«La literatura de los Latin kings nunca habló de violencia, pero acabó llegando y haciéndose fuerte»
Madrid
La máxima según la cual tratar de entender un conflicto está en las antípodas de pretender justificarlo, hace más fácil entender el argumento, muy elaborado, de Mariah Oliver, la única mujer que participó en la fundación de la primera banda de la Nación Latin Kings & Queen en España en el año 2000. Hoy Mariah, con h, una forma de desmarcarse de la María de la banda que en su momento fue también identificada con los apelativos de «Queen Maverick» o «La Madrina», acaba de escribir un libro, «Latin Queen. Ascenso, caída y renacer desde el corazón de una banda» (Penguin Random House) en el que pone orden y reflexión a sus recuerdos de entonces, cuando aún siendo mujer y española logró ascendencia en un grupo muy masculinizado y jerarquizado. Pero logró entrar y no puede decirse que ese ingreso no tuviera consecuencias. Las tuvo, en forma de cárcel, en prisión preventiva y régimen de aislamiento en Soto del Real y Brieva (Ávila) y una condena de dos años por asociación ilícita que cumplió tras el juicio en libertad condicional.
La historia de María es la de una chica normal, con una familia normal, que en el año 2000 se sintió fascinada por la estética, la música rap (entonces no muy habitual en España) que trajeron de América Latina los primeros emigrantes que llegaron masivamente a distintos pueblos de la Sierra de Madrid. Por eso y por «la seducción que generaban esos chicos, con esa figura de malotes que en un momento y una edad, atrapa a muchas chicas. Era una estética que parecía sacada de una película estadounidense; esos colores, esa música que tanto nos gusta…»
Pero más allá de la estética, hubo dos factores importantes que le unieron a ese grupo: la preocupación por defender los derechos de los emigrantes que llegaban entonces de América Latina, que no eran del todo bien tratados por algunos otros jóvenes en localidades madrileñas como Collado Villalba o Galapagar y una obstinación por querer saber. Por acercarse a la literatura de lo que había escrito sobre esos grupos, «idearios que no estaban vinculados a la violencia, sino a la necesidad de crear tejido social e integración en lugares como Nueva York u otros lugares de América, donde nacieron esas bandas», asegura Mariah. El problema, añade Oliver es que «en España no había bandas, ni tradición, ni esa cultura. La violencia en los Latin King & Queen no estaba escrita, no formaba parte de esa literatura, vino después. Y llegó cuando sobre todo se constituyen otras bandas y empezaron a discutir entre ellas, cosas que no se entendía porque ambas perseguían lo mismo. Yo hubo unos años que me alejé de la banda por esa lucha que acabó haciéndose fuerte»
Qué ella fuera la única presencia femenina en la dirección de la primera banda de Latin Kings fundada en España, «tuvo que ver con mi propio interés. De las tres amigas que estábamos, a las otras dos no les interesó tanto como a mí». Y eso que ser mujer y pertenecer a ese grupo no era sencillo. «El machismo, como en la propia sociedad, estaba allí muy arraigado y los mismos comportamientos que les exigían a las chicas se pasaban por alto en el caso de los chicos. Y yo siempre me revelé contra ello», comenta Mariah. Y pone un ejemplo: «En una ocasión varios miembros del grupo censuraron la forma de vestir de una chica, demasiado escotada en su opinión. Yo entré entonces en la primera tienda que encontré, me compre un top que casi casi era un sujetador, volví y les dije: `Venga, criticarme ahora a mí si os atrevéis´»
Lo que Oliver nunca pensó es que acabaría en prisión preventiva durante meses, tras ser acusada a dos años de cárcel por asociación ilícita. Confirmada la sentencia, en la que quedó absuelta de la acusaciones por amenazas y coacciones, cumplió el resto de la pena en libertad condicional. «Yo asociaba que detenían a gente por cometer agresiones e incluso homicidios de forma individual y a parte se les asociaba después con el grupo. Lo que ocurre es que la banda era ilegal porque el grupo cometía actos ilícitos, era la pescadilla que se mordía la cola. Yo nunca cometí ningún acto ilegal, no pensé que acabaría en la cárcel».
A Mariah siempre le gustó estudiar y entender el por qué de las cosas. Profesora de inglés, investigadora y experta en bandas juveniles y en la prevención de conflictos entre estos grupos, hoy es una referencia en el tema. Y, con toda seguridad, si hubiera nacido en el Nueva York que tanto le apasiona, su vida ya habría sido llevada al cine. Aquí de momento acaba de sacar un libro.