20 años de la invasión de Irak
Hace 20 años, Estados Unidos lanzó la invasión de Irak. El entonces presidente de EE.UU., George W. Bush, justificó la invasión, que no contaba con el aval de la ONU, para destruir las supuestas armas de destrucción masiva de Saddam Hussein y para liberar al país de un dictador sangriento como primer paso para democratizar Oriente Medio.
Pero la historia de las armas era falsa; Irak no se ha convertido en una democracia estable; y en la región se creó el caldo de cultivo para el yihadismo mientras Irán ha extendido su influencia.
«La invasión de Irak fue un punto de inflexión a tres niveles: interno iraquí; a nivel regional en Oriente Medio y el Golfo; y para el sistema internacional», explica a RTVE.es Haizam Amirah Fernández, investigador principal del Real Instituto Elcano.
El coste de la invasión
Deponer a Sadam no fue un problema para la potencia militar. En poco más de un mes, Bush declaró que «todas las operaciones militares principales» habían terminado.
Pero la administración provisional, dirigida por Paul Bremer y apoyada en una fuerza multinacional, y los gobiernos electos desde 2005 tuvieron que lidiar con las divisiones sectarias (chiíes, suníes y kurdos); unas infraestructuras básicas destrozadas por los bombardeos; una población empobrecida por 12 años de sanciones internacionales; y una insurgencia que fue el caldo de cultivo para el Estado Islámico (EI). Los yihadistas controlaron amplias zonas del país entre 2014 y 2017.
Es difícil cuantificar las pérdidas humanas y materiales. El Pentágono reconoce 4.505 bajas hasta la retirada de sus tropas en 2011, a las que hay que sumar otras 4.000 de distintas nacionalidades, según otras fuentes.
La web Iraq Body Count ha registrado 210.090 civiles muertos hasta febrero de 2023. Si se añaden los combatientes, el número de muertos hasta 2022 superaba los 288.000.
El proyecto The Cost of War de la Universidad de Brown (EE.UU.) eleva la cifra de víctimas civiles hasta las 275.000 como mínimo solo hasta octubre de 2019. Y la multiplica varias veces si se suman las muertes indirectas, por la situación sanitaria y alimentaria.
Entre las víctimas hay españoles: los periodistas José Couso (asesinado por el Ejército de EE.UU.) y Julio Anguita Parrado; 10 militares asesinados y otros dos fallecidos en accidente.
La ONU y el Banco Mundial estimaron que la reconstrucción requeriría inicialmente 36.000 millones de dólares (33.000 millones de euros al cambio actual). En 2018, tras la guerra contra el EI, el Banco Mundial pedía más de 82.000 millones de euros para reconstruir de nuevo.
Solo para EE.UU., el coste conjunto de las guerras en Irak y Siria supera los dos billones de dólares.
A pesar de todo el dinero invertido, muchos hogares siguen sin acceso a agua potable, suministro energético estable o viviendas adecuadas, según la ONU.
Irak, hoy: división sectaria e inestabilidad política
«Durante estos 20 años, Irak ha sufrido guerras civiles y terrorismo, mientras al mismo tiempo intentaba construir una democracia», explica a RTVE.es desde Bagdad Hamzeh Hadad, analista político asociado al European Council on Foreighn Relations (ECFR).
Hadad, de 29 años, no lamenta el derrocamiento de Sadam, pero sí que tuviera que llegar «de la mano de una invasión extranjera», y que EE.UU. no tuviera «un plan para la posguerra». «No había un calendario claro para devolver la soberanía a los iraquíes, ni una visión de cuánto tiempo debía pasar para celebrar elecciones o redactar una Constitución. A posteriori, desde 2022, parece que hubo mucha prisa».
“En estos 20 años, Irak ha sufrido guerras civiles y terrorismo, mientras al mismo tiempo intentaba construir una democracia“
Amirah Fernández coincide en que «la planificación no existió, y si existió fue nefasta». «A raíz de la invasión se establece un régimen donde el reparto de cuotas de poder, influencia y acceso a recursos se hace sobre una base sectaria«, destaca.
El resultado ha sido inestabilidad política, acumulación de poder por las milicias, corrupción y ausencia de un Estado que proporcione los servicios básicos. «Esto se traduce en frecuentes manifestaciones de descontento y malestar, por el incumplimiento de las expectativas a nivel social», añade el investigador del RIE.
En 2019, una de esas oleadas de descontento provocó violentas manifestaciones y un dura represión. La crisis pareció llegar a su fin en octubre de 2022, con la elección de un nuevo presidente, Abdul Latif Rashid, y un primer ministro, Mohamed Shia Al Sudani.
Una economía vulnerable y dependiente del petróleo
La situación económica, que partía de niveles muy bajos por las sanciones, ha mejorado gracias al aumento de los ingresos del petróleo. Por su dependencia del crudo, el país es muy vulnerable a los vaivenes del mercado, y los mayores ingresos no se han traducido en mayor inversión pública, advierte el Fondo Monetario Internacional.
El paro asciende a 16,6 %, el sueldo medio no llega a 400€ y un cuarto de la población vive en la pobreza. La sociedad iraquí es muy joven: un 48 % son niños, y un 20 % están entre los 15 y 24 años.
Por si fuera poco, el país acoge 250.000 refugiados de la guerra civil siria.
