“Fuera Petro”: la oposición colombiana se pelea la mayoría en las calles
Una mezcla de patriotismo e indignación busca ganarse las calles de Colombia, un territorio donde por años Gustavo Petro fue rey. “¡Amamos a los militares!”, “¡Defendemos la democracia!”, “¡Apoyamos al fiscal!”, arengaba un hombre en el centro de Bogotá, este martes. El público, cargando banderas del país, le respondía a cada frase con un firme: “¡Somos la mayoría!”. Fue una marcha en la que cientos se pronunciaron contra las reformas sociales del presidente y a favor de la revista de corte conservador Semana, y en la que sigue rondando algo de paranoia contra la “dictadura soviética”. “Colombia no es de izquierda, Colombia es de derecha”, arengaba una mujer en la marcha bautizada como “Somos la mayoría” por quienes la convocaban. “Fuera Petro”, se escuchaba una y otra vez. En la movilización abundaban los políticos de la derecha, pero los de centro escaseaban, como se vio en varias ciudades del país.
La oposición no logró ser la mayoría en las elecciones presidenciales de 2022, ni en el primer año de funcionamiento de un Legislativo sin un partido mayoritario, pero este martes ya pareciera mover en las calles por lo menos el equivalente a las masas que mueve el presidente. Según la Policía Nacional, se manifestaron 30.000 personas en Bogotá y 90.000 en todo el país. Eso es una victoria para este grupo de ciudadanos que busca hacerse sentir como la mayoría, y que está optimista respecto a la posibilidad de vencer a las fuerzas cercanas al Gobierno en las elecciones regionales de octubre. Ahí, realmente, probarán si son la mayoría, aunque esos comicios se suelen definir con lógicas locales diversas y por candidaturas solo secundariamente vinculadas a los grandes partidos.
“El partido está tomando mucha fuerza”, dice sonriente Felipe Borda, de 24 años, un candidato a edil del partido uribista Centro Democrático que espera que la balanza se mueva hacia la derecha en Bogotá. Es una mañana soleada, clima ideal para una manifestación, y Borda se suma a los militantes que cargan, por la carrera Séptima, un elefante gigante de cartón. El paquidermo evoca el llamado proceso 8.000, el escándalo que en la práctica congeló políticamente al Gobierno del expresidente Ernesto Samper (1994-1998) cuando se reveló que su campaña había recibido dinero del narcotráfico. Borda y el público del día están convencidos de que la campaña de Petro recibió algo equivalente, como lo sugería un audio filtrado del exembajador Armando Benedetti. “Samper son 8.000 / con Petro 15.000 / cansados de la izquierda / salvemos al país”, cantaban los manifestantes que se dirigían a la Plaza de Bolívar.
El escándalo político más duro que ha enfrentado Petro se llevó el protagonismo en esta marcha. “O nos unimos o nos ‘suicidan”, decía un cartel en referencia al coronel de la Policía vinculado al escándalo y quien apareció muerto en su auto hace menos de dos semanas. “La plata era de Petro”, dice otro cartel que cree en la versión de una fuente reservada que aseguró, justamente a la revista Semana, que el coronel le había dicho que el presidente le entregó 3.000 millones de pesos (unos 720.000 dólares) a su entonces jefa de gabinete, Laura Sarabia. “Hay 3.000 millones de razones para que este Gobierno se acabe”, decía otro cartel. Esta es la marcha en la que el presidente es para muchos un corrupto y poco más.
A diferencia de la movilización que hace dos semanas se organizó en apoyo a Petro, en esta no había grandes sindicatos o grupos estudiantiles. Unos pocos grupos antiaborto recogían firmas para un referendo, mientras algunos militantes de partidos de la oposición de derecha (el Centro Democrático y Cambio Radical) arengaban entre la multitud. Alejandro Ospina, un líder sindicalista, era una excepción. “Esos otros sindicatos solo le aplauden al Gobierno”, dice este hombre que es presidente de la Unión de Trabajadores de la Industria Petrolera y Energética de Colombia (UTIPEC), un sindicato en el sector hidrocarburos que reúne a unas 3.000 personas. No le gusta la reforma laboral, ni la política de hidrocarburos, ni los ataques del presidente a la prensa. Cerca a él, otro sindicalista arenga: “Petro nos ha vendido la versión de que hay un golpe blando contra él y eso es ficción del socialismo del siglo XXI”.
