Sergio Bitar analiza el paro de los mineros de El Teniente – Interferencia |
Durante los dos años y medio de vida del gobierno popular, en los casi dos años transcurridos desde la nacionalización del cobre, el mineral de El Teniente fue presentado como modelo de eficiencia, tanto en niveles de producción como en el comportamiento político de sus trabajadores. Por todo ello, su huelga produjo un impacto mucho mayor que el de conflictos anteriores de este mismo periodo ocurridos en un mineral mayor, como es Chuquicamata. En la solución planteada por el gobierno y activamente debatida por los trabajadores tuvo fundamental participación Sergio Bitar (32, casado, tres hijos), un ingeniero civil que se plantea el problema no sólo desde sus ángulos económicos y políticos, sino también desde el más amplio, de la planificación industrial.
Sin duda, porque era ése precisamente el campo en que se había estado especializando, primero en la Universidad de Chile y luego en la respectiva gerencia de la Corporación de Fomento, hasta que se hizo cargo del Ministerio, en el equipo que asumió después de las elecciones de marzo. El único representante de la Izquierda Cristiana en el gabinete, durante este mes y medio en el cargo ha debido afrontar y resolver otros conflictos de importancia parecida: el de la mina Disputada de Las Condes y el de los trabajadores de las estaciones de venta de gasolina. Chile HOY le entrevistó en Coya, durante una pausa de las negociaciones.
«En todo el trabajo que veníamos haciendo en el Comité Económico, los dos sectores que se veían como más álgidos para el año 73 eran el sector del cobre y el de la agricultura. Estos sectores constituyen la espina dorsal de toda la estrategia de desarrollo para este año».
Ch. H.: Cuando asumió como ministro ¿se veía ya venir el problema del cobre?
S. B.: En todo el trabajo que veníamos haciendo en el Comité Económico, los dos sectores que se veían como más álgidos para el año 73 eran el sector del cobre y el de la agricultura. Estos sectores constituyen la espina dorsal de toda la estrategia de desarrollo para este año. A través de la agricultura sustituíamos importaciones y a través del cobre generábamos exportaciones y eso nos aliviaba en un contexto internacional muy rígido en materia de financiamiento. Era muy claro que teníamos que hacer un fuerte esfuerzo por aumentar la producción de cobre.
Por otra parte, hay informaciones importantes en manos del gobierno y del Comité Económico respecto de los problemas que han influido negativamente en la producción y de las potencialidades que teníamos entre manos.
Durante el mes y tanto que llevo en el Ministerio he podido perfilar mejor cuáles son las causas que provocan parte de los problemas que tenemos en el cobre y cuáles son las potencialidades, es decir, qué es lo que tenemos que hacer.
Ch. H.: ¿Podría explicamos cuáles son esas causas?
S. B.: Nosotros estaríamos en condiciones de llegar en el año 76 al millón de toneladas de cobre sin necesidad de realizar inversiones importantes.
Ch. H.: ¿Hoy estamos en cuántas toneladas?
S. B.: Sobre las 100 mil, incluyendo la mediana y pequeña minería. Si incluimos sólo la grande, estamos cerca de las 600.
Ch. H.: ¿Por qué estamos hoy tan lejos de esa potencialidad de producción?
«Y también es fundamental que existan normas de participación más claras, normas de trabajo más precisas. Una especie de decálogo, de disciplina en que se convenga con los trabajadores que si un trabajador falla tantas veces se le deben aplicar ciertas sanciones».
S. B.: Podemos señalar tres causas. La primera es de origen laboral. Si uno observa el número de paros que hubo el año pasado en Chuquicamata, constata que fueron más de 100; es decir, cada tres días había un paro, todos parciales. Si uno observa los rendimientos de los concentradores, de las fundiciones día a día se da cuenta que ellos oscilan mucho de un día a otro; un día producen simple, otro día el doble. La curva de producción es bastante arrítmica. Es necesario hacer un gran esfuerzo por lograr vincular la política de remuneraciones con la producción.
Y también es fundamental que existan normas de participación más claras, normas de trabajo más precisas. Una especie de decálogo, de disciplina en que se convenga con los trabajadores que si un trabajador falla tantas veces, o se le encuentra robando, se le deben aplicar ciertas sanciones que deben ser cumplidas. Y esa disciplina debe aplicarse no sólo al sector de obreros y empleados, sino también debe ser generalizado al sector ejecutivo.
