El exCEO de Audi admite su culpabilidad en el ‘dieselgate’, el escándalo de los motores trucados
Madrid
Rupert Stadler, que fue durante ocho años director general de Audi, ha confesado este martes ante el juez de Múnich que conocía la posibilidad de que los motores diésel de la firma automovilística estuvieran manipulados y que, pese haberlo podido hacer, decidió no intervenir.
Un «sí» como respuesta ha bastado para que el antiguo CEO de Audi admitiese que sabía que la firma estaba engañando a miles de conductores vendiéndoles coches con un motor diésel trucado a través de un software ilegal que permitía que en los controles técnicos para evaluar las emisiones contaminantes arrojasen un resultado irreal, que se ajustaba a las exigencias, cuando la realidad era otra.
Con el estallido del conocido como ‘dieselgate’ en 2015, se descubrió que las emisiones de los vehículos Audi de motor diésel eran 40 veces mayores que el límite legal establecidos por organismos como la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) o la Comisión Medioambiental de la UE.
‘Dieselgate’, el pufo que sigue echando humo
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Así, el antiguo máximo responsable de la compañía reconoció que fue negligente en los controles y no informó —»omitió», según sus palabras— a los socios de Volkswagen. Stadler, de 60 años, es el principal acusado en el que es el primer juicio penal abierto en Alemania en el marco del ‘dieselgate’, que ya ha tenido un impacto económico para Volkswagen de más de 30.000 millones de euros entre el pago de indemnizaciones a clientes y multas.
Su admisión de culpabilidad es parte del acuerdo judicial que firmó en mayo y que permitirá que su condena no ejecutable sea de un año y medio a dos años, así como el pago de una multa de 1,1 millones de euros. Está previsto que el veredicto final de la causa se conozca el próximo mes de junio.
Negó su implicación durante años
Hasta este año, Stadler defendió en todo momento su inocencia tanto públicamente como en las primeras vistas del juicio. De hecho, a comienzos de 2021 trató de desviar su responsabilidad culpando a los ingenieros por no haber descubierto antes la implantación del software no autorizado en los motores.
Sin embargo, la evaluación preliminar del tribunal alemán sostiene que como máximo en 2016 tuvo consciencia de que la compañía estaba manipulando los valores de los gases de escape. El exdirectivo, en vez de tratar de revertir esta práctica ilegal, permitió que se siguieran vendiendo los vehículos hasta principios del 2018, cuando fue arrestado.
Ruper Stadler está siendo procesado junto al también exejecutivo de Audi Wolfgang Hatz y un ingeniero jefe. Tanto Hatz como el ingeniero confesaron igualmente haber trucado con este sistema las emisiones de los motores diésel de la automovilística.