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Milena, Mónica y Adriana participan por primera vez de una marcha contra Petro. En ocasiones anteriores creyeron que no iba a asistir mucha gente y no se animaron. Pero esta vez Milena decidió que tenía que hacer algo más que quejarse en redes sociales. Tras recibir una convocatoria por un grupo de WhatsApp, convenció a sus compañeras. “No queremos que nuestros hijos emigren” o “Todos los escándalos vienen de gente que trabaja con él”, son algunas de las frases que se les escuchan. Afirman que no quieren que Petro se vaya, sino que escuche a la oposición y cambie su discurso. Aunque después matizan: “No es que lo queramos, es que si se va queda Francia Márquez, y eso ya sería el acabose total”.
Las tres reconocen que los jóvenes están relativamente ausentes en la marcha, en comparación con las movilizaciones a favor del Gobierno. Señalan que sus hijos y sobrinos se ilusionaron con el cambio hacia la izquierda, pese a que ellas les decían que no confiaran en Petro porque lo conocían de su época como alcalde de Bogotá. Para ellas, los jóvenes “están más callados” en las reuniones familiares, aunque aún no admiten abiertamente que “se equivocaron”. “¿Tú por qué puedes salir y yo no?”, le dijo la hija de Milena a su madre esta mañana, en referencia a la prohibición que le impuso su madre de salir a protestar durante el Paro Nacional de 2021. “Porque nosotros no rompemos el Transmilenio ni comercios y no vamos contra la Policía o el Ejército”, cuenta Milena que le respondió.
La marcha no es de los arrepentidos de haber votado a Petro, sino de los que nunca lo apoyaron. Muchos comentan que conocen personas que se arrepienten, pero los que están presentes son los que responden una y otra vez que nunca lo respaldaron. “Cuando fue alcalde de Bogotá, ya vimos como era”, apunta un hombre que reparte banderines contra las reformas y las escuchas telefónicas, parte del escándalo que atenaza al Gobierno.
No obstante, hay algunos más moderados. El senador David Luna (Cambio Radical) diferencia en conversación con este periódico entre los primeros meses de Gobierno y las últimas semanas. Compara al “presidente estadista” y dialogante del principio con el “presidente activista” actual, mientras sostiene un cartel que denuncia que el Ejecutivo “quita las libertades” de los colombianos. Para él, Petro se ha radicalizado por la frustración de no poder imponer sus reformas sociales: “La idea de golpe blando es una estrategia. Culpa a los demás porque las reformas no le salen”.
Al llegar a la Plaza de Bolívar, hay un gran escenario delante del Palacio Liévano, sede de la Alcaldía de Bogotá. Allí suben varios políticos y líderes de la sociedad civil. Entre ellos están los senadores uribistas Miguel Uribe, Ciro Ramírez y Paloma Valencia; dos exministros del Gobierno de Iván Duque, los también políticos del Centro Democrático Diego Molano y Nancy Patricia Gutiérrez; el exalcalde de Bogotá Enrique Peñalosa; las representantes Carolina Arbeláez (Cambio Radical) y Marelen Castillo (Liga de Gobernantes Anticorrupción); y el empresario Pierre Onzaga. Los políticos tomaron un mayor protagonismo que en la marcha de febrero convocada por la oposición. Los simpatizantes, sin embargo, ya comenzaban a retirarse mientras ellos hablaban.
Los mensajes de estos líderes opositores, aún sin un referente claro, fueron diversos. “Quiero pedirle al presidente Petro que gobierne con generosidad, y sin la soberbia que lo está caracterizando”, exclamó la senadora Valencia. Mientras, Molano pidió que se avance con la construcción del Metro de Bogotá y Peñalosa criticó que las metas de medio ambiente se prioricen, según él, por sobre la lucha contra la pobreza. Castillo, excandidata a vicepresidenta, se diferenció de Francia Márquez: “Yo soy afro y soy feliz, yo soy afro y no me victimizo”.
Ausente de la marcha, como del panorama político diario, estuvo el expresidente Álvaro Uribe, la voz que muchos en la Plaza de Bolívar extrañan cuando se llaman a sí mismos la mayoría. “Sus razones tendrá”, dicen entre la multitud.
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