¿Cómo fue la dramática fuga de la presentadora rusa que criticó la invasión a Ucrania en televisión?
Una noche de octubre, una semana antes de ser juzgada por criticar la invasión de Rusia a Ucrania, la periodista rusa Marina Ovsyannikova cogió a su pequeña hija y huyó hacia la frontera.
Llevaba un brazalete electrónico y se suponía que estaba bajo arresto domiciliario.
«Mi abogado me dijo: ‘huye, huye, te van a meter en la cárcel’«, contó durante una rueda de prensa que ofreció el viernes en París.
Ovsyannikova se había dado a conocer internacionalmente el pasado mes de marzo, cuando irrumpió en el principal informativo de la televisión estatal rusa con un cartel protestando contra la invasión de Ucrania.
«No a la guerra, detengan la guerra; no crean en la propaganda; aquí les están mintiendo«, se pudo leer en el cartel.
Según relató, fue «inmediatamente aislada por el FSB [servicio de seguridad ruso]» e interrogada por sus jefes.
En ese momento nadie le creyó que la idea de protestar había sido suya.
Por sus hijos
Ovsyannikova le contó a la BBC que mientras recogía sus pertenencias de la oficina, vio en los ojos de sus compañeros «una expresión totalmente compasiva».
«Me miraban con ojos desorbitados, se despedían. Pensaban que no volverían a verme».
Logró huir a Alemania, pero regresó poco tiempo después para luchar por la custodia de sus hijos.
Siguió participando en otras protestas, incluida una manifestación cerca del Kremlin en julio, que la llevaron a enfrentar cargos en virtud de una nueva ley rusa que prohíbe la «información deliberadamente falsa» sobre las fuerzas armadas.
La ley hizo ilegalizó calificar la guerra como «invasión» y, en su lugar, ordenaba a los medios de comunicación rusos controlados por el Estado que se refirieran a ella como una «operación militar especial».
«¿Necesitas ayuda? Estamos aquí»
La periodista rusa dio detalles del día que salió de Moscú, un fin de semana, que fue el momento que escogió pensando que la policía estaría menos atenta.
Luego tuvo que cambiar siete veces de vehículo antes de acercarse a pie a la frontera.
«Nuestro [último] vehículo se quedó atascado en el barro», le dijo a la BBC, «y no teníamos cobertura de teléfono celular; intentamos orientarnos por las estrellas. Fue una fuga muy peligrosa y estresante».
Durante horas tuvieron que merodear cerca de la frontera, escondiéndose de las patrullas que vigilaban la zona, antes de conseguir cruzarla.
Parte de ese éxito se debe a la organización Reporteros Sin Fronteras. Su director, Christophe Deloire, explica cómo la ayudaron a escapar.
«Escribí mi primer mensaje de texto a Marina al día siguiente de que saliera en televisión con ese cartel. Un mensaje en el que le dije: ‘¿Necesitas ayuda? Estamos aquí para ti'».
No fue hasta septiembre cuando Ovsyannikova envió un mensaje a la organización a través de un intermediario, pidiéndoles ayuda para marcharse.
«Le dijimos de acuerdo», explicó Deloire, consciente de las dificultades a las que se enfrentaban para poder escapar.
«En ese momento se encontraba en Moscú bajo arresto domiciliario, sus vecinos y familiares eran seguidores de Putin, por lo que podrían llamar a la policía y decir que se marchó. Además, tenía una pulsera electrónica».
«Pero lo consiguió», dijo Deloire.
Ahora instalada en París, Ovsyannikova, de 44 años, dice que sigue «por supuesto, temiendo por su vida», pero cree que el presidente ruso Vladimir Putin está arriesgando su liderazgo por la guerra en Ucrania.
«La élite lo entiende todo perfectamente», explica.
«La gente vive en esta burbuja de propaganda, pero la élite gobernante -los que han perdido sus aviones, sus yates, sus finanzas- lo entiende todo».
«Creo que en cuanto se acerque la victoria ucraniana, la élite gobernante le pasará una gran factura a Putin«.
A pesar de su rechazo público a la guerra y de estar en el punto de mira del régimen ruso, muchos periodistas ucranianos y disidentes de su país han expresado su desconfianza hacia Ovsyannikova dado su pasado trabajando para la televisión estatal, a la que consideran una portavoz del Estado ruso.
Y su visita a Ucrania el verano pasado para cubrir la guerra para el diario alemán Die Welt indignó a muchos ucranianos, que exigieron su despido inmediato.
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