Binance y Coinbase, nueva bofetada de realidad al inversor en criptoactivos
Esta semana se ha vivido una nueva hecatombe para el ecosistema de las criptomonedas. El supervisor de los mercados financieros de Estados Unidos (SEC, por sus siglas en inglés) ha iniciado acciones legales contra Binance, la mayor plataforma de negociación de criptomonedas del mundo, y contra Coinbase, una compañía cotizada que es líder del mercado estadounidense. Entre las dos manejan una cuota de mercado de más del 75% de las compraventas de bitcóins y otras monedas digitales. Estos dos nuevos escándalos, que se suman al colapso e intervención de FTX –acusada también de cometer varios delitos– ha puesto de relieve una vez más lo azaroso que es meter dinero en un entorno sin regulación y que se basa en el valor más que cuestionable de los activos digitales.
Las acusaciones son especialmente graves en el caso de Binance. Su fundador y director ejecutivo, Changpeng Zhao, fue demandado el lunes por 13 acusaciones que van desde el engaño y los conflictos de interés hasta la falta de divulgación de datos clave. Los oficiales de la SEC tienen claro que la compañía intentó soslayar las leyes de valores de Estados Unidos “mediante el anuncio de falsos controles”, para tratar de engañar a clientes estadounidenses.
Los legisladores norteamericanos llevan años en guerra contra las criptomonedas, al considerar que se han convertido en un foco para el lavado de dinero y las estafas masivas.
Ante la difícil situación de Binance, la mayoría de los bancos con los que trabaja han empezado a restringir su relación con el bróker de criptoactivos. Por eso, el viernes mandó un comunicado a sus clientes advirtiéndoles de que a partir del 13 de junio restringiría la conversión de bitcóins, etherum y otras monedas virtuales en dólares. En la práctica, esta medida supone un corralito porque los particulares que tuvieran dinero acumulado en este tipo de activos digitales no tendrán la posibilidad de convertirlo en moneda corriente.
José María Viñals, miembro del claustro de Derecho del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB), explica que el caso de Coinbase es diferente al de Binance porque se les acusa “de operar como corredor, Bolsa y agencia de compensación de valores sin estar registrados”. Sin embargo, el especialista en activos digitales recuerda que los propios legisladores norteamericanos han sido remisos a la hora de definir la condición jurídica del bitcóin y otras monedas digitales.
El desarrollo de los criptoactivos vivió su efervescencia entre 2020 y 2021. En ese tiempo de pandemia, la cotización del bitcóin llegó a superar los 60.000 dólares y se lanzaron miles de nuevas monedas. Todas ellas se basan en la tecnología de cadenas de bloques (blockchain, en inglés) que, en teoría, permite generar nuevos activos de una forma controlada y sin intervención de los bancos centrales.
Los defensores de las criptomonedas consideran que los activos digitales permitirán a los ciudadanos librarse del yugo de las políticas monetarias de la Reserva Federal y del Banco Central Europeo, y sus subidas de tipos. Defienden que el bitcóin y sus congéneres se pueden convertir en una reserva de valor (para ahorrar dinero) y también en un medio de pago, para no depender de las transacciones bancarias. También se podría utilizar esta tecnología para firmar contratos inteligentes y, en definitiva, suprimir la intermediación de terceros fedatarios (el Estado, los notarios, los registros de la propiedad, los mercados de valores…).
Ahora bien, la evolución de los acontecimientos en los últimos dos años ha puesto de relieve la irrealidad en la que caen los defensores de este tipo de propuestas. Los mercados financieros llevan desarrollándose desde hace cientos de años. La experiencia previa y la lucha contra crisis financieras y estafas ha hecho que se desarrollen en todo el mundo sistemas de control, como las cámaras de compensación, los fondos de garantías de depósitos, las barreras chinas…Todo un sistema de garantías del que los criptoactivos carecen por completo.
Los gigantes de las criptomonedas, como Binance y Coinbase, llevan años saltándose todos esos principios. Por una parte, han llegado a emitir sus propias criptomonedas, como el BNB Coin de Binance. Por otra, son los brókeres donde se fijan los precios a los que se compran y se venden todas estas monedas virtuales: cuántos dólares cuesta un cardano o por cuántos bitcóins se intercambia un dogecóin. Ambos grupos han cobrado miles de millones de comisiones por esta operativa.
Además, también se erigieron en custodios de las carteras virtuales en las que sus clientes acumulaban sus diferentes inversiones en activos digitales. En una vuelta de tuerca, desde hace cuatro años también tienen un papel de bancos a través de la operativa de staking. Igual que las entidades financieras tradicionales pagan un tipo de interés a los clientes que se comprometen a dejar su dinero allí aparcado durante un periodo determinado (con los depósitos o imposiciones a plazo fijo), Binance y Coinbase se ofrecen a remunerar a los clientes que aceptan mantener sin vender sus criptomonedas durante cierto plazo.
Así, estas firmas son bancos, custodios, intermediarios, agentes, emisores de títulos… sin tener licencia para realizar ninguna de estas actividades. Y transmitiendo a sus clientes que no hay ningún riesgo por acumular todas estas funciones financieras bajo un único mando y sin ningún cortafuegos.
Cualquier fondo de inversión tiene una sociedad gestora, cuenta con un banco custodio de los activos, tiene que presentar a los supervisores financieros un detalle recurrente sobre su patrimonio, tiene que pasar una auditoría de cuentas y está cubierto por el Fondo de Garantía de Inversiones. Todas esas prevenciones se las han saltado FTX, Binance o Coinbase de un plumazo. Todo ello, además, con una materia prima que es pura alquimia. Juan José del Valle, analista de la agencia de valores Activotrade, recuerda que “no hay que olvidar que los activos digitales son muy volátiles y que, al no estar regulados, pueden sufrir fuertes caídas provocadas, en determinadas ocasiones, por mediáticas estafas”.
El caso más sonado de estafa fue el de FTX, donde se descubrió que su responsable había derivado cientos de millones de los usuarios de la plataforma para gastos de la cúpula, y que utilizaba una firma de capital riesgo para alterar el precio de algunos de los activos con los que intermediaba. La SEC cree que en Binance ha ocurrido algo similar.
A pesar de los sucesivos escándalos, el bitcóin se ha revalorizado en 2023 un 60%, aunque todavía no ha recuperado los niveles de hace un año. De momento, parece que no ha causado temor entre los usuarios la pretensión de la SEC de congelar las cuentas de Binance en EE UU y su comunicado de que congelará la conversión a dólares.
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