Humedales españoles en peligro de muerte | Clima y Medio Ambiente – EL PAÍS
El observatorio de aves, solitario y bajo un sol implacable, mira hacia una llanura convertida en un secarral de tono parduzco este martes. Ni una gota de agua. Es el tablazo mayor, la laguna más extensa de las que conforman el humedal del Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel (Ciudad Real) y corazón del espacio protegido. Una señal inequívoca para los lugareños de que el resto está seco. Apenas quedan 115 hectáreas inundadas de forma artificial ―con los pozos de emergencia y un pequeño envío del trasvase Tajo-Segura―, un 7% de las 1.750 hectáreas del sistema de tablas fluviales manchego, que en primavera deberían transformarse en una sorprendente llanura repleta de agua en plena Mancha. Los datos dan la medida del desastre ambiental que enfrenta este humedal prácticamente único en Europa y punto clave en el movimiento de aves migratorias.
La Administración ignoró las señales de alarma de Daimiel, que se han reproducido en otros espacios acuáticos como el Parque Nacional de Doñana, donde ya se han perdido cientos de lagunas. A la sobreexplotación de los acuíferos de los que dependen, principalmente por la fuerte demanda de agua de las explotaciones agrícolas, se ha unido una implacable sequía, que en Daimiel afronta su noveno año con una disminución de las precipitaciones del 25% de media anual. Si se adereza con el cambio climático, las perspectivas futuras de recuperación se ennegrecen todavía más. A pesar de la situación de desahucio, la naturaleza resiste como puede y las pocas aves acuáticas que han llegado se acantonan en la reducida extensión de agua. Si llegara el agua, las esporas de las ovas (un tipo de alga) que permanecen en el suelo seco revivirían.
“No se salva ni Doñana, que es la estrella de la biodiversidad. Si sus marismas y lagunas están desapareciendo, imagínate el resto”, plantea Santos Cirujano, científico del CSIC y especialista en zonas húmedas continentales. El maltrato sistemático ha provocado la desaparición del 60% de los humedales en España en el último siglo. “El proceso se repite una vez y otra”, explica Cirujano. El inicio de la decadencia de las zonas húmedas comenzó a principios del siglo pasado, con la ley de 1918 de desecación de lagunas, marismas y terrenos pantanosos, que se consideraban lugares insalubres y focos de infecciones como el paludismo. Ahí se perdieron joyas como La Janda (Cádiz), Antela (Ourense) o la laguna de la Nava (Palencia), las lagunas interiores mayores y más emblemáticas. Pero fue a partir de los setenta, con la intensificación de la agricultura, cuando se constata el descenso de aguas subterráneas y superficiales.
Otra de las consecuencias es la contaminación por la llegada de fertilizantes agrícolas y por la mala depuración de las aguas y vertidos industriales. “Las aguas se eutrofizan [exceso de nutrientes, sobre todo nitrógeno y fósforo], como ha ocurrido en el mar Menor, en el que se han producido terribles episodios de mortandad de peces por falta de oxígeno”, recuerda Santos.
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La situación es tal que “prácticamente todos los espacios emblemáticos identificados en España como sitios con graves problemas de conservación son ecosistemas de humedal”, indica el Plan Estratégico de Humedales a 2030 del Ministerio para la Transición Ecológica. Estiman que existen, al menos, 2.000 humedales, muchos de ellos pequeños. En positivo, en el documento aparece el aumento de conciencia social y las labores de restauración que han recuperado 18.000 hectáreas de territorio húmedo de 1991 a 2017.
Los agricultores no son ajenos al problema. Jesús Pozuelo, de 75 años, es miembro del Patronato de Las Tablas de Daimiel en representación de las organizaciones agrarias desde el año 1984. Se inició en la profesión con 12 años y ahora cultiva 150 hectáreas de cereal y leguminosas (en secano) y 40 hectáreas de viñedo en regadío. Flanqueado por un campo de trigo, verde pero raquítico a estas alturas de la temporada por la falta de lluvia, y por un inmenso campo de vides, se muestra tajante con los “cuatreros del agua”. “Al que pillen sin permiso, que le clausuren los pozos, nada de una sanción, es la única forma de que sea ejemplarizante”. En la comarca Alto Guadiana ―donde se ubican Las Tablas de Daimiel― existen 73.000 pozos, de los que 1.000 son ilegales, informa la Confederación Hidrográfica del Guadiana (CHG). En total, se riegan en la zona 300.000 hectáreas. Desde 2018, la CHG ha clausurado 267 perforaciones que regaban 5.686 hectáreas sin permiso.
En Andalucía, una proposición de ley impulsada por el PP y por Vox pretende regularizar alrededor de mil hectáreas ilegales de regadío en el entorno de Doñana. El presidente del PP de Castilla-La Mancha, Paco Núñez, aplaudió el sábado esta proposición en un acto junto al presidente andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla. “Lo que estás haciendo en Doñana es cumplir con tu palabra, pensar en los agricultores andaluces, trabajar por que el agua sea elemento de progreso y evitar guerras que no llegan a ningún sitio. Eso quiero hacer yo en Castilla-La Mancha”, le ha dicho. “Ese es el camino, regularizar las situaciones en situación de irregularidad y trabajar en un acuerdo nacional del agua”, ha añadido.
