inciden sobre los gobiernos estatales y los gobiernos municipales, pero en la práctica la situación es distinta.
“Lo mismo pasa con la Ley General de Pesca y Acuacultura Sustentable. Aunque la pesca viene de una tradición de descentralización desde 1925, que no se ha roto totalmente en las sucesivas leyes que han venido modificando el régimen de la pesca… pero en la vida diaria siguen poniéndose un modelo centralizador”, dice Fueyo MacDonald.
De los distintos aspectos que contemplan estas leyes, como el ordenamiento pesquero, otro son los planes de manejo pesquero, Fueyo MacDonald destaca el otorgamiento de permisos o concesiones, que en cierto sentido son derechos históricos que las comunidades deberían tener.
“En la realidad, lo que va rigiendo el día a día, es que el acceso al recurso, la entrega de permisos, está centralizada. Durante décadas estuvieron centralizados en la Ciudad de México, ahora está centralizado en Mazatlán, Sinaloa, donde está la cabecera de la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca”.
“Si no reconocen derechos, pues sigue imperando el desorden”, dice Fueyo MacDonald, y ese desorden “se convierte en un instrumento político”. Legalmente, el otorgamiento de permisos y concesiones, “que es el mayor instrumento de poder”, podría ser competencia de los gobiernos estatales, pero “el gobierno federal se ha resistido históricamente a eso”.
Epílogo del abulón
Ante la disminución de las poblaciones de abulón, las cooperativas pescadoras de la costa occidental de la península de Baja California decidieron implementar una veda. Ya llevan 10 años con ella, la han reforzado con simientes de laboratorio y las poblaciones se han venido recuperando lentamente, y aún se requieren dos años más…
“Era una de las especies que más ingresos les brindaba –explica Fueyo MacDonald–, y ahora la restringen por decisión comunitaria, sin intervención de ninguna autoridad ambiental; el esquema les es funcional, viendo hacia futuro, generando resiliencia, toman sus propias medidas de conservación”.
Es por ejemplos como éste, que Fueyo MacDonald y el resto de los autores del informe tienen esperanza en que sea posible que sus propuestas se lleven a cabo; que se puedan hacer cosas como un Programa Nacional de Pesca y Cambio Climático, un Atlas de Riesgo para el sector pesquero y que se aumente la inversión en la generación de conocimiento, todo ello con la participación de las comunidades, los distintos niveles de gobierno, las organizaciones civiles y la academia.