Minería urbana: recuperar la riqueza que se estaba desechando – País Circular
En el corazón de las ciudades existen tesoros “ocultos” a la espera de ser descubiertos y de ser aprovechados. Pueden estar en las casas, en bodegas, en vertederos o incluso tirados en las calles. Se trata de múltiples recursos valiosos contenidos en objetos que se consideran residuos, pero que se transforman en una mina de oportunidades ¿Cómo? Mediante la minería urbana.
La minería urbana ofrece la posibilidad de aprovechar al máximo los recursos que ya no son primarios, es decir, que ya no son extraídos directamente desde la naturaleza, sino que quedan relegados en las ciudades. Desde metales hasta materiales de construcción, esta revolucionaria forma de minería brinda una nueva perspectiva sobre cómo reutilizar, reciclar y revitalizar entornos urbanos.
Mario Sánchez, investigador de la facultad de Ingeniería de la Universidad Andrés Bello (UNAB) y director del Diplomado en Economía Circular de esa casa de estudios, destaca la importancia y versatilidad de la minería urbana al afirmar que “podemos encontrar no solo residuos de metales, sino que por ejemplo desechos de obras civiles, como la demolición de un edificio. De hecho, aquí en Chile se ha hecho uso de productos de demolición en construcción de obras públicas. La segunda pista del aeropuerto de Santiago se hizo de esa manera”. Sus palabras resaltan cómo la minería urbana no se limita únicamente a la recuperación de metales, sino que abarca una amplia gama de materiales, demostrando su aplicación práctica y su potencial para promover la economía circular y la sostenibilidad en el país.
Según el académico de la UNAB, que se desempeña principalmente en Ingeniería Civil Metalúrgica en la sede Concepción, las ciudades son consideradas las minas del futuro debido a la variedad de recursos que se encuentran en ellas. Todo lo que cumple su ciclo en la ciudad se convierte en una fuente de recursos, siendo esa la esencia de la minería urbana. Sin embargo, uno de los enfoques más destacados es el rescate de metales a partir de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE, contenidos en la Ley REP), debido a su gran y creciente volumen.
En Chile cada año, en promedio, se producen unos 9 kilos de RAEE por persona, siendo uno de los países de Latinoamérica que más residuos de este tipo genera per cápita y, según estimaciones de organismos internacionales, esa cifra aumenta en torno al 5% cada año en la región. Por mencionar solo uno de los aparatos de este tipo que son frecuentemente desechados, basta considerar un teléfono celular moderno, que contiene más de 30 elementos diferentes, entre ellos cobre, aluminio, estaño, tántalo, wolframio y oro.
Se trata de minerales que cada vez son más escasos en la naturaleza, por lo que la minería urbana puede ser una gran aliada para hacer frente a esa escasez, comenta el especialista de la UNAB. Por otra parte, esta práctica evita que esos aparatos -y todo lo que se recupera- termine en rellenos sanitarios o vertederos. Pero hay un elemento más, los RAEE suelen contener sustancias tóxicas que si no reciben un tratamiento adecuado pueden contaminar el suelo, acuíferos o el aire, en caso de ser quemados.