Una segunda causa hay que buscarla en el sistema de gestión: Codelco y sus empresas. Si uno lo mira como un problema de administración, resulta que este complejo es el más grande del mundo en su área, o sea, como conjunto de empresas es el que produce más a nivel mundial. De manera que es bastante difícil diseñar todo un sistema de decisiones dentro de él. ¿Cuál es el papel de Codelco? ¿Cuál debe ser el nivel de descentralización? ¿Quiénes toman las decisiones? ¿Cómo se centraliza la parte financiera? ¿Cómo se resuelve el problema de inversiones? Todas las relaciones con el exterior, las relaciones de mercado, la industrialización que viene detrás… Una empresa transnacional, por ejemplo, tiene inversiones en muchos otros países, se integra verticalmente, desde la fase productiva de la riqueza básica al proceso de industrialización, a los bienes de capital, a la tecnología. Nosotros al nacionalizar el cobre sólo estamos reproduciendo aquella parte que la empresa transnacional realizaba en Chile, no intentamos producir, ahora que es chileno, todo el ámbito de acción que es propio de una gran empresa transnacional. Toda la gestión de este sistema es un ámbito en el que se ha avanzado bastante, pero hay algunas dificultades, porque partimos prácticamente de cero.
La tercera causa, muy difícil de resolver también, es el problema del abastecimiento de insumos importados y también de insumos nacionales. Tenemos que resguardar nuestras importaciones de Estados Unidos. Hemos estado creando oficinas de compra en otras partes a fin de poder recurrir a comprar allí en caso de que las relaciones con Estados Unidos se deterioren.
«Ahora en materia de abastecimiento hay que tener en cuenta el punto del cual partimos. Anaconda, si uno la compara con otras empresas transnacionales, era una empresa atrasada en sus formas de gestión».
Ch. H: ¿Se puede dejar de depender de Estados Unidos?
S. B.: Es difícil, pero lo estamos logrando, aunque todavía hay una serie de productos que sólo podemos comprar en ese país. En este caso tenemos que ver si operamos a través de terceros; que ellos compren a Estados Unidos.
Ch. H.: ¿Existen ofrecimientos de algunos países para actuar como terceros en este caso?
S. B.: Estamos comprando en Canadá, en México, en Europa. Y en casos extremos habrá que buscar además otras posibilidades. Ahora en materia de abastecimiento hay que tener en cuenta el punto del cual partimos. Anaconda, si uno la compara con otras empresas transnacionales, era una empresa atrasada en sus formas de gestión, una empresa muy poco descentralizada, que tenía la mayor parte de sus bienes en Estados Unidos. La Kennecott tenía por el contrario muchos más equipos aquí, más técnicos, más descentralización de decisiones. En el caso de la Anaconda el grueso de las decisiones de abastecimiento se hacía en Estados Unidos y en el momento en que nosotros nos hacemos cargo de las minas ellos nos tiran el saco de papeles con las órdenes de compra, y si uno piensa que en la gran minería tenemos que importar más de 100 mil ítems distintos; dos mil órdenes de compra mensuales. Entonces, partir de cero, tener catalogada cada orden de compra, saber quién es el proveedor, las especificaciones, si son reemplazables unas órdenes de compra por otras, cuál debe ser el ritmo de órdenes de compra para mantener los stocks críticos, todo eso es una tarea enorme y bastante difícil. Hemos avanzado algo, pero tenemos mucho por hacer. Ahí están las tres áreas donde habría que trabajar: en el sistema laboral, en el de gestión administrativa y en el de abastecimiento.
Ch. H.: ¿Qué es lo que defienden ustedes al insistir en la fórmula propuesta por el gobierno?
S. B.: Insistimos en que es fundamental no dar reajuste sobre el reajuste, por razones muy simples. Primero, porque significa discriminar. Si ya se les dio un reajuste mes a mes de un 50 por ciento del alza del costo de la vida, encima ahora quieren el 100 por ciento. Eso significa que van a sacar más del 150 por ciento del alza del costo de la vida, mientras el resto sólo saca el 100 por ciento.
Los trabajadores se aferran a lo que nosotros llamamos una triquiñuela legal, que contradice el espíritu de la ley. La ley sin duda contenía imperfecciones y por eso es que hubo que precisarla. Pero lo importante es su espíritu. ¿Cómo no se va entender que si hay una ley general de reajuste que les ha concedido el 100 por ciento de reajuste a todos los trabajadores y hay muy pocos trabajadores que están bajo el sistema de escala móvil que implica que cada cierto tiempo van recibiendo parte del alza del costo de la vida, lo lógico es que a los que han ido recuperando en parte el poder adquisitivo se la complementemos hasta llegar al total y a los otros les demos el total? Ese es el espíritu de la ley.