“Es muy difícil para las mujeres, porque no hay oportunidades de trabajo“
La situación de las mujeres es peor, según reconocen los organismos internacionales. «Es muy difícil para las mujeres, porque no hay oportunidades de trabajo, el Gobierno no piensa en las mujeres», se lamenta, en conversación con RTVE.es desde Mosul, Amani Saleh.
«Soy graduada en ingeniería y derecho y no tengo trabajo, continúa. «Me marcharía a cualquier sitio donde pudiera encontrar un trabajo. Pero esta es la ciudad de mis padres, de mi marido. Es muy difícil».
Amani vivió encerrada en casa durante 944 días mientras el EI ocupó Mosul, porque se negaba a seguir las órdenes de los yihadistas. El balance de la invasión, para esta iraquí, es positivo y negativo a partes iguales. «Desde el punto de vista de la seguridad, es muy difícil, las cosas no estan bien. Después de 2003 hemos tenido democracia. Antes no podías decir nada, ni viajar a ningún sitio».
«Las mujeres están expuestas a la violencia en gran medida, especialmente en el centro y sur del país«, asegura, en una respuesta por escrito a RTVE.es, Shaimaa Al-Abbasi activista por los derechos humanos. «La mujer necesita ganar confianza en sí misma a través de la plena conciencia de sus derechos y deberes, y necesita todo el apoyo porque vivimos en una sociedad dominada por hombres», añade.
La activista, que tenía cuatro años cuando se produjo la invasión, señala que una de las principales necesidades del Irak de hoy es apoyar a la juventud, con proyectos de inversión para garantizarles trabajo.
«Irak está mejor que hace 20 años, pero no tan bien como esperábamos hace 20 años«, resume Hamzeh Hadad. «Si se les pregunta a los iraquíes si sus esperanzas y deseos se han cumplido, no creo que muchos digan que ha sido así. Pero si me preguntan si las cosas están mejor, diría que sí, pero ha sido con un gran coste: muchos iraquíes han muerto asesinados durante la invasión, la insurgencia y las guerras civiles».
«Regalo» a Irán y golpe al multilateralismo
Fuera de Irak, las repercusiones no fueron las esperadas por Washington. George Bush padre había evitado invadir en 1991, tras liberar Kuwait, precisamente por las consecuencias indeseables de la probable implosión, en una región tan sensible, de un estado plural que Sadam, al menos, mantenía unido y controlado.
«A nivel regional, la invasión de Irak entregó al país en bandeja de plata al régimen de Irán, que era el gran enemigo contra el que había librado una guerra de ocho años. Fue un regalo inesperado para los ayatolás», comenta Amirah Fernández.
“Ha sido sumamente dañino para la imagen de EE.UU. en la región y el mundo y un golpe al multilateralismo“
«Ha sido sumamente dañina para la imagen de EE.UU. en la región y en el mundo – continúa – y generó fracturas internas en la UE. Fue un gran golpe al multilateralismo. Arrastró a la potencia ganadora de la Guerra Fría a un pantano en el que lleva enfangada 20 años».
Bush hijo no actuó solo. Le apoyaron el primer ministro británico, Tony Blair, y el español, José María Aznar, con los que se reunió en las Azores. El balance posterior de los protagonistas de aquella foto es muy diferente.
Bush ha reconocido errores de inteligencia, pero no ha perdido perdón a los iraquíes, al menos de forma consciente. El año pasado, el expresidente, de 76 años, tuvo un lapsus en el que confundió Ucrania con Irak y calificó la invasión de 2003 de «injustificada y brutal».
Blair pidió perdón tras un informe oficial que establecía que las armas de destrucción masiva iraquíes nunca habían existido. Aznar, en cambio, no ha admitido ningún error, pese a que su apoyo a la guerra provocó una de las mayores protestas en España.
«Es una pena – opina Hamzeh Hadad – porque se puede pedir perdón por todas las vidas perdidas sin pedir perdón por derrocar a un dictador, no tiene que ser blanco o negro, porque la situación no lo es».
La opinión de los estadounidenses sí ha cambiado en estas dos décadas. En marzo de 2003, el 72 % estaba a favor de la guerra, según una encuesta de Gallup. En 2008, el 53 % creía que Bush les había engañado. En 2019, el 50% consideraba que invadir Irak fue un error.
El incierto futuro de Irak
Los iraquíes viven de vez en cuando explosiones de unidad y orgullo nacional, como con la victoria de la selección nacional de fútbol en la Copa del Golfo o la visita del papa. Pero estos estados de ánimo son pasajeros.
La ONU alerta de que, «a menos que el Gobierno dé pasos para implementar reformas significativas», el país «afrontará otro ciclo de inestabilidad«.
«Como ciudadana y activista, no confío en el futuro de Irak – escribe Al Abbasi – Irak necesita un acuerdo político y la no injerencia de los países vecinos en su soberanía».
«No hay garantía de que Irak consiga establecer un Estado democrático estable – reconoce Hadad – pero hay que intentarlo. No puede ser que porque la invasión fuera ilegal y se estuviera en contra de esa política, alguien quiera ver caer a Irak para poder decir ‘os lo dije’. Eso no es justo para los iraquíes. Al final, tanto si la invasión fue correcta o incorrecta, tienen un país que reconstruir, y se les debería dar una oportunidad».