Pozuelo ha dado por perdidas Las Tablas en momentos aciagos, como en 1994, cuando el acuífero, que ocupa una superficie de 5.500 metros cuadrados, alcanzó el nivel más bajo desde que se le monitoriza. Fue el año en el que se declaró oficialmente sobreexplotado, categoría que nunca ha logrado dejar atrás. “Pero, milagrosamente, empezó a llover y subió 20 metros, y cuando llega el agua te relajas”, explica. Pero, transcurrido el tiempo y sin que nada haya cambiado, Pozuelo se plantea, a pie del cauce vacío del Guadiana, que “no se puede matar a la gallina de los huevos de oro. Hay que disminuir el consumo”. Una solución, apunta, sería incentivar los cultivos de secano.
La realidad manda y en los vasos de las lagunas de Las Tablas de Daimiel aparece vegetación propia de los barbechos (campos sin sembrar durante uno o más años) de los cultivos de alrededor y taray, un árbol de rápido crecimiento. Para evitar su proliferación, en varios puntos del parque se desbroza para impedir que colonicen las lagunas. Es la transformación de un ecosistema acuático en un ecosistema terrestre, que en su desaparición arrastra a un humedal de importancia internacional.
En Doñana el proceso de pérdida de las lagunas es similar. Primero aparece la pradera, después los juncales y por último la vegetación terrestre: jaguarzos, brezos o pinos. No ocurre de un día a otro, porque el sistema está acostumbrado a la impredecibilidad de las lluvias. El problema, en ambos parques nacionales, es que al acuífero no le da tiempo a recuperarse para superar períodos secos como el actual. El de Daimiel encoge desde 2014 a una media de un metro al año, indica Miguel Mejías, investigador del Instituto Geológico Minero (CN IGME-CSIC) y responsable del control de los niveles del acuífero desde hace más de 25 años. El problema, recuerda, es la desconexión completa que existe entre las aguas subterráneas y las superficiales, lo que hace depender a estas tablas de las avenidas extraordinarias de lluvia cada vez más impredecibles por el cambio climático. “Desde hace muchos años no hay aportes naturales al humedal y no se cumplen los objetivos de la Directiva Marco del Agua”. Tampoco el plan rector del parque, que prevé un objetivo mínimo de inundación de 1.400 hectáreas a comienzos de primavera y 600 a finales de verano.
Las Tablas de Daimiel surgían históricamente por el desbordamiento de los ríos Guadiana, en los Ojos del Guadiana donde nace por afloramiento del acuífero, y Cigüela. En el sistema natural, el agua comienza a salir a borbotones formando pequeños charcos. Debido a la poca pendiente de la zona se generaba una extensa llanura de inundación. La última vez que ocurrió, en menor medida, fue a raíz del período húmedo excepcional que vivió la zona entre 2010 y 2013.
El trasvase desde el Tajo ―establecido en el plan rector del parque― se plantea como una de las opciones para paliar la situación. Pero hay desacuerdo. La vicepresidenta y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, declaró en marzo que “los trasvases a Las Tablas de Daimiel deben ser algo excepcional” y que se debe promover la restauración hidrológica natural. Un posicionamiento similar al de las asociaciones ecologistas. Alberto Fernández, de WWF, considera que no se puede mantener un humedal a modo de estanque artificial. Una exhaustiva investigación de la ONG publicada en 2021 señala que en Daimiel, Doñana, mar Menor y Arenales se riegan de forma ilegal 88.000 hectáreas. Miguel Hernández, de Ecologistas en Acción, añade: “Llevar agua de fuentes deficitarias no es la solución correcta, porque se posterga la adopción de soluciones y se produce daño ambiental en ambas cuencas”.
En la Junta de Castilla-La Mancha recuerdan que el parque es competencia del Estado. “Lo que tienen que hacer los gestores es lo que dice el plan rector del espacio protegido [el trasvase], porque con el déficit que hay habría que introducir todo el embalse de Buendía para recuperar los Ojos del Guadiana”, indica Félix Romero, director general de Medio Natural de Castilla-La Mancha. Es consciente de que la mayor eficiencia actual en el uso del agua no les va a sacar del problema y aboga por ampliar el ámbito de aplicación a la Reserva de la Biosfera de la Mancha Húmeda [25.000 hectáreas en 400.000 de territorio]”. De momento, el Gobierno regional ha creado una etiqueta con esa denominación que garantiza que los cultivos son sostenibles con el mantenimiento del acuífero. Esperan tener los productos con el distintivo en el mercado a partir de este otoño.
El departamento de Teresa Ribera informa a EL PAÍS de que está analizando un reciente manifiesto firmado por más de 500 científicos, que pedían agua del Tajo, “para poder tomar las medidas adecuadas”, que conduzcan a “garantizar los aportes hídricos para la conservación del parque”. “En todo caso”, matizan, “esto compete a varias administraciones públicas diferentes”. En el Ministerio de Agricultura explican, por su parte, que se apuesta por impulsar una política de regadío porque multiplica por seis la productividad, aumenta hasta cuatro veces la renta de los agricultores y genera tres veces más empleo. Tienen como objetivo modernizar el sistema de regadíos con una inversión de 2.130 millones de euros hasta 2027.
Y mientras tanto, Alejandro del Moral, guía de naturaleza y dueño de la empresa local de turismo Caminos del Guadiana, explica lo “duro que es emocionalmente ver cómo Las Tablas se siguen degradando y se convierten en un parque temático”. En el aspecto laboral, han tenido una caída del 80% de visitas en Semana Santa. “Nadie de mi generación [tiene 36 años] ha contemplado el funcionamiento natural de las tablas”, concreta.
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Créditos
Fotografía Samuel Sánchez
Infografía Nacho Catalán
Edición Gráfica Gabriel Bravo
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