«Son ellos, por lo tanto, los que se han negado a discutir la fórmula del gobierno en sus propias asambleas y la han estado distorsionando. Sólo hablan de los 24 mil escudos y no han informado acerca del bono de producción».
Nosotros hemos insistido en que no se debe dar reajuste sobre reajuste y que si se quiere ganar más se vincule esto al aumento de la producción que ya hubo en el 72 y que sigue existiendo en el 73. Hicimos un cálculo sobre este bono de producción y allí está la publicación de nuestra proposición. La primera categoría, que es la más baja, queda ganando alrededor de 18 mil escudos.
Ch. H.: ¿Qué dice usted a la crítica que hacen los sectores huelguistas en el sentido en que no se habría dialogado sino con el sector de dirigentes?
S. B.: Esto ha sido desmentido por los mismos hechos. ¡Si nos hemos pasado dialogando! Yo no he tenido tiempo para trabajar durante todo este conflicto. Hemos venido aquí, nos hemos quedado en la Intendencia hasta las seis de la mañana, ayer estuvimos todo el día aquí.
Ch. H.: Pero ¿y la semana anterior?
S. B.: Lo que pasa ahí es que dialogamos hasta que entregamos la proposición del gobierno, más o menos 10 días atrás. Se llamó a todos los dirigentes sindicales y se les entregó la fórmula del gobierno. Y luego se celebraron asambleas sólo en los sindicatos industriales, en todos los cuales fue aprobada por amplia mayoría. Y también fue aceptada por el sindicato profesional de Santiago. Quedaban entonces los otros cuatro sindicatos profesionales que no la han llevado a asamblea. Han hecho concentraciones en la medialuna de Rancagua, donde se han dedicado simplemente a decir: «no discutimos la fórmula del gobierno, porque nosotros por principio pedimos el 41 por ciento y nada menos», y el gobierno insiste en que por principio no acepta el reajuste sobre el reajuste. Son ellos, por lo tanto, los que se han negado a discutir la fórmula del gobierno en sus propias asambleas y la han estado distorsionando. Sólo hablan de los 24 mil escudos y no han informado acerca del bono de producción. Ellos son los que se han negado a conversar en estos términos.
Ch. H.: ¿Ha cambiado la fórmula del gobierno desde que se planteó por primera vez?
S. B.: No, lo que pasa es que el gobierno ofreció primero los 20 ó 24 mil y llamó a formar una comisión para estudiar el bono de producción. .
Los resultados de esta comisión son los que se entregaron en estos días. Por lo tanto, no se ha cambiado la fórmula, sino que se ha precisado una parte de ella.
«El gobierno va a insistir en su tesis de que no acepta el reajuste sobre el reajuste y de que toda la discusión debe hacerse en torno al bono de producción».
Ch. H.: Este conflicto ha sido deformado tanto por la prensa de derecha como por la de izquierda. Quisiéramos saber cuáles son los datos reales de reintegro al trabajo…
S. B.: Ha existido desde el lunes de la semana pasada una tendencia al aumento del reintegro, que se vio perjudicada por las tomas de caminos y el amedrentamiento, pero ahora se ha vuelto a recuperar. En este momento (lunes) es del orden del 40 a 50 por ciento de los obreros.
Ch. H.: ¿Y los empleados?
S. B.: Hay muy pocos trabajando, aunque hoy el Sindicato Profesional de Coya decidió su reintegro al trabajo.
Ch. H.: ¿Qué perspectivas de solución tiene este conflicto?
S. B.: El gobierno va a insistir en su tesis de que no acepta el reajuste sobre el reajuste y de que toda la discusión debe hacerse en torno al bono de producción.
Ch. H.: A nosotros se nos informó que la Zonal se había quebrado y que tres dirigentes habían renunciado, entre ellos Robles. ¿Cómo se explica que aparezca firmando la declaración de ayer?
S. B.: Robles me explicó que habían usado su nombre sin su autorización y que sacaría un desmentido público.
Ch. H.: ¿Cómo se explica la actitud tan firme del gobierno en este conflicto? Hay quienes sostienen que si el gobierno hubiera cedido, con lo que ha costado la huelga se podía pagar de sobra lo que se pedía…
«En Chile estamos en una situación en que se consumen 600 y tantos dólares per cápita y se han creado expectativas de consumo de 800 a mil dólares per cápita y se tiene una capacidad real de consumo de 500 dólares per cápita».
