Encuentran fósforo en una de las lunas de Saturno, un ‘ingrediente’ fundamental para la vida
Uno de los principales propósitos de la exploración del Universo es encontrar vida fuera de nuestro planeta. Un paso importante en esta búsqueda se conoció ayer cuando un equipo de científicos reveló que habían dado con pruebas de la presencia de fósforo en Encélado, una de las 82 lunas que tiene Saturno. «Este es un resultado sorprendente para la astrobiología y un gran paso adelante en la búsqueda de vida más allá de la Tierra», asegura el geoquímico estadounidense Christopher Glein, que ha publicado junto a otros especialistas los resultados en la revista ‘Nature’.
El fósforo en forma de fosfatos es un elemento indispensable para la vida tal y como la conocemos. Está presente tanto en el ADN como en el ARN, es fundamental en la formación de los huesos y los dientes y es indispensable para que el organismo genere energía. Los científicos han detectado su presencia «en concentraciones al menos cien veces más altas que en los océanos de la Tierra» en una especie de enormes géiseres de partículas de hielo que surgen hacia la superficie de Encélado desde un océano subterráneo y forman uno de los conocidos anillos de Saturno -el anillo E, en concreto-. Esta es la primera vez que se halla en un océano fuera de nuestro planeta. «Al determinar concentraciones tan altas de fosfato en el océano de Encédalo, se cumple uno de los requisitos fijados para establecer si un cuerpo celeste es habitable», añade Fabian Klenner, otro de los autores del estudio.
Los expertos consideran que el descubrimiento de océanos debajo de una capa superficial de hielo en otros planetas y satélites es uno de los hitos más importantes de los últimos 25 años. Además de en Encélado, se sabe de su presencia en otras dos lunas heladas de Saturno en Titán, un satélite de Júpiter, y en Plutón.
El papel clave de la sonda Cassini
El hallazgo del fósforo fue posible gracias a la misión Cassisi, auspiciada por la Nasa en colaboración con la Agencia Espacial Europea (ESA) y la Agencia Espacial Italiana (ASI). Lanzada en 1997, esta sonda exploró Saturno y su entorno durante más de 13 años, entre 2004 y 2017. Tras descubrir un año después de su llegada los mencionados géiseres, gracias a sus observaciones también determinaron que el océano subterráneo es único y se extiende por todo Encélado. Ya en 2015, los ingenieros decidieron que atravesara uno de esos chorros que brotan del satélite para recoger muestras. Llegó a situarse a solo 49 kilómetros de la superficie. El resultado es el que se ha conocido ahora, la abundante presencia de un elemento fundamental para la vida.
La Cassini permitió también ajustar la edad de los siete anillos de Saturno. Si antes se pensaba que surgieron más o menos a la vez que el gigante gaseoso hace 4.500 millones de años, ahora se sabe que son mucho más ‘jóvenes’, entre 100 y 400 millones. Están formados fundamentalmente por pequeños fragmentos de hielo y roca, tienen un espesor de medio kilómetro -en algunos puntos es de solo diez metros- y un diámetro de 270.000 kilómetros, más de la mitad de la distancia que separa a nuestro planeta de la Luna. Los otros gigantes gaseosos del Sistema Solar -Júpiter, Urano y Neptuno también los tienen-, pero los de Saturno son los únicos visibles desde la Tierra.
El pasado mes de marzo se descubrió en el asteroride Ruyugu otro elemento fundamental para la vida. Se encontró uracilo, uno de los componentes necesarios para formar ARN. Este hallazgo sugiere que las nucleótidos -los componentes que forman tanto el ADN como el ARN. Ambos tienen en común tres de ellos, la adenina (A), citosina (C) y guanina (G). Es el cuarto el que los diferencia. El ADN contiene timina (T), mientras que el ARN, el mencionado uracilo (U)- tienen un origen extraterrestre y llegaron a nuestro planeta a partir del impacto de meteoritos ricos en carbono como el Ruyugu hace entre 4.100 y 3.800 millones de años.