La endogamia, una amenaza para las orcas – Diario de Yucatán
SEATTLE (AP).— En décadas recientes, las personas han tomado varios pasos para ayudar a las orcas del noroeste del Pacífico en peligro de extinción, que desde hace mucho tiempo sufren de hambre, contaminación y el legado de que muchas están capturadas para ser exhibidas en parques marinos.
Han traspasado canales y removido diques para crear un hábitat de humedales para el salmón de Chinook, el alimento más importante de las orcas. Han limitado la pesca comercial para intentar asegurar que las ballenas tengan presas. Han logrado que los barcos reduzcan la velocidad y se mantengan más alejados de los animales para reducir su nivel de estrés y calmar las aguas para que puedan cazar mejor.
Hasta el momento, esos esfuerzos han tenido poco éxito y, según una investigación publicada ayer en la revista “Nature Ecology and Evolution”, el aparente motivo es que las ballenas son tan endogámicas que mueren más jóvenes y su población no se recupera.
Las orcas hembra tardan unos 20 años en llegar al nivel máximo de fertilidad y es posible que no estén viviendo lo suficiente para garantizar el crecimiento de su población. Aunque esa noticia puede resultar sombría para la venerada orca, conocida como las orcas “residentes del sur”, también enfatiza la urgencia de los esfuerzos de conservación, dijo Kim Parson, genetista del Servicio Nacional de Pesca Marítima de Estados Unidos (NMFS, por sus siglas en inglés) y coautora del estudio.
La población no necesariamente está condenada, agregó. “No es que la endogamia en sí resulte en una vida más corta o mate a un individuo”, dijo Parsons, “sino que la endogamia hace que estos individuos sean más vulnerabales a enfermedades o factores ambientales. Podemos apoyar a la población con el medio ambiente y brindarles la mejor oportunidadposible”.
Las batallas de la carismática población de orcas que frecuentan las aguas entre el estado de Washington y la provincia canadiense de British Columbia están bien documentadas.
Incluso en 2018, cuando una afligida madre cargó a su ballenato muerto durante 17 días en un aparente intento de revivirlo o para guardarle luto.