S. B.: Aquí hay varias cosas en juego. Lo primero es que el gobierno necesariamente debe luchar en forma inflexible por ciertos principios que son los únicos que permiten mantener una determinada distribución del ingreso, un cierto orden en la política de remuneraciones, que le permita un manejo de la política económica. Hay determinados principios en los que no podemos ceder, porque seguir una política de remuneraciones irresponsable, sin ninguna relación con la producción, significa llevar la inflación a límites incontrolables. Ceder allí donde estén los sindicatos más fuertes, como son los del cobre, significa crear discriminaciones entre los trabajadores que no podemos aceptar. Es necesario dar en el sector del cobre una lucha muy dura para ir haciendo ver a los trabajadores que su acción debe dirigirse ahora hacia la participación y la dirección de sus empresas y no fundamentalmente hacia las remuneraciones. No hacerlo y seguir la política del avestruz nos puede significar que en lugar de tener un paro grande lleguemos a tener cien paros chicos que nos perjudicarían mucho más, desde el punto de vista económico.
Este es un punto. El otro, más general, es que en Chile estamos en una situación en que se consumen 600 y tantos dólares per cápita y se han creado expectativas de consumo de 800 a mil dólares per cápita y se tiene una capacidad real de consumo de 500 dólares per cápita. Entonces, si se confronta la expectativa de consumo con la capacidad real de consumo y si se quiere mantener el país sin un gran endeudamiento externo, ello significa una restricción del consumo. Esto al margen de que la redistribución se mantenga uniforme.
Si bien en los dos primeros años se puso el acento en el aumento del consumo del pueblo, hoy hemos llegado a una situación en que la restricción del consumo, la racionalización del trabajo, la comprensión de los trabajadores de que sus intereses no van necesariamente ligados al aumento de su capacidad de consumo, es una tarea política y económica de envergadura, que recién estamos entrando a afrontar.
«Pienso trasladar el Ministerio a los distintos centros mineros, ver en cada uno de ellos sus problemas de cerca y promover allí la participación, la discusión con los trabajadores».
Ch. H.: ¿Qué piensa de los que hablan del economicismo de los trabajadores del cobre?
S. B.: Yo creo que sería muy desacertado plantear que tienen una mentalidad economicista y nada más. Ese es un hecho objetivo, que se ha dado por el tipo de lucha realizada contra la empresa extranjera. Y el cambio de esa situación es fundamentalmente un problema político. Yo creo que es necesario reconocer que la Unidad Popular no lo ha sabido afrontar. Es increíble que un sector tan importante estratégicamente en el terreno económico, para la balanza de pagos y en el terreno político, haya sido descuidado de esa manera. Los mismos cuadros de la izquierda en Chuquicamata son débiles, no tienen una conciencia clara de cuál es el problema. Pretender que todo se explica por el economicismo es un error y pretender que todo se puede cambiar en menos de seis meses es otro error.
Ch. H.: Su corta vida como ministro ha sido muy agitada…
S. B.: Efectivamente. Me ha tocado en menos de un mes y medio afrontar el conflicto de El Teniente, de Disputada de Las Condes, de los bencineros y casi de ENAP. Pero mi intención preliminar era y es realizar una acción más fuerte en la dirección técnico-económica de la Gran Minería. Creo que es necesario desarrollar toda una estrategia de industrialización a partir del cobre. Debemos proyectar el control de las riquezas básicas, no en el sentido limitado de su extracción sino de cómo un país como el nuestro puede transformarla en un eje de una estrategia de desarrollo minero-industrial. Debemos lanzar un conjunto de empresas grandes de productos elaborados de cobre y debemos desarrollar toda una industria de bienes de capital para la Gran Minería del cobre, empresas de ingeniería para ella. Podemos hacer todo un sistema industrial verticalmente integrado, como lo hacen los suecos, los finlandeses, los noruegos, que son países chicos. Este sistema que antes tenía una pata en Chile y las demás en el extranjero, debe ser rearmado, La capacidad financiera puede provenir de nuestras ventas de cobre.
Ch. H.: Y respecto a la relación con los trabajadores ¿qué ha pensado hacer?
S. B.: Pienso trasladar el Ministerio a los distintos centros mineros, ver en cada uno de ellos sus problemas de cerca y promover allí la participación, la discusión con los trabajadores acerca de los planes de producción y las formas de sustituir